Las elecciones del próximo 27 de octubre serán inéditas en la historia de Bogotá. No solo tenemos tres candidatos y una candidata con distintas inclinaciones políticas, sino que también las propuestas consignadas en sus planes de gobierno trazan las líneas generales de modelos de ciudad diferentes, lo que representa un escenario de contienda electoral bastante dinámico. Hay candidatos y candidata para todos los gustos.
En estas elecciones está en juego el futuro de una ciudad que aporta el 26% al PIB del país. En la actualidad, Bogotá experimenta diferentes problemáticas y retos. Temas como el mejoramiento de la calidad de vida, el ordenamiento territorial y la configuración de la ciudad-región con la sabana son aspectos que vale la pena tener en cuenta para identificar algunos fenómenos que están afectando la vida de los habitantes de la ciudad.
Desde el punto de vista de la calidad de vida, por ejemplo, se identifican aspectos de gran importancia, tales como pobreza y desigualdad, salud y educación. Durante décadas, estas problemáticas han sido foco de atención por parte de los gobiernos (locales, departamentales y nacionales) y los organismos internacionales. En Bogotá, la situación de personas en condición de pobreza monetaria, es decir, aquellas personas cuyos ingresos no logran atender la satisfacción de sus necesidades básicas se ubica en un 12.4%, alrededor de 1 millón de habitantes de la ciudad. Por su parte, la pobreza monetaria extrema, es decir, la de aquellas personas cuyos ingresos per cápita no permiten el acceso a una canasta mínima de alimentos para garantizar la supervivencia, se ubica en un 2,5%, 200 mil habitantes aproximadamente. Así mismo, la pobreza multidimensional para el 2018 se ubicó en un 4,4%, alrededor de 350 mil personas, cifra que se ha venido reduciendo desde el 2012, año en que se ubicaba en un 11,1%; en Bogotá; las dimensiones que más han contribuido a este tipo de pobreza han sido el “trabajo” (desempleo y trabajo informal), las “bajas condiciones educativas de los hogares” y “salud y acceso a servicios públicos domiciliarios” (Bogotá Cómo Vamos, 2019).
Por otra parte, la dinámica propia de una ciudad con más de siete millones de habitantes no se puede entender sin lo que ocurre en sus alrededores, es decir, con los municipios circunvecinos. Según los datos del Informe Bogotá Cómo Vamos 2018, entre 2005 y el 2018 se han registrado aumentos de la población bastante considerables: Chía creció 24%, Funza 33%, Soacha 37%, Cota 38%, Cajicá 45% y Mosquera 50%, lo cual marca un ritmo muy diferente en relación con el crecimiento de la capital, que se ubica en un 6,5%. Este nuevo patrón de crecimiento advierte una reconfiguración de aspectos claves para el desarrollo territorial de cada municipio, en términos de oferta de vivienda, bienes y servicios, infraestructura y equipamientos que sean capaces de atender esa dinámica cada vez más creciente de personas cuyas actividades principales (trabajo o estudio) se ubican en su mayoría en la ciudad de Bogotá.
Estos municipios aledaños se están configurando como “ciudades dormitorio” que comienzan a ser elegidas por la población debido a su cercanía inmediata con la capital y un costo de vida más económico. De allí la importancia para que la nueva administración impulse esfuerzos por consolidar una ciudad-región capaz de atender este gran reto, que tiene que ver con una visión regional que articule a los municipios vecinos con la ciudad, y así mejorar la oferta de equipamientos compartidos, como son el transporte público o la seguridad. A esto se suman desafíos significativos como el mejoramiento en la calidad de agua para su provisión, la seguridad alimentaria entre los municipios, la oferta de vivienda para todos los sectores socio-económicos, la creación de nuevas centralidades en la región para descongestionar el Centro de Bogotá, el impulso a la asociatividad para una cadena de valor productiva de carácter regional o la generación de estrategias para enfrentar la conurbación entre la ciudad y sus vecinos.
El otro asunto de gran envergadura y de importancia, en estos momentos, es el ordenamiento territorial. La administración de Enrique Peñalosa formuló el Proyecto de revisión general del Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá D.C, mediante el cual se establecen los lineamientos en materia de gestión de la ciudad para los próximos doce años. Su trámite al Concejo, para darle viabilidad y aprobación, ha estado marcado por un ambiente bastante álgido entre diferentes sectores políticos, económicos y de ciudadanía. Por ejemplo, el tema relacionado con la intervención y modificación de la Estructura Ecológica Principal (EEP) de la ciudad ha generado choques y desacuerdos. De hecho, el Consejo Territorial de Planeación Distrital (CTPD) emitió un concepto negativo dado que considera que la EEP sufriría graves impactos al ser proyectada desde el punto de vista de la expansión urbanística y no desde la protección ambiental, entre otras consideraciones.
Las reacciones por parte de los candidatos y la candidata no se han hecho esperar, cada uno de ellos tiene su posición frente al tema, lo cual hace que sus propuestas, en los diferentes aspectos de gestión (movilidad, ambiente, salud, seguridad, educación, etc.) tengan directa relación con lo que se establece en el POT. Sumado a esto, de no tener aprobación en el Concejo, el plan quedaría en manos del próximo alcalde o alcaldesa que tendría la facultad de aceptarlo o anularlo por decreto.
A estos temas se suman los principales problemas que aquejan a la ciudad. Entre los más visibles se encuentra la construcción del metro y todos los debates álgidos que se han venido presentando en la campaña electoral (tramos, costos, elevado versus subterráneo); la intervención de zonas de protección y conservación ambiental, como son la Reserva Thomas Van der Hammen, los cerros orientales o el Sumapaz; la construcción de arterias viales como la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO); la seguridad y la lucha contra la delincuencia; la generación de educación y empleo; el manejo del Relleno Doña Juana; la redensificación del centro, entre otros aspectos.
Estas problemáticas no solo están en el seno de las propuestas y los debates de la y los aspirantes a la próxima alcaldía del distrito sino en la discusión amplia de la opinión pública. Por tanto, es de suma importancia que la ciudadanía conozca las propuestas que están planteando alrededor de estos temas y otros para garantizar una ciudad incluyente, con apuestas realizables para elevar la calidad de vida de sus habitantes, con una visión de ciudad-región que reconozca y articule los municipios vecinos y con un ordenamiento territorial que no vaya en contravía del cuidado y protección del medio ambiente.