La perra fue adoptada por Gustavo Petro hace tres años en la dura pelea que dio el alcalde de Bogotá para no ser destituido por el procurador, Alejandro Ordóñez. De inmediato Petro le dio al can un hogar en el Palacio Liévano y la bautizó Bacatá, en honor al legendario cacique. La perra se convirtió en un símbolo dentro de esta administración, al punto que se le puso un cuidado especial. Sin embargo, el animal acaba de morir en circunstancias desconocidas. Bacatá será cremada y sus restos esparcidos en los jardines de la alcaldía.
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