La tragedia detrás de las famosas voces de villancicos

La tragedia detrás de las famosas voces de villancicos

La tragedia que tuvieron que atravesar los niños de voz angelical comienza con la muerte de su madre y un padre que nunca estuvo presente

Por: Aníbal Arévalo Rosero
enero 08, 2025
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La tragedia detrás de las famosas voces de villancicos

Oswaldo, Luis y Juan Trujillo Echanique son tres hermanos que se hicieron famosos a inicio de la década del sesenta por ser poseedores de unas angelicales voces con las que interpretaban villancicos como ‘Dulce Jesús Mío’, ‘Claveles y rosas’ o ‘En el alto cielo’. Sencillamente, eran la sensación en su tiempo y los siguen siendo setenta años después, porque se siguen difundiendo sus canciones en cada Navidad, en cada hogar católico, en cada templo y en las estaciones de radio. Los tres hermanos nacieron con el prodigio de la voz, muchos dudaban de quiénes eran los intérpretes de tan melodiosas voces, si eran voces femeninas o eran niños. Quien descubrió el talento portentoso de los niños de 9, 7 y 5 años fue su tío Hernán Trujillo, quien se convertiría en el autor de la tragedia de Los Pibes Trujillo.

La tragedia empieza con la muerte de su madre, mientras que su padre, Flavio Trujillo, fue un militar en servicio activo. Nunca pasó con ellos, por lo tanto, tuvo que encargar sus hijos al cuidado de su hermano Hernán Trujillo, quien descubrió en la escuela Pablo Julián Gutiérrez —del barrio América, en la ciudad de Quito, en donde nacieron— el talento de los pequeños, en especial de Juan, quien se diferenciaba del resto del grupo por su voz aguda. Sin pensarlo dos veces los puso a cantar pasillos ecuatorianos como ‘Tú y yo’, ‘Guayaquil de mis amores’ y ‘A la madre’. Con esta última canción derramaban lágrimas mientras la entonaban: “Estoy seguro de que sí, mi madre hubiera estado con nosotros, no hubiera permitido que este hombre abuse con tantas agresiones físicas de nosotros”, expreso Luis con su voz grave.

Los Pibes Trujillo empezaron a ser la sensación del momento, y el tío se encargó de obligarlos a cantar en cuanta reunión se hacía en el colegio o para recibir a un mandatario, como ocurrió con el presidente de Ecuador Camilo Ponce Enríquez (1956-1960), que cantaron para él, sin que les representara alguna suma de dinero que les reconociera su talento. De ello se encargaba el tío, que usurpó sus derechos y los sometió a un constante maltrato.

“¿Se saben la canción?”, increpó su tío Hernán Trujillo. “Sí”, dijeron con miedo los menores que tuvieron menos de 5 minutos para aprenderse el villancico. Cantaron la primera estrofa y la segunda se olvidaron. Por un error, recibieron un golpe con una mano, luego un puñete, agresiones con palo. Sí, todas las agresiones provenían de su tío. Hubo golpes, dolor y sangre durante 7 años.

Durante todo este tiempo su tío los explotó de manera inmisericorde para lucro personal. Los llevó a la capilla del Perpetuo Socorro, donde fueron la sensación con sus voces de niños. Los feligreses dejaron de observar al cura que oficiaba la misa para mirar hacia atrás de donde provenían esas dulces voces. Al finalizar, los asistentes pidieron que los niños descendieran del coro de la sacristía para conocerlos y aportarle algún dinero. Recibieron billetes de cinco y diez sucres, una cantidad que un niño nunca había soñado.

Al llegar a la casa, su tío los mandó a ducharse. Los niños estaban felices pensando en la cantidad de caramelos que podrían comerse, pero sucedió lo inesperado: mientras los niños se duchaban, su tío sacudió sus pantalones haciendo caer todo el dinero que tenían en sus bolsillos, dejándolos sin un solo sucre, hecho que acrecentaría el llanto, el miedo y el drama de la tras escena de los ya reconocidos Pibes Trujillo.

 En 1960 conocieron al maestro Segundo Bautista, quien había escuchado sobre los chicos. Su tío los llevó a una audición. Quedó fascinado con la voz. “¿Cantan en algún coro?”, les preguntó. “No”, dijo su tío, presumiendo que él les había enseñado todo. Luis lo contradijo: “Sí, cantamos villancicos en el coro de la iglesia”, añadió. “Ahí está el negocio, deben cantar villancicos”, recuerda que les dijo Bautista, quien se contactó con José Domingo Feraud Guzmán para grabar su único disco, Los Pibes Trujillo: Dulce Jesús mío y otros villancicos tradicionales del Ecuador.

Esta larga duración se distribuyó en el país bajo el sello Ónix. Viajaron a Guayaquil con su tío y su primo Iván. “Ese hombre nos dejó en el hotel, estábamos jugando con su hijo, hasta que no recuerdo que pasó e Iván quedó encerrado en la habitación y no podíamos abrir la puerta. Justo llegó. No me preguntó qué pasó. Cogió un cepillo de limpiar los zapatos y me rompió la cabeza”. Ensangrentado tuvo que cantar.

En medio del drama de los pequeños Trujillo y obligados a cantar, nació el único disco de Larga Duración que pudieron grabar con diez villancicos, entre ellos: ‘Claveles y rosas’, ‘Entre pajas y el heno’, ‘Ya viene el niñito’, ‘Lindo niño’, ‘Duerme niño’, ‘Niño si el amor’, ‘No sé niño hermoso’, que fueron escritos por el lojano Salvador Bustamante, además de la canción ‘Desde el alto cielo’, del otavaleño Guillermo Garzón.

La triste historia de los hermanos Trujillo se pierde con los años, ellos se convirtieron en adolescentes y ya no cantaban igual, les aparecieron los gallos. Su tío los botó a la calle y su abuela materna los recogió, por eso la consideran un ángel caído del cielo. Osvaldo (primera voz), hermano mayor falleció; Luis, el del medio y segunda voz, primero se dedicó a la zapatería y a pintar casas, luego, por insinuación de su padre, escogió su verdadera pasión y se vinculó al fútbol profesional ecuatoriano, jugando para el Nacional de ese país, equipo en el que triunfó como defensa central; Juan se convirtió en electricista.

Luis y Juan, a sus más de 70 años, son buscados por los medios de comunicación para ser entrevistados. Recuerdan cómo cantaban cuando niños, pero ya nada queda de esos tiempos. Cada temporada navideña vuelven a sonar Los Pibes Trujillo.

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