La caída del imperio de Silvia Gette

La caída del imperio de Silvia Gette

La exrectora acaba de ser condenada por el delito de soborno. Los años de opulencia de la argentina quedaron atrás, y ahora recluida en la cárcel del Buen Pastor, los millones le sirven poco

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agosto 02, 2015
La caída del imperio de Silvia Gette

El 10 de febrero de 2013 Silvia Gette cometió un error que la acabó de hundir. La exbailarina y exrectora de la Universidad Autónoma del Caribe envió a su abogado Arcadio Martínez con un paquete que contenía $250.000.000 (doscientos cincuenta millones de pesos), para que se los entregara a un emisario de Édgar Ignacio Fierro, alias Don Antonio. La estrategia era pagar por el silencio y el cambio de versión del paramilitar sobre sus declaraciones frente al asesinato de Fernando Cepeda Vargas. Homicidio del cual Gette era acusada. Con lo que no contaba la exrectora es que alias Don Antonio, preso en La Picota, previamente había denunciado el soborno ante las autoridades. Incluso, tenía como prueba una grabación donde se escuchaba la voz del abogado ofreciendo el dinero, pero además, donde le pedía otro favor: Que hablara en contra del Abelardo De La Espriella, abogado de la viuda que dejó el ganadero Cepeda. La Fiscalía le creyó a Don Antonio y llegó a un centro comercial de Barranquilla donde grabaron en vídeo al abogado Arcadio Martínez sellando el delito. Silvia Gette negó todo y dijo que esto hacía parte de un montaje en su contra. Pero un mes más tarde, la exrectora fue detenida y recluída en El Buen Pastor de Bogotá.

El tire y afloje empezó tan fuerte que hasta el disco compacto que contenía las grabaciones telefónicas de Don Antonio y el abogado Arcadio Martínez desapareció de la Fiscalía. Sin embargo, Abelardo De La Espriella tenía en su poder varias copias porque según él: “Sé de todo cuánto es capaz esa señora”. Entonces empezaron a aparecer testigos de parte y parte. Por el lado de la acusación en contra del abogado Martínez y Silvia Gette, media docena de exparamilitares declararon sobre supuestas propuestas que les habían hecho para enredar el caso de la muerte de Fernando Cepeda. Por el lado de la versión de inocencia de Gette, aparecieron otros desmovilizados que le echaban la culpa a De La Espriella y a María Paulina Ceballos, viuda del asesinado Cepeda, de querer hundir como fuera a la exrectora de la Universidad Autónoma del Caribe. Vale la pena recordar que Gette se había casado con el papá de María Paulina, el señor Mario Ceballos Araújo, fundador de la universidad.

En estos dos años el caso rodó por las manos de varios fiscales: uno desestimó pruebas, otro aplazaba y aplazaba audiencias, otro se abstuvo de resolver y otro hasta negó la solicitud de declaraciones de varios testigos. Pero con el traslado a Bogotá todo cambió. Después de una docena de audiencias, algunas aplazadas o porque Silvia Gette aducía enfermedad y otras porque Arcadio Martínez no tenía abogado, el juicio se extendió. Pero en la mañana de este viernes 31 de julio de 2015, la Juez 34 de conocimiento de Bogotá comenzó a destapar las cartas que sorprendieron a todos los asistentes: “Quedó demostrado, por los testimonios que la Fiscalía presentó contra Silvia Gette Ponce, que se estaban ofreciendo dineros para alterar el proceso”, dijo la juez. Pero el recinto quedó en silencio cuando pensaban que se iba a absolver a los detenidos en el momento en que la juez advirtió que no se habían tenido en cuenta las grabaciones suministradas por Don Antonio, en tanto no se había podido determinar quiénes hablaban en la conversación. Sin embargo, llegó el momento esperado. El falló dictaminó que: "Acorde con las pruebas emitidas, el sentido de fallo será de carácter condenatorio para la señora Silvia Gette Ponce y el señor Arcadio Martínez”. Los dos acusados fueron declarados culpables. Sin embargo los años de condena solo se sabrán hasta el próximo 14 de agosto. Según expertos la condena no será menor a 10 años de prisión. Es de advertir que pese a esta primera sentencia, Gette seguirá en el proceso frente a la muerte del ganadero Fernando Cepeda.

Pero el imperio de Silvia Gette es tan gigante que se puede esperar hasta un giro a su favor.  Ahora se descubrió que sus tentáculos son más grandes de lo que se pensaba y que trascienden la rentable estructura financiera de la Universidad Autónoma del Caribe, de la que fue su rectora durante una década. La fortuna de Gette deriva de un jugoso negocio provenientes de las arcas de la Universidad. Todo indica que no sería un entuerto de yo con yo, porque los dineros que le entran a la institución provienen de sus más de 11 mil estudiantes, sino un entramado económico que obliga a que una gran parte de los recursos lleguen a engordar las cuentas de su exrectora Silvia Gette.

Hace nueve años la exrectora creó el Instituto de Lenguas del Caribe EU, que es contratado por la Autónoma para dictar cursos de lenguas extranjeras a la totalidad de los estudiantes. El contrato tuvo un valor de 2800 millones de pesos en el 2011, al año siguiente fueron $3000 millones y en lo que va del  2013 ya le han girado más de $1400 millones. La universidad asume los costos de mantenimiento, servicios públicos, limpieza y celaduría del  edificio de siete pisos donde opera.

Igual hizo con la Academia de Arte y Cultura del Caribe, que la Universidad contrató para dictar las clases de artes, danzas y coros y por el que Gette ha recibido 380 millones de pesos. La empresa de publicidad Ponce Visión, de la cual la argentina es la socia mayoritaria, recibió por prestación de servicios en los últimos 30 meses cerca de $384 millones. Por las tres empresas Silvia Gette recibió 8161 millones de pesos en menos de tres años.

Pero los negocios no terminan allí. La Universidad le alquila edificios de su propiedad, como ocurre con la facultad de Derecho, por cuyo arriendo recibe  234 millones de pesos anuales. Igual sucede con el edificio de Posgrados cuyo alquiler le representan otros 68 millones de pesos anuales. Por la  sede de la Clínica Jurídica, también de su propiedad, se embolsilla otros $62 millones al año. Una caja menor de arriendos que le representa un millón de pesos diarios, sin tener que mover un dedo. Y algo peor, la universidad ha sido la encargada de financiar la remodelación de las propiedades de la Gette, con cambios estructurales de fondo como el que hizo el edificio de la facultad de Derecho por $750 millones y la casona de la Clínica Jurídica cuya inversión en adecuaciones locativas superó los $200 millones.

Sus dominios van más allá de Barranquilla y el Caribe. Cuenta con una polémica fortuna en Estados Unidos en donde inició sus inversiones desde 1995 cuando empezó la compra de predios que ya completa diez solo en la Florida. Según la Unidad Investigativa de El Tiempo, fueron cinco propiedades adquiridas en sociedad con Mario Ceballos, fundador de la Universidad Autónoma, con quien se casó y quien murió en el año 2003, curiosamente dos meses después del asesinato de Fernando Cepeda. En total adquirieron 13 propiedades en los Estados Unidos, nueve de ellas en las que aparece la firma del desaparecido Ceballos.

 - La caída del imperio de Silvia Gette

Gette llegó en 1987 junto a la compañía de baile Pepe Bronce. En una de sus presentaciones conoció al fundador de la Universidad Autónoma del Caribe, el señor Mario Ceballos quien se enamoró de aquella despampanante argentina. FOTO: Primicia Diario

La posesión patrimonial también adquirió otro estadio: el empresarial. Desde aquellos años de romance entre Gette y Ceballos, ella comenzó a crear empresas en la Florida. La primera que constituyó en 1996 fue Kalamari Investment Corp., creada junto a Silvia Borell, una agente inmobiliaria en la ciudad de Miami. Con el transcurso del tiempo Gette armó cuatro compañías más en suelo americano: Gette International Investments en el año 2006; Universidad Autónoma del Caribe INC en el año 2010 y UAC Holding LLC en el 2012, empresas en las cuales se registran como socios los costeños Orietta Bustamante, Mariano Romero y Paul García. En el año 2010 crea, de nuevo con Silvia Borell como socia, la compañía Calemacar LLC. Así mismo, la señora Borell es socia de Guillermo Gette -hermano de Silvia- en la compañía Banana Cou Corporation.

El mantenimiento de la mansión familiar de los Gette en Barranquilla, Villa Campestre, también corre por cuenta de la Universidad, según la información del abogado  De La Espriella.  La ama de llaves es Patricia Martínez quien aparece en la nómina de la universidad, a quien además, se le han endosado prestamos desde la institución. Los dos guardias que cuidan la lujosa edificación  forman parte de  una empresa de celaduría que paga Uniautónoma, igual que los conductores de los carros  en los que se movilizan los hijos de Gette, Luis Polo y Jorge Perozo y de los escoltas Leonardo González y Héctor Londoño que los cuidan.

La parentela Gette también aparece dentro de la estructura de la Autónoma del Caribe. Guillermo Gette, hermano de Silvia, es el administrador de las cinco cafeterías y el restaurante de la universidad, ubicados en el  campus, sin pagar servicios públicos. Luis Gette, su otro hermano, fue el antiguo director administrativo de la institución, quien debió ser remplazado como resultado de una auditoría que arrojó un gran descalabro financiero. Su sobrino Christian es el director del polideportivo quien está investigado por la Fiscalía presuntamente por ser cabecilla de una red de falsificadores de pagos de la universidad. Andrés Gette, el otro sobrino forma parte de la nómina de Radio Cultural Uniautónoma 94.1 FM.

Cuenta con  un séquito de personajes que no son de la familia pero que la representan en los puestos directivos claves: el Consejo Directivo y la Sala General. Las investigaciones le tienen la lupa puesta a Orlando Saavedra Magri, un egresado Honoris Causa, quien hace parte tanto del Consejo como de la Sala y cuyo suplente es Christían Gette, quien tampoco ha demostrado poseer títulos profesionales.

Zoila Turbay, la gerente del Fondo de Empleados  de la Universidad Autónoma es miembro principal en el Consejo Directivo y  remplaza a  Silvia Gette en la Sala General. Cabe recordar que desde hace algún tiempo el Fondo de Empleados es objeto de investigaciones por la Superintendencia de Economía Solidaria tras haber detectado movimientos económicos extraños, como prestamos exorbitantes a la Gette y a la propia Zoila Turbay.

También formaba parte de su circulo más intimo el señor Leonardo Reales, miembro de la Sala General y del Consejo Directiva, cuya suplencia la ejercía su pareja sentimental el arquitecto José Sierra Dávila. Reales trabajó en la Defensoría del Pueblo desde el año 2008 pero nunca advirtió sus actividades en la universidad, situación que iba en contravía de su ejercicio como funcionario público. El periódico El Heraldo denunció la anomalía y Reales se vio obligado a renunciar el pasado 26 de julio de 2013.

De izquierda a derecha: Leonardo Reales, Lilia Cedeño y Orlando Saavedra - La caída del imperio de Silvia Gette

De izquierda a derecha: Leonardo Reales, Lilia Cedeño y Orlando Saavedra

Abelardo De La Espriella ha denunciado que del Instituto de Lenguas del Caribe, de la empresa Ponce Visión y de la Academia de Arte del Caribe, salieron 800 millones de pesos para convencer al abogado Martínez de auto incriminarse respecto del supuesto plan de soborno a alias ‘Don Antonio’. Planes y dineros que habría manipulado en las calles de Barranquilla la decana Lilia Cedeño.

Hay además otro personaje oscuro que la ronda. Se trata de Juan Carlos Rada, quien actuaba como Jefe de Seguridad en  la Universidad Autónoma del Caribe. Según los testimonios de los paramilitares alias ‘Don Antonio’ y Jhonny Acosta alias ‘28’, Rada fue el enlace entre ese grupo insurgente y Silvia Gette para el asesinato de  Fernando Cepeda. El ex jefe de seguridad estuvo preso por paramilitarismo en el año 2005 pero hoy se encuentra evadido de la justicia en Argentina. Curiosamente, Rada sigue recibiendo 20 millones de pesos mensuales de la Universidad  por cuenta de su participación en la sociedad de UAC Tecnología de Punta INC, la cual le provee los servicios de circuito cerrado de televisión a la institución. En los papeles de la empresa este fugitivo aparece como socio de Ricardo Saavedra, hijo del mencionado miembro de la Junta Directiva, Orlando Saavedra.

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