A Mara Wilson el mundo entero la vio hacer flotar libros, vasos -e inclusive personas- por los aires en 1996 cuando tan solo tenía nueve años. Para entonces, la pequeña actriz había hecho un par de películas pero la cinta que la inmortalizó en el cine sería Matilda, donde interpretaba a una niña prodigio que tenía poderes mentales. Diecinueve años después del estreno de la película que la llevó al estrellato, confesó en un vídeo difundido por UROK (Una organización que busca ayudar a los jóvenes con problemas mentales) que toda la vida ha sufrido de ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo y severas depresiones. En el vídeo cuenta cómo ha sobrellevado los problemas y recomienda algunos ejercicios de respiración para quienes también los padezcan.
Mara tenía tan solo cinco años cuando le dijo a sus padres que quería hacer castings para protagonizar los mismos comerciales que su hermano mayor. Éstos, en principio se negaron a la petición de la pequeña, por miedo a que el rechazo en las audiciones desarrollara algún trauma, pero tras la repetida insistencia terminaron apoyándola. Contrario a lo que pensaban los padres, Mara nunca fue rechazada y no pasó mucho tiempo antes de que llegara a ser la hija del desaparecido Robin Williams en Mrs. Doubtfire, participara en otro par de películas y cantaría en la 67 entrega de los Premios Óscar. Todo eso antes de consagrarse como Matilda. De aquellos días como actriz recuerda que había todo un equipo de producción a su alrededor esforzándose por hacerla lucir como todo el mundo quería que luciera; tierna. Ella, por su parte, solo obedecía. Se dejaba arreglar y vestir para ser convertida en la próxima Shirley Temple, tal cual los estudios cinematográficos querían hacer con ella. A diferencia de muchos otros que alcanzan la fama desde la infancia, nunca tuvo que lidiar con problemas con el alcohol o las drogas. Cree que fue gracias a que ella misma decidió actuar y sus padres, lejos de forzarla a ello la prepararon para afrontar lo que se vendría con la fama.
El momento más duro de aquella época fue cuando el cáncer le arrebató a su madre durante el rodaje de la misma película que le hizo famosa. Por esa razón la cinta fue dedicada a la memoria de su progenitora en los créditos. Sin embargo, Mara no volvió a tener ningún otro papel de mayor relevancia. Así como fue ella misma quien decidió actuar, también fue por decisión propia que dejó de hacerlo. Prefirió ir a la universidad y dedicarse de lleno a la escritura.
No quiso seguir actuando porque consideró que dicho arte no deja mucho espacio a la creatividad pues se trataba de repetir una y otra vez las mismas acciones hasta que el director considerara que estuviera bien. En efecto, hoy dice que es difícil saber si un actor es bueno o malo pues a la hora de ver una actuación en pantalla, no se sabe cuáles decisiones son del director y cuáles del actor. Sus mejores momentos actuando fueron aquellos en donde el director la dejaba expresarse verdaderamente, como sucedía de vez en cuando con Danny DeVito durante el rodaje de Matilda. Decidió irse por la escritura pues en el fondo siempre supo que esos años como actriz eran tan solo una experiencia mas no un camino de vida, pues lo que más le gustaba de sus películas era el solo acto de contar una historia.
Mara Wilson hoy es más dramaturga que actriz, faceta que esporádicamente retoma. De su infancia como niña estrella guarda muy buenos recuerdos pues su presente es muy distinto. Se le puede seguir en su cuenta de twitter en donde casi 200.000 personas están pendientes de lo que escribe. A sus 27 años vive en Nueva York, ciudad de la cual ama el anonimato que puede mantener al andar por sus calles. No obstante, nunca falta quien reconozca su parecido con Matilda. Le sorprende que gente de 19 años, aun menores que ella hoy día puedan reconocerle, pero cuando pasa simplemente sonríe y explica la verdadera razón del parecido con la niña de la película de los años noventa.
