Claudia López ha tenido siempre todo en contra. Es mujer y lesbiana, doble pecado en un país machista y católico como este. Por eso incomoda tanto que hable duro, que le plante cara al presidente, que tenga la osadía de darle un beso en la boca a su amada sin importarle que quede registrado en televisión, en las fotos que los pastores evangélicos comparten desde sus twitter del odio.
Por eso no le perdonan nada y si alguien habla bien de ella, como Camila Zuluaga, dicen que es machorra o corrupta. La persecución es total y se eleva hasta la más alta clase política. ¿No les pareció persecución que le hayan abierto una investigación en la Fiscalía por ir al Carulla con Angélica? ¿Si hubiera sido con su esposo le hubieran dado el mismo trato?
A mi lo que más me ha sorprendido es ver la misigonia y la homofobia de los petristas. Curiosamente en Bogotá la odian más los de izquierda que los de derecha. Y eso que se las dan de progresistas. Por ellos que hubiera ganado Hollman Morris, igual votaron por él a pesar de las acusaciones por maltrato de género que tenía.
Claudia está presa por ser consecuente y por eso tal vez nunca sea presidente de este país. Acá, para ser presidente, hay que tener malicia, estar abierto a las propuestas indecorosas. Ser medio canalla. Y Claudia no lo es y además no es hombre y si va a tener las agallas de decir algo la van a mandar a callar cada vez que puede. Y sin embargo ella es fuerte y lo aguanta todo, hasta las embestidas más fuertes, hasta la traición de sus amigos más íntimos.
Sí, la alcadesa está haciendo un trabajo espectacular a pesar de que no ha tenido la ayuda necesaria desde el Palacio de Nariño. Si no hablara duro no sería quién es. Vamos Claudia, tu fuerza es una inspiración. Vamos que yo quiero ver a Angélica Lozano de Primera Dama. ¡Qué prestigio!