A pesar de pertenecer ambos a la misma familia tradicional de Santa Marta, hubo oposición a esos amores, pues los poetas no eran personas muy respetadas entonces, porque la sociedad los consideraba “locos y “vagabundos”, cuando no badulaques y alcohólicos.
La historia de amor de José Luis y Alba colmó ribetes mitológicos cuando en marzo de 1972 el poeta raptó a su novia y en la travesía ferroviaria de “El Expreso del Sol” la llevó hasta Bogotá, donde vivía la madre del vate samario.
En la Iglesia de Santa Teresita del Barrio Palermo, los enamorados contrajeron matrimonio y días después, en el colmo del amor, José Luis escribió de un tirón ese bello poema que comienza:
Para mi loca vida, al mediodía, / un día más día que todos, el sol regó la lluvia, / y el alba al mediodía aún era Alba, / más sutil que un minuto transparente y más minuto que un océano eterno…
Diez años después, el joven compositor nariñense Iván Benavides, acompañado de su buena amiga la cantante llanera Lucía Pulido, se detuvo una tarde en la feria de libros del Parque Santander, del centro de Bogotá, y allí de pronto, Iván vio un libro de rústica impresión titulado El laberinto, de la autoría de José Luis Díaz-Granados, e impulsado por un instinto irracional comenzó a hojearlo hasta que se detuvo en un poema titulado “Alba”.
Iván visualizó la canción desde el mismo momento en que comenzó a leer verso a verso el texto del autor samario. En menos de quince minutos tenía en su mente la canción completa del poema.
En 1982, “Iván y Lucía”, ya convertidos en el dueto legendario que hoy toda una generación —la de los 80—, los recuerda especialmente por la amorosa balada, estrenó “Alba” no solo en programas de televisión, sino también en bares culturales y peñas populares del barrio Palermo, donde precisamente fue inspirado el famoso poema una década atrás.
En 2022 se celebran 50 años de haberse escrito el poema por parte de José Luis Díaz-Granados y también los 40 de haberse estrenado la famosa canción, compuesta por Iván Benavides e interpretada por este con el acompañamiento sinigual de Lucía Pulido, y singularizada como el himno emblemático de la generación de los años ochenta.
ALBA
Para mi loca vida, al mediodía
un día más día que todos, el sol regó la lluvia
y el alba al mediodía aún era alba,
más sutil que un minuto transparente
y más minuto que un océano eterno.
Cisterna pura donde cabe mi ser entero,
mar de rocío que me acaricia incesante,
patria perenne de mi corazón,
jaula donde descansa para siempre mi alma.
Alba-luz, Alba-sol, Alba-marina,
Alba-día, Alba-siempre, Alba-del-alma,
Alba hoy, Alba-azul, Alba-de-julio,
Alba-amor, Alba-esposa, Alba-dormida,
Alba-verso, Alba-única, Alba-mía.
Navío, vasija, cueva, balandra de mis sueños,
gaveta donde guardo todos mis pensamientos,
cofre donde se esconde mi sonrisa,
donde moran mis ansias y mis recuerdos.
Alba, norte presente, norte eterno,
carne mía, mi sombra, mi gemela,
mi compañera loca, mi pulsera,
mi mágico aposento, mi pequeño castillo,
donde habita el amor.
El poema Alba fue musicalizado en 1982 por los cantautores latinoamericanos Iván Benavides y Lucía Pulido, más conocidos como el Dúo Iván y Lucía, y se convirtió en una de las baladas más populares y emblemáticas de la década de los ochenta.
