A raíz del artículo Francisco, en la patria de los narcos, del 9 de septiembre en El Mundo, de Madrid, he aquí unas consideraciones:
El autor, José Manuel Vidal, exsacerdote, autor de varios libros relacionados con las religiones, pisotea el principio elemental –que no siempre se practica— del periodismo, la imparcialidad, y se dedica a denostar y a ofender, no solo a Medellín, sino a toda Colombia, puesto que el oscuro pasado, en muy buen grado, se ha superado y no es conveniente retrotraer tal situación, que a nada bueno conduce.
En el Diccionario de la Real Academia Española, se lee:
Imparcialidad. f. Falta de designio anticipado o de prevención en favor o en contra de alguien o algo, que permite juzgar o proceder con rectitud.
El buen periodista, el imparcial, no tiene necesidad de herir susceptibilidades para demostrar un hecho: para eso está el lenguaje prudente, que no suscita pasiones.
Además, el artículo de marras está plagado de errores lingüísticos.
Entonces, la deducción simple es que, si como este artículo son sus libros, no se justifica adentrarse en su pensamiento.