En reciente visita al Centro de Bienestar Animal de la ciudad de Pasto me encontré con la escena triste de una cachorrita que se arrastraba en su intento de caminar. Una perrita pequeña, sencilla, humilde y juguetona que enseguida se roba el aprecio y cariño de quienes tienen la oportunidad de conocerla. La habían encontrado tirada en un basurero, encerrada o atrapada en una bolsa negra como si fuera un desecho de esos que se acostumbra a tirar. Pero no, era una indefensa perrita que luchaba desesperadamente por salir de su encierro mortuorio al que había sido condenada inmisericordemente.
De color negro, desnutrida, casi que en sus huesos y en condiciones deplorables es llevada al refugio animal en un intento desesperado de salvar lo poco que quedaba de ella. Su llanto, su desconfianza en los hombres y su alta vulnerabilidad obliga a brindarle primeros auxilios por parte de sus rescatistas. Destacan sus grandes orejas, su inmenso cariño y su avanzada desnutrición soportada y padecida desde el vientre de su madre, una perra tan callejera como ella y tan abandonada a su suerte como el más infeliz de los mortales.
El diagnóstico no podía ser más triste y lamentable, Nala sufre de un seudoraquitismo, que es un caso de nacimiento causado probablemente porque su madre no se alimentó durante su gestación. El caso de cientos de perros en las calles colombianas que deben afrontar condiciones de hambre, frío, abandono e insensibilidad humana.
Vimos a Nala desde la distancia, tratando de socializar con otros perros del refugio animal que la rodeaban en su intento de cuidarla y protegerla. Difícilmente se arrastraba sobre el piso en actitud de lucha y deseo de imponerse sobre todas esas adversidades que tuvo que afrontar desde temprana edad, desde los primeros instantes de su azarosa y desafortunada vida. Su historia es, con seguridad, la misma de cientos y de miles de animales que deambulan en búsqueda de alimentos, refugio y algo de protección.
Para Nala nada ha sido fácil y, por el contrario, sus días se tornaron en tórridas páginas de abandono y dolor. Su condición de avanzada desnutrición y su consecuente seudoraquitismo la condenaron a padecer de huesos deformes y débiles que le impiden caminar en condiciones de normalidad.
Afortunadamente, también existen en este mundo insensible personas, entidades y organizaciones públicas y privadas que entendiendo y haciendo suyos los padecimientos de estos seres, se preocupan por tratar de rescatar y recuperar su angustia y dolor a cientos de animales que requiereAn ayuda y atención inmediata.
Nala encuentra en su camino, en su caminar, en su lucha y en su indefensión la mano amiga del Centro de Protección Animal de Pasto, que sin dudarlo un solo momento la acogen con el cariño y el respeto que merece.
Y es ahí donde también encuentra la generosidad de dos personas que se conmueven de su situación y le ofrecen un hogar, una mano amiga, la posibilidad de amor y mucho cariño. Se trata de dos animalistas que sienten en carne propia la dolorosa y angustiosa situación de Nala y la llevan a su hogar en espera de una recuperación asistida por personal profesional de ese centro: Alejandra Puertas Gomezjurado y María Isabel Benavides.
Agradable encontrarse con seres de tanta sensibilidad que nos permiten afirmar que aún queda esperanzas en el corazón de los hombres. Nala encontró en su camino a estos dos seres y a sus familias que generosas le ofrecen todo ese aprecio que, seguramente, su madre trató de brindarle en estas frías calles donde la indolencia y la indiferencia se expresan cotidianamente ante seres indefensos, buenos e ingenuos como ellos.
Transitoriamente, Nala encuentra este hogar de paso mientras logra recuperarse de sus quebrantos. Esperamos ese final feliz cuando encuentre definitivamente un adoptante que le ofrezca su hogar. Se encuentra protegida, querida, mimada y hasta consentida. Desafortunadamente no es el destino de otros perros que no encuentran su ángel protector, y viven y mueren sin recibir el cariño que buscaron infructuosamente entre los hombres.
Pero justo en el momento justo que terminaba de escribir esta nota, recibo la triste noticia de la muerte de Nala. Sus dolores y sufrimientos le vencieron a la vida. Paz en su peluda tumba. Una disculpa a ella por tanto padecimiento y abandono. Que el cielo se abra a su presencia de ángel....