Primero la gente, porque el objetivo de quien aspira a ser gobernante de una ciudad, municipio o departamento, debe ser principalmente el desarrollo humano, desarrollo que pone en el centro las políticas públicas orientadas a elevar las capacidades y las oportunidades de todas las personas, independientemente de su condición, clase social, orientación política o de creencias religiosas, o de género.
La preocupación de los gobiernos es apostarle a invertir en grandes obras de infraestructura que permita mostrar más desarrollo y modernidad urbanística, pero que invisibiliza la brecha existente en materia de equidad social. Contrariamente, un buen gobierno muestran un mejor crecimiento en sus políticas, cuando hay un mayor desarrollo que permita reducir la brecha social, atendiendo y mejorando la calidad de vida de las personas en materia de salud, educación, seguridad alimentaria, vivienda, empleo, seguridad ciudadana, lucha contra las desigualdades y la discriminación, en el marco del respeto y protección de los derechos humanos.
En el análisis de las políticas sociales para superar la crisis, se debe considerar el diálogo y la concertación permanente con los ciudadanos, como un proceso de articulación y generador de alianzas, para conocer las consecuencias de la problemática social y desde esa perspectiva emprender las soluciones. El camino para erradicar las desigualdades y alcanzar un mejor bienestar para los ciudadanos, pasa por un profundo cambio en las relaciones entre gobernantes y gobernados, para que las políticas sociales sean más incluyentes, participativas y de beneficio para la población más vulnerable y pobre de la ciudad; entendiendo que el desarrollo humano sostenible exige la atención prioritaria a la gente.
De igual manera las desigualdades incluyen aspectos políticos, sociales y de falta de oportunidades económicas. Una sociedad democrática es aquella que se basa en principios humanistas, en la que estemos en capacidad de compartir la riqueza y no solo distribuir la pobreza; mejorando las oportunidades sociales de los menos favorecidos, promoviendo su acceso al desarrollo social, ambiental, a la cultura, las libertades y a la construcción de ciudadanía, factores que permitan devolver la dignidad humana a miles de personas hoy excluidos. Así mismo, un aspecto fundamental de un buen gobierno es que la ejecución de todos los planes, programas y proyectos se basen en los principios éticos de la transparencia y eficiencia, como elementos que garantizan y salvaguardan nuestros valores y la confianza en nuestras instituciones gubernamentales; promoviendo la democracia participativa, y la participación comunitaria.