Aceptemos ya el ocaso de Radamel Falcao

Aceptemos ya el ocaso de Radamel Falcao

'Digámoslo corto y claro: el Tigre no merece ser titular'

Por: Juan Pablo Zuleta
junio 16, 2015
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Aceptemos ya el ocaso de Radamel Falcao
Foto: Colprensa

Ya pasaron dos días y los ánimos se calmaron. Mañana Colombia se juega la vida y algo más en el partido contra Brasil, partido que por fútbol, eventos recientes y morbo ya tiene tinte de clásico y por lo tanto las especulaciones son inevitables. El penoso debut ante Venezuela nos dejó tocados, no solo por la derrota ante una selección evidentemente inferior en historia y nombres sino porque la alegría, la identidad y el color que Colombia había mostrado en la Copa del Mundo brillaron por su ausencia. El equipo, desde Ospina hasta Falcao, lució desarticulado, sin ideas, sin fútbol. Ahora, estando ad portas de un partido decisivo, me quiero referir justamente a éste último: el Tigre.

Aunque sea triste, aunque criticar a Rada sea visto como una blasfemia aquí en Colombia, y aunque indudablemente la culpa no la tiene él, el Falcao que conocemos no sólo ya no existe sino que tengo serias dudas de que vaya a existir de nuevo en algún momento: hace dos días lució incómodo, lento, carente de chispa y, digámoslo corto y claro, no merece ni debe ser titular. No se puede poner el interés de un equipo entero y toda una hinchada, que espera que Colombia juegue bien y gane, por detrás de la milagrosa e incierta recuperación de aquel que en algún momento fue nuestro goleador. Con esto no quiero sonar mal agradecido ya que yo, como todos, grité cada uno de los goles de Falcao en la eliminatoria, odié en su momento a Soner Ertek y esperé hasta el último instante a que el Tigre se recuperara y llegara a salvarnos del supuesto desastre que sería un mundial sin él. No alcanzó a recuperarse pero un tiempo después nos ilusionamos con su triunfal regreso: en su segundo partido, un amistoso ante nada más ni nada menos que el Arsenal, anotó un gol y le dió la victoria 1-0 al Mónaco. La alegría fue inmediata y las mismas frases rebuscadas de siempre (“El Tigre ruge de nuevo”, “Falcao vuelve al gol”, “¡Goleador es lo que tenemos!”) volvieron a invadir los periódicos. No tardó en tener un nuevo destino: el glorioso e histórico Mánchester United lo recibió en calidad de préstamo y alistó cañones para la temporada 2014-15. La realidad fue más amarga y decepcionante. Cuando llegó a Inglaterra, el club dejó claro que Radamel tenía que meter por lo menos cinco goles en quince juegos. Marcó sólo cuatro. No se adaptó, casi siempre fue suplente y finalizó su etapa tachado como uno de los peores fichajes de todo el mercado de verano en Europa.

Sin embargo, llegó acá como un héroe, una estrella, el mejor “nueve” del mundo (increíble que nos sigamos comiendo ese cuento) mientras que el descomunal trabajo de Jackson y Bacca, sin lugar a dudas los mejores delanteros que tiene Colombia hoy en día, pasa casi desapercibido por una hinchada que sigue arrodillada a los pies de un ídolo de hace tres años. Contra Venezuela su bajo nivel fue evidente y vergonzoso y más vergonzoso aún fue el hecho de que haya jugado 90 minutos sin generar ningún tipo de riesgo, sin rematar, sin ser el gran referente en el área que era antes y muchas veces entorpeciendo las jugadas y trabando la circulación del balón. No me digan que odio al Tigre, sólo digo la verdad. Mañana Colombia juega contra Brasil, de lejos el rival más duro del grupo, y, si no ocurre un milagro, Falcao volverá a estar entre los 11 inicialistas ya que si llega a arrancar el juego desde el banco todo un país se volcará sobre Pékerman sin pensar en que Bacca llevó al Sevilla a un nuevo título internacional ni en que Jackson encadenó su tercera bota de oro consecutiva en la Liga de Portugal. Dos delanteros de primerísimo nivel en el banco o jugando incómodos fuera de su posición natural mientras esperamos a que el Tigre (que honestamente ya no llega ni a gato) nos salve del desastre.

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