En los últimos dos meses, Colombia ha vivido diversidad de situaciones que le han marcado la vida a muchos y le han alborotado el destino a otros. Bombas, ataques, peleas, sorpresas, partidos de fútbol, mesas de negociación, pedidas de renuncia, críticas a procesos y ley de garantías, entre otros, son elementos que integran esta larga de lista de infortunios, aciertos y esperanzas.
Muchas veces escuché a mi mamá repetir la frase. Y para todo. Es que el adagio 'del afán solo queda el cansancio' le cabe a todo y sale con todo. Para regaños, para moralejas, para felicitaciones. Siempre que quise un juguete con afán, tiempo después me lo dieron con mejoras y escuché la frase: 'Si ve hijo, que del afán no queda sino el cansancio'. Cuando pedí permisos para ir a fiestas, y me los dieron después de varios meses, me aplicaron la misma dosis. Igual me pasó con las novias: no repetí dosis, pero sí llegaron algunos besitos anhelados.
Pero por estos días del afán de solucionar solo ha quedado el cansancio de quejarse, maldecir y exigir. Y hago referencia a las situaciones que actualmente se viven en el país. Una de ellas, el bendito proceso de paz con las Farc. Para muchos, el Gobierno debería levantarse de la mesa y dejar el proceso al garete; para otros no.
Es bien difícil tomar partido porque hay quienes quieren la paz, negociada en la charla, y hay otros que la prefieren en el campo de batalla. Pero sobre el asador ya existe un proceso que, a trancas y a mochas, ha avanzado. Será que le dejamos al afán el destino del país que le corresponde a nuestros hijos y sobrinos? Será que nos cansamos y dejamos de dar la pelea por el país?
Otro caso.
Y este tiene que ver con lo que hago. Muchos detractores de la restitución de tierras, proceso en el que trabajo, quieren que las tierras sean devueltas a los campesinos lo más pronto posible, sin importar las situaciones de seguridad que se viven alrededor de los predios entregados, los avances que se han logrado y el trabajo inmenso de reconciliación que se ha conseguido entre los campesinos.¿Será que le dejamos al afán el retorno de estas personas, arriesgándolas a que sean nuevamente acosadas, ultrajadas y atacadas, o presionadas por aquellos que quieren ganar terreno a costa de su sufrimiento?¿Será que debemos cansarnos de trabajar porque estos campesinos retornen con todas las garantías, y mejorarles así su calidad de vida?
Otro ejemplo, vivido durante un mes.
La selección colombiana de fútbol llegó a la Copa América de Chile, como uno de los favoritos. Estrellas deslumbrantes que nunca habíamos tenido, sufrieron la responsabilidad de cargar en los hombros el favoritismo de muchos, sin musitar palabra o renegar. Jugadores con un montón de partidos encima; jugadores con pocos partidos; jugadores que definitivamente no juegan en sus equipos; y jugadores conectados a las redes que, de primera mano, les proporcionan la información buena y mala que se publica, de ellos. Pobres muchachos y pobre José Pékerman.
Muchos lo daban como presidente de Colombia y celebraban la idea de que el técnico argentino continuara por siempre con el equipo. Pero se presentó el resbalón y ahí le cayeron: pidieron su cabeza; algunos dijeron que James es un pechifrío; varios se olvidaron de lo que Falcao hizo por la selección, antes del mundial del 2014. Entonces, ¿será que le dejamos el afán a los hinchas bipolares y faltos de memoria (algunos periodistas deportivos sufren el mismo mal), para que acaben con la ilusión y el camino construido? ¿O será que debemos cansarnos de un proceso profesional, que trabaja a paso seguro, y que ha convertido a nuestros deportistas en ejemplo?
Definitivamente en Colombia nos pasa lo que nos pasa por colombianos. La inconformidad injustificada parece haberse unido a la envidia, a la incomprensión, a la terquedad y a la soberbia para desatar la furia y convertir este país en tierra de fáciles y panditos.
Siento pesar por aquellos que, con honestidad, trabajan por la paz del país... (hay muchos que se declaran satisfechos, solo por conveniencia).
Siento pesar por aquellos que, con honestidad, trabajan por el regreso de los campesinos a su casa... (hay muchos que exigen celeridad, sin tener en cuenta las consecuencias del acelere y el futuro de muchos).
Siento pesar por Pékerman que, postulado antes para mandatario, vive ahora en boca de todos y catalogado como mediocre y hasta ladrón (hay muchos que creen que se debe ir).
La invitación es a ponernos en los zapatos del otro, pero sin afanes. Todos queremos la paz, el regreso de los campesinos a sus tierras, un tráfico ordenado, menos robos, más equidad, mejores condiciones de vida y que la Selección Colombia juegue bien y haga muchos goles. Todo, con tranquilidad.
Que fácil es joderle la vida a las personas. Y qué barato sale.
@HernanLopezAya