El país inicia nuevamente, casi con fatiga, un nuevo certamen electoral, ahora por los mandos regionales, es decir, lo departamental y municipal; varias reflexiones:
¿Han visto Señoras y Señores, la postura de los partidos políticos que más que una propuesta, por ante sus candidatos, se abarrotan en la concentración de votos a lo que dé lugar para alcanzar la victoria en cada segmento electoral? ¿Y la gente del común, aquella que no está al tanto de avatar político, pero a quienes sí afecta, se pregunta cuál es la diferencia entre uno y otro postulado? Y, ¿acaso no eran aquellos los grandes rivales y cuasi enemigos de hace un año largo, a quienes se ve ahora en derroche de amistad, elogio y aplauso? Y, ¿no que los programas eran tan diversos que hace doce meses se señalaban hasta de traiciones inconfesables frente a las cámaras y a los micrófonos? En fin y, ¿no eran los seguidores irreconciliables adictos, en posición de posesos frente a unos y en descarte de otros? En pocas palabras, hace unos 365 días la política era otra, ¡y, qué otra!
Un espectáculo entre cómico y deplorable, sea la verdad dicha, respetando los gustos y sabores de cada cual, enseñan a mentir, a irrespetar y, hasta a…. La política así, comparte las características de algunos de los denominados reality: entre cómico, trágico y, algo más… Miren ustedes; ya se habla de las sagas de los avales; qué risa, al mejor postor de lo que sea; dolor, traición, embeleco, furia, decepción hasta, eso sí… la próxima elección, en donde, así como van las cosas, otros serán los traicionados, manipulados y, por supuesto, excluidos y… qué curioso, por las mismas razones que ahora, qué casual, lo son los de la presente contienda.
El ‘juego del poder’ o por llegar a él, se ha convertido en un ‘juego de azar’, sin reglas de igualdad, sencillamente la suma de sufragios a como dé lugar.
Un aval, que era la expresión de empoderamiento de unas ideas y, por allí se arrancaba a la prohibición a la doble militancia ya la disciplina de partido, pasó a ser un requisito más de inscripción de una aspiración que juega en la toma del poder, sin más, pues nada enseña o dice.
El ciudadano de a pie, quién paga sus impuestos, trabaja para sostenerse, para la educación de los hijos, es el verdadero afectado de este panorama devastador; ¿a qué juega la democracia, o a qué le juegan en democracia? Por supuesto, va votar, de pronto a botar su posibilidad en un campo minado por la corrupción y la violencia. Es más, sé noticia que varios candidatos han tenido, tienen inconvenientes con sus credenciales y, hasta amenaza de cárcel por procesos anteriores o condenas que se ofrezcan. Horror.
Los mandatarios que de allí salgan elegidos, en semejante cocimiento de circunstancias, son precisamente los que van a poner en orden y diligencia la cosa pública frente a la sociedad, a sus electores y a la puesta en blanco y negro de lo que venga de La Habana. Una paz construida por un acuerdo, diálogo o negociación que se va a desarrollar en ese el campo infértil de la cosa pública.
Y es que, además, si la subversión va a entrar en la legalidad, a lo cual se aspira, ¿será entonces que ella va a luchar por el planteamiento contra de la corrupción y, a favor del desarrollo? Impensable, pero así, posible; ¿gracias a la preocupante operación de la institucionalidad, se está entregando el Estado a lo que venga de La Habana, sin pudor y sin recato? En una palabra: la institucionalidad poniéndose en riesgo y, la subversión tomando las banderas del Estado. El mundo al revés.
¿No sería hora Señoras y Señores que los partidos políticos, repiensen los avales, presenten propuestas y garanticen su cumplimiento? ¿O, se dejaron quitar su labor?
De lo contrario, se desperdicia el esfuerzo que da la democracia, se entrega el Estado a las fuerzas que vienen y allí, todos incluidos, los que han de ser aceptados en la política, perdemos.
