El pasado lunes, en el marco del Festival Internacional de Documental DocsBarcelona+Medellín, y en un teatro prácticamente lleno, se estrenó el documental La vida es sagrada; estuvieron presentes los dos protagonistas: Antanas Mockus y Katherine Miranda, así como el gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, y el senador John Sudarsky, entre otros. El filme nos presenta los días previos a las elecciones presidenciales de 2010 y algunos de los episodios más importantes en la vida del excandidato durante los meses y años posteriores a dichas elecciones. La película nos permitió también descubrir a Katherine Miranda, pieza fundamental en la campaña de Mockus, y rememorar aquella Ola Verde de esperanza que surgió en el país.
Sobre la película, puedo resaltar tres o cuatro frases que me llamaron poderosamente la atención, aunque no recuerdo cómo fueron formuladas exactamente. En un momento dado, Mockus, al conversar con su madre lituana, recibe sendas respuestas de la anciana:
Antanas: ¿Crees que he conseguido mis objetivos?
Madre: La verdad, muy pocos.
Antanas: Al menos la gente dice he dejado un legado en el país.
Madre: La gente, no, tus amigos.
Estas afirmaciones de la mujer hicieron estallar la sala en risas. Luego, después de aceptar la victoria de Santos en 2010, uno de los miembros de la campaña, en medio de una gran frustración por los errores cometidos por su jefe, exhala: “Hay que matar a Mockus… ¡simbólicamente!”. Más tarde, una persona que apareció furtivamente en el documental soltó algo como: “¡Mockus, la guerrilla no se combate con lápices! ¡Vea cómo quedé por luchar contra la guerrilla!” Gracias a una cámara ubicada detrás del hombre pudimos ver que tenía una gran cicatriz en el ojo izquierdo; lucía desfigurado. Finalmente, una mujer, que parecía caminar hacia las urnas, le responde a un miembro del partido verde que le ofrece una manilla el día de las elecciones: “Yo no necesito manillas. ¡Yo necesito plata!”
Estas anécdotas me llevaron a formular algunas preguntas que me habría gustado plantearles a los protagonistas en un debate/conversación posterior a la proyección. Lamentablemente, no hubo dicho intercambio con el público y Antanas se limitó a responder a las preguntas de la conductora del evento. Así pues, me hubiera gustado saber qué aprendió el profesor Mockus de la campaña de 2010, por qué cree él (y Katherine) que se creó la Ola Verde en 2010 y cómo se explica que en el 2014 ya prácticamente no existiera; qué habría pasado si Sergio Fajardo hubiera sido el candidato presidencial del partido en 2010, y cómo hacer llegar hoy las ideas de Mockus a un pueblo que es en buena parte guerrerista, de poca memoria, ciegamente religioso, poco educado en general, y en particular en política, que grita (con cierta razón) que con lápices no se derrota a la guerrilla y que cree que las guerrillas son las únicas causantes de la violencia en el país.
También hubiera querido decirle a Mockus que, para mí, una de las razones por las cuales sus ideas no han cuajado en buena parte de la población colombiana es porque se está haciendo llegar el mensaje casi exclusivamente, y a menudo y sin una buena estrategia de comunicación, a adultos que han crecido en medio de una cultura y un discurso de guerra e intolerancia. Por ende, me parece que la clave está en trabajar desde la base, o sea desde los niños; hay que inculcarles ideas, ejemplos y modelos de paz, y educarlos para que sean verdaderos ciudadanos, y eso no puede quedar solo en manos de los profesores, las ONG’s o las asociaciones caritativas, civiles o políticas. Todos nos tenemos que “untar” si queremos que la situación del país cambie profundamente.
El año pasado tuve la oportunidad de hablar sobre Venezuela con Maurice Lemoine, periodista francés experto en América Latina de Le Monde Diplomatique, quien me decía que líderes como Hugo Chávez nacen una vez cada 50 años. Aquí en Colombia tenemos al maestro Antanas Mockus, que no logró ni logrará llegar a la presidencia de la República, pero que ha sembrado una semilla en muchos colombianos que creen visceralmente en el camino que él ha marcado y que están luchando para que este país cambie. ¿Nos tocará esperar 50 años más para ver a alguien con sus ideas y humanidad llevar las riendas de este país?
La proyección fue pues un merecido homenaje al legado del maestro Antanas Mockus, a sus aciertos y errores, porque de ellos todos hemos aprendido.