El 10 de mayo de 1933 la Unión de Estudiantes Alemanes organizó la quema de libros de autores judíos, semijudios, comunistas, socialistas y pacifistas, en 34 ciudades del Tercer Reich. El evento contó con la presencia de Joseph Goebbels y marcó un punto de inflexión en la consolidación del poder simbólico del régimen nazi, no solo porque inició con su agresiva campaña de genocidio cultural, sino porque evidenció que tras la quema de libros continuaría la activación de los hornos crematorios.
El evento estuvo precedido por un hecho similar.
El 6 de mayo la Unión de Estudiantes organizó un ataque contra el Instituto de Investigación Sexual -el primer centro de investigación en sexología en el mundo y un referente cultural de la República de Weimar-, pionero en la investigación de asuntos relacionados con la homosexualidad y la intersexualidad; aunque para los estudiantes nazis, cada vez más radicalizados tras el ascenso de Hitler al poder, el Instituto atentaban contra la moralidad de la “comunidad alemana” y decidieron destruir su biblioteca y quemar todos sus libros y archivos.
A los pocos días, se organizó el bibliocausto con epicentro en la Bebelplatz de Berlín. Aproximadamente 25.000 libros de autores judíos y considerados “no alemanes” fueron incinerados en medio de una orgia de odio, fanatismo y censura. Cerca de 40.000 personas se agolparon en la Bebelplatz para escuchar el discurso de Goebbels -que fue trasmitido por la radio- en contra la “decadencia y la corrupción moral”.
Entre los autores alemanes cuyas obras fueron quemadas se encuentran: Marx, Walter Benjamin, Ernst Bloch, Albert Einstein, Engels, Sigmund Freud, Hermann Hesse, Franz Kafka, Georg Lukács, Carl Von Ossietzky, y Erich María Remarque.
Y entre los no alemanes: Henri Barbusse, André Gide, Víctor Hugo, Scott Fitzgerald, Hemingway, Helen Keller, Upton Sinclair, Jack London, Joseph Conrad, Aldous Huxley, James Joyce, Oscar Wilde, Isaac Babel, Dostoievski, Gorki, Lenin, Nabokov y Tolstoi.
Con la expansión del nazismo tras iniciada la Segunda Guerra Mundial en 1939, los nazis continuaron con su agresiva campaña de genocidio cultural, organizando quemas públicas de libros en todos los territorios ocupados. Antesala del aniquilamiento de millones de seres humanos en el holocausto.
A 90 años de ese primer episodio, en la Bebelplatz reposa un monumento titulado Bibliothek o la biblioteca vacía, obra del artista israelí Micha Ulman, inaugurada en 1993 con motivo del 60 aniversario del bibliocausto. La obra presenta un complejo de estanterías subterráneas vacías. Un impresionante memorial sobre los alcances del fascismo, el fanatismo y la censura.
Ya lo decía el poeta judío-alemán Heinrich Heine en 1820 (sus obras también fueron incineradas en el bibliocausto): “Allí donde se queman los libros, se acaba quemando personas”.