Dentro de la camioneta, junto a Ana María Castro, iban tres hombres más: Julián Ortegón, Paul Naranjo y Mateo Reyes. Los dos primeros están acusados por feminicidio. La Fiscalía cree que tuvieron que ver en la muerte de Ana María. La juez apoyó esta tesis y los envió a la cárcel, luego de escucharlos.
Por su parte Mateo Reyes, amigo de Ana, y quien fue la última persona en verla con vida, no está vinculado judicialmente con la muerte, pero faltaba su versión para sumarle fichas al rompecabezas.
Mateo Reyes dio su versión ante la Fiscalía y en ella confirmó lo que Ortegón y Naranjo han defendido: que Ana María no fue lanzada de la camioneta Kia que conducía Paul Naranjo, a diferencia de lo que se ha dicho en noticias de televisión y radio.
Según Mateo Reyes, luego de que los tres hombres y Ana María se subieran al carro de Naranjo, ellos fueron fueron bajados a mitad del camino, porque Naranjo, el conductor, se molestó con ellos dos —quienes venían en la parte trasera de la camioneta— al verlos envueltos en una escena romántica y un poco subida de tono.
Según la declaración de Mateo Reyes, luego de que los bajaron de la camioneta, Ana María se acercó nuevamente al carro, a la ventana del copiloto donde estaba sentado Julián Ortegón. Después de una corta conversación entre Ana y los ocupantes del carro, en la que no intervino Mateo, el vehículo arrancó y Ana María cayo al suelo.
Al parecer, según la declaración de Mateo, cuando arrancó la camioneta, Ana María se enredó, o no se soltó del carro, o este la alcanzó a golpear, lo que produjo que cayera con violencia y se golpeara en la cabeza y el tórax, golpes que la llevaron a la muerte.
La investigación por feminicidio sigue adelante, aunque según las nuevas versiones que hay sobre los hechos podría cambiar el rumbo de la investigación.