Gracias a la amable gestión de mi amiga Clara Inés Ángel Casas, a quien por afecto llamo prima hermana, restauradora de obras de arte y antigüedades, pude volver a tener en mis manos un libro maravilloso que deseaba añadir a mi biblioteca. Los vínculos familiares de Clara me permitieron rescatar la obra en fotocopias, pues su edición está agotada hace muchos años. Releerla en estos días constituye una cátedra moral y política.
Se trata del libro Diez días de poder popular, de Apolinar Díaz Callejas, referido a los acontecimientos vividos en Barrancabermeja en los días siguientes al asesinato en Bogotá de Jorge Eliecer Gaitán. Entiendo que su publicación ocurrió en el año de 1988, 40 años después de los hechos de que se ocupa. Pero su importancia extraordinaria se deriva de que su autor fue uno de los miembros de la junta popular de gobierno designada por la población.
Un protagonista de primer orden, en pleno corazón de los acontecimientos. A sus 27 años, este abogado cartagenero, se hallaba vinculado a la oficina jurídica y de asesoría a los trabajadores petroleros que encabezaba Diego Montaña Cuéllar en Bogotá. Se le conoció en Barrancabermeja por su actuación en la defensa de los dirigentes sindicales encarcelados en la represión a la huelga adelantada contra la Tropical Oil Company a partir del 7 de enero de 1948.
Dicha huelga, respaldada políticamente por Jorge Eliécer Gaitán, fue concebida como denuncia y oposición a las maniobras que realizaba la empresa norteamericana, obligada a devolver la concesión de Mares en 1951 al Estado colombiano. La empresa había comenzado a desmantelar paulatinamente las instalaciones de exploración y explotación petrolera, lo que a la postre terminaría por afectar los intereses económicos del país.
Lo que exigían los trabajadores petroleros era que el gobierno, en nombre de todos los colombianos, procediera a ocupar y explotar todos los pozos que fuera abandonando la Troco en la Concesión de Mares, para que la nación se fuera preparando para la administración y usufructo de la explotación de los combustibles, lubricantes y derivados. Una huelga nacionalista y antiimperialista, que terminó triunfando con el fallo de un Tribunal de Arbitramento.
En el curso de la huelga, que contó con la solidaridad general de los trabajadores organizados no solo en el Magdalena Medio sino de todo el país, ocurrieron presuntamente actos calificados de terroristas, como un supuesto atentado en Bogotá contra el gerente de la Troco, la ruptura de las líneas telefónicas de la Concesión de Mares, el intento de descarrillar un tren, la perforación de un oleoducto, entre otras. Varios dirigentes sindicales de la USO fueron detenidos.
Aparte de la huelga, que conmocionó el país, sucedían otros hechos de enorme trascendencia. En preparación de la IX Conferencia Panamericana el secretario de estado de los Estados Unidos, general George Marshall, había anunciado que su gobierno esperaba una declaración general contra el comunismo por parte de la conferencia, trasladando su política de guerra fría a todo el continente. La derecha colombiana consideraba a Gaitán uno de tales comunistas.
Y la huelga era calificada como una acción del comunismo internacional. El gobierno conservador y el diario El Siglo replicaban sin miramientos estas infamias. Todo esto en medio de un ambiente nacional devastado por la violencia. Recordemos que, en plena huelga, el 7 de febrero de 1948, Gaitán organizó la llamada Marcha del Silencio, donde pronuncia su famosa Oración por la Paz, exigiendo al gobierno el freno al derramamiento de sangre en todo el territorio nacional.
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En plena huelga, el 7 de febrero de 1948, Gaitán organizó la llamada Marcha del Silencio, donde pronuncia su famosa Oración por la Paz, exigiendo al gobierno el freno al derramamiento de sangre en todo el territorio nacional
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Su asesinato el 9 de abril dio origen al Bogotazo, que muchos prefieren llamar el Colombianazo, por el estallido popular espontáneo que sucedió en el país como respuesta al crimen. El relato de este suceso se compendia de manera admirable por Apolinar Díaz Callejas, antes de pasar a explicar el contexto económico, político y social que permitió a los trabajadores petroleros de Barrancabermeja tomarse el poder en la ciudad y sostenerlo durante varios días.
Conmueve de manera especial el relato que sobre estos días de poder popular hizo la gran prensa nacional, con posiciones nada distintas a lo que hace hoy. Calumnias, falsedades de todo orden, acusaciones e incriminaciones contra los trabajadores y su gobierno popular, cada una de ellas desmontada con la paciente y concisa relación de los hechos por parte de Apolinar Díaz. Quien también nos cuenta de las traiciones del partido liberal y sus pactos con el gobierno.
De la represión posterior, que condujo al alzamiento en armas de Rafael Rangel con las primeras guerrillas derivadas de la persecución del gobierno conservador. Muchos de los episodios descritos por Apolinar Díaz Callejas nos hacen pensar en la extraordinaria similitud con lo que pasa hoy en Colombia. El odio y las pasiones desatadas en los círculos dominantes contra quienes, desde abajo, con base en enormes sacrificios, promueven reformas y cambios necesarios.
