Malala Yousafzai, la joven mujer pakistaní que a los 17 años ganó el premio Nobel de la Paz, desde su infancia fue consciente de la importancia y el derecho que tienen todas las mujeres en su país y en el mundo de tener acceso a la educación. Luchar por esta causa le costó ser atacada el 9 de octubre de 2012 por los talibanes que están en contra de la educación para las mujeres y la han prohibido bajo su régimen argumentando que las mujeres deben permanecer en su casa, casarse, y dedicar todo su tiempo a su esposo y a sus hijos. Cuando Malala viajaba desde su colegio de regreso a casa en el valle de Swat, un grupo de hombres detuvo la camioneta donde se transportaba junto con otras alumnas, fueron a la parte trasera y tras preguntar quién era Malala, ante el silencio de todas y las miradas delatoras, le dispararon en la cara; dos chicas más resultaron heridas.
De los diez hombres acusados, ocho fueron liberados la semana pasada en Pakistán y se desconoce su paradero. Según el informe oficial fueron absueltos por "falta de pruebas" en su contra. Este último dictamen ha llevado a especular acerca del alto nivel de corrupción, sumado a la falta de capacidad por parte de la policía pakistaní -que está mal entrenada y pobremente equipada-, para recaudar pruebas, realizar buenos informes y sobre todo, caer con todo el peso de la ley y la justicia a personas que, en casos como este, atentaron contra la vida de una adolescente de 15 años, delante de otras personas y con la clara intención de matarla. El caso de Malala fue muy conocido internacionalmente y levantó muchas voces a favor de su causa. Sin embargo, hay cientos de chicas que viven una realidad semejante y junto a sus familias se ven privadas por el régimen talibán de derechos tan básicos como asistir a una escuela y expresar sus opiniones, ideas, metas y sueños.
Muchas de estas jóvenes deben asumir matrimonios forzados, privadas de estudiar para buscar un futuro mejor. Según cifras oficiales, en Pakistán cada año son asesinadas más de 500 mujeres por "crímenes de honor" que es un castigo en el cual, en el peor de los casos, se mata a una mujer porque deshonró a su familia de alguna manera. Las mujeres que son víctimas de violación en muchas ocasiones también son condenadas a morir. Cientos de mujeres han sido atacadas con ácido, desfiguradas y en un alto porcentaje de los casos los victimarios no son castigados, quedando impunes tras destruir la vida de una persona con los mismos deberes, derechos, y el mismo valor que cualquier hombre, en una sociedad en la cual lamentablemente, las mujeres siguen siendo tratadas como seres inferiores.
La impunidad en el caso de Malala, en el que solo dos de los diez acusados han sido juzgados y condenados, abre las puertas para que la violencia contra la mujer siga aumentando. Es que al saber que no van a obtener un castigo ejemplar, los hombres pueden pensar y sentir que tienen el derecho de agredir, mutilar, castigar e incluso matar a cualquier mujer, niña o adolescente, sin ninguna consecuencia más que el repudio de algunos. En Pakistán las mujeres son víctimas en el 95% de los casos de violencia registrados. El número de ataques con ácido es muy alto, sin embargo la mayoría no llega a conocerse ya que, por vergüenza o por otros motivos, la víctima no hace la denuncia.
Pakistán, que es una nación con mayoría musulmana (de 182 millones de habitantes, 178 millones practican el Islam) y el pasado mes de mayo una mujer católica, que ha estado encarcelada durante seis años acusada injustamente de blasfemia, ha sido condenada a muerte, en una muestra de la poca tolerancia que hay con las minorías religiosas en ese país. A pesar de que en su constitución hay algunos artículos en los que se defienden los diferentes derechos de la mujer, y que hace algunos años se instauraron en la legislación leyes para proteger a las mujeres de la explotación de cualquier tipo, aumentar la justicia social y dar lugar a mas igualdad, la discriminación y los abusos siguen más presentes que nunca en una nación controlada por los talibanes, para quienes la mujer tiene que vivir única y exclusivamente por y para un hombre.