Esponjas
de vientos secos
se llevan con el aire
la frescura
del húmedo posible.
Desvisten la península
y el verde de la vida fértil
se convierte
en la vidriera
adusta de lo estéril.
Y en las arenas
de lo infértil
la vida no concluye,
no termina.
Las pisan hombres
obstinados
de largas túnicas y cabras.
O... árido desierto
de la angustia
O... arenas calcinadas,
promotoras de la ausencia
del hombre permanente.
Todo se vuelve nómada
o es una simple
invitación a serlo
desde las horas primerizas
hasta las dunas rojas,
desde las tardes del crepúsculo
hasta la misma autoridad.