Los cuaresmeros más reconocidos en el Valle del Cauca los hacen en el corregimiento de Ricaurte, municipio de Bolívar. Estos son los mismos que adquieren especial recordación en tiempos de la Cuaresma, como se denomina a los 40 días que anteceden a la Semana Santa, periodo donde la iglesia nos invita a ser auténticos.
Siguiendo con el Valle, también tienen reconocimiento ancestral los cuaresmeros que se hacen en Zarzal, Guacarí, Ginebra, Palmira, Cerrito, Yumbo y Florida, sin olvidar que varias décadas atrás era lo único que se consumía en 40 días de recogimiento y ayuno como preparativo para los días santos.
Y es oportunidad propicia para recordar los cuaresmeros que se hacían en mi familia. Nuestra mamá, Rosalía Viáfara, era experta y siempre pensaré que eran los más ricos de la comarca. Desde muy temprano, por estas épocas, nuestro papá, Ricaurte Larrahondo, comenzaba a alistar el horno de barro, mientras que en la casa se cumplía con los preparativos.
En las labores participábamos todos los de la familia y amigos. Este encuentro lo llevamos siempre vivos y por estos días adquieren más presencia en los recuerdos. Desde moler el maíz hasta que salían del horno de barro era la cadena de elaboración.
Todo sucedía en la Hacienda- Trapiche Río Fraile, entre El Cabuyal y San Antonio de Los Caballeros, pertenecientes a Candelaria y Florida, respectivamente. Allí tenían fama los cuaresmeros de la familia. No se fallaba en hacerlos.
Los preparativos consistían en moler el maíz, mezclar con huevos y chicharrón de cerdo y amasar… Cuando estaba lista la masa se utilizaban moldes y ya el horno estaba caliente, listo para recibir esta especie de panes especiales. Eran introducidos cuidadosamente en bandejas o latas.
Mientras se cumplía con este paso, junto al horno se daban a largas, variadas y entretenidas conversaciones. El aroma se extendía a medida que se acercaban al punto deseado. Era el momento de “las pruebas para saber cómo iban quedando”. Inolvidable encuentro.
Se hacían en la noche y se guardaban en canastos y talegas. Al otro día, como se era costumbre, se regalaba cuaresmeros a familias de otras haciendas y familiares que vivían en otros sitios. Se conservaban bien tapados para que no perdieran su delicioso aroma y para que no se quebraran.
Durante estos 40 días, este horneado era el desayuno y el “algo” para la tarde, siempre con café negro o aguapanela. Toda una delicia. Toda una tradición.
Ecos de tradición
Por estos días en el Valle del Cauca aparecen los cuaresmeros en distintos sitios, pues la tradición se conserva, aunque no con el ímpetu de antes, cuando consumirlos era una verdadera y sabrosa obligación, hacían parte del ayuno.
Allí se llega para cumplir promesas o “mandas”, como para elevar oraciones y hacer rogativas en busca de salud, mejores condiciones de vida, reencuentros y para sentir alivio en el alma mediante esta cita cargada de fe.
En Ricaurte se vende en la puerta de muchas casas, en vitrinas, tiendas y sitios especializados. Están por todos lados, en especial en cercanías al santuario y en las vías que conducen a este templo de oración.
En Palmira hay un sitio tradicional de venta de dulces, colaciones, pasteles y muchas otras muestras de las tradiciones vallecaucanas, incluyendo los cuaresmeros. Se trata de “La tienda de las Córdobas”, tan mentada como el mismo Parque Bolívar y tan ancestral como el desaparecido café “Matacan”.
En las plazas de mercado de varios municipios vallecaucanos se les puede conseguir, tal como sucede en Florida, donde son habituales como las “Empanadas de cambray”, los “envueltos de choclo” y las mismas “Panochas de choclo”. En el vecino municipio de Pradera igualmente se les podrá conseguir.
Cali, tan cosmopolita y epicentro de migraciones del Pacífico y de otras latitudes tiene espacio para esta tradición y por eso los cuaresmeros se ofrecen en algunas tiendas de barrio y en pasillos de centros comerciales donde se abre espacio a mecatería vallecaucana. En estos lugares se les expenden empacados y tienen “buen movimiento”, de acuerdo con una dependiente.
Ha comenzado la antesala o preparación para la Semana Santa y la tradición indica que estamos en tiempo de Cuaresma, precisamente cuando familias que no olvidan ni relegan las tradiciones sueñan con que a sus mesas lleguen cuaresmeros, así tengan que ir a otros municipios a buscarlos o prepararlos siguiendo recetas compiladas de las voces de las abuelas.