Hoy no tengo duda alguna, que el mejor equipo colombiano lo ha dirigido el señor José Pékerman. No quiero olvidar el famoso 5-0, tampoco quiero dejar a un lado el seleccionado que se llevo en el 2001 la Copa América, la primera y única (hasta el momento) que tiene en sus vitrinas Colombia.
Ayer Colombia no jugaba por los tres puntos exclusivamente, ni tampoco salió a buscar el resultado por temor a quedar eliminada del certamen más antiguo de selecciones. Era el partido de la revancha, un partido por el honor, por el desquite, por ese inolvidable 4 de julio, por demostrar que en el presente somos un equipazo, y que Brasil, como Argentina y Uruguay, han pasado de ser favoritas a legendarias, a tener que recordar a esas selecciones de antaño que goleaban, pisoteaban con facilidad a los demás equipos del continente, hoy se escribe otra historia.
No olvidamos al arbitro español Carlos Velasco, tampoco le quitamos mérito al equipo de Valderrama, a la labor que realizó Francisco Maturana y los goles de Rincón y Asprilla, que nos dieron alegrías y nos pusieron en la elite del fútbol mundial, una cúspide que hoy se ha elevado, que para muchos es una obligación porque “claro” todos los jugadores están en Europa, integran los mejores clubes del mundo, se rodean con los mejores, y más aspectos que al fin y al cabo hacen parte de una labor que se ha complementado y han aportado para que esta Colombia, sí, sea la mejor selección Colombia de la historia.
Hemos sido parte de esta gestión a pesar de ser incrédulos y reprochar las doctrinas en muchos momentos de un cuerpo técnico, que sin ser tan laureado y de otra tierra, ha interpretado muy bien las fichas, las ido moldeando de a pocos y hoy nos hace sentir orgullosos porque se ha derrotado a la pentacampeona del mundo, a la selección de la samba y las piruetas, al equipo de Neymar, de Dunga, de Carlos Velasco, a ese equipo que hace un año la FIFA y demás compinches, quisieron llevarlo a la final de su propio mundial a punta de injusticias y algunos billetes por debajo de cuerda.
Se demuestra rudeza y elegancia, porte y estilo, se esta gestando un ciclo que pronto culminara, que dejará secuelas importantes para las generaciones que vienen, las cuales tendrán que entender que en muchos casos no todo es victoria, y que “perder es ganar un poco”. Esta selección le enseña a más de un colega e hincha, que una derrota no debe ser recriminada de forma atroz, que una victoria se construye en base a la humildad y el trabajo, y que jugar bien al fútbol es cuestión de genios.
Podemos ganar la Copa América y escalar tres puestos en el ranking para ubicarnos como primeros, pero lo importante ya se hizo, lo de ser colombiano lo reflejó Sánchez, Murillo (reemplazo de Yepes y autor del gol), Ospina, el mismo Armero, que sin ritmo de juego ayer no se complico y aporto. Es el partido del ciclo, se gane o se pierda, estos muchachos y entrenadores se van por la puerta grande.
P.D. El fútbol a pesar de ser un juego, es la expresión social más simple para representarnos como seres humanos, lo de ayer se llama justicia, verdad, presente, verraquera y huevos. Esto es Colombia.
Juan Pablo Gómez Uribe
@JuanUribeFútbol
