Cuando el escuadrón de la policía, liderado por el general Rosso José Serrano ocupó la finca de Fabio Ochoa Vásquez, muy cerca de Medellín, él y su familia aún estaban durmiendo. Los hombres que cuidaban a Ochoa Vásquez no pudieron reaccionar ante el cerco policial y el hijo menor del caballista y ganadero, Fabio Ochoa Restrepo, que en ese momento tenía 41 años, fue capturado por narcotráfico. Ochoa Vásquez no opuso resistencia. Era octubre de 1999. Seis meses después, Fabio Ochoa Vásquez se convertía en el segundo gran capo colombiano en ser extraditado a Estados Unidos, donde fue condenado a 30 años por una corte norteamericana. Ahora, 25 años después recupera su libertad a los 66 años y su regreso a Colombia se dio en la tarde de este 23 de diciembre de 2024.
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No fue la primera captura de Fabio Ochoa ni la primera condena cumplida. Con la llegada a la presidencia de César Gaviria quien y su política de sometimiento a la justicia, que les otorgó a los narcotraficantes rebajas de penas y la no extradición a cambio de su entrega y confesión de delitos relacionados Fabio Ochoa Vásquez se entregó se entregó el 19 de diciembre de 1990. Bajo la Ley de sometimiento el hijo más querido del caballista fue condenado a un poco más de 5 años. Salió libre a mediados de 1996.
Con una diferencia de un par de meses, detrás de Fabio Ochoa se entregaron sus dos inseparables hermanos, Jorge Luis y Juan David, quienes fueron los primeros Ochoa en el negocio del narcotráfico, e hijos también del matrimonio paisa entre Fabio Ochoa Restrepo y su primera esposa Margot Vásquez. El segundo Ochoa Vásquez en entregarse al gobierno de César Gaviria fue Jorge Luis. Confesó haber traficado cocaína a Estados Unidos con el Cartel de Medellín desde 1975, al lado de Pablo Escobar. Jorge Luis fue condenado a pagar 7.5 años de cárcel. Salió libre a mediados de 1996. Por buen comportamiento solo pagó cinco años cinco meses y 21 días de prisión, condena que al igual que sus hermanos, la pagó en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí. Fue el primero de la triada del clan Ochoa en quedar en libertad.
Juan David, el mayor de los Ochoa Vásquez, fue el último en entregarse bajo la ley de César Gaviria. Lo hizo el 16 de febrero de 1991. Igual que su hermano menor, solo pagó cinco años y cinco meses de cárcel, aunque había sido condenado a casi 8. Cuando los dos mayores lograron la libertad, se dedicaron a los negocios familiares.
Junto a los hermanos Ochoa se dio también la entrega de Pablo Escobar Gaviria, considerado la joya de la corona del narcotráfico de aquel momento. Escobar se entregó con algunos de sus lugartenientes el 19 de junio de 1991. Puso la condición, aceptada por el presidente César Gaviria, de ser recluido en La Catedral, una cárcel especial construida por él mismo. Mientras que los Ochoa purgaban su pactada condena en la una de máxima seguridad y en celdas de dos metros por dos metros, Escobar vivía en una cárcel que más parecía un hotel cinco estrellas.
Escobar se fugó once meses después y murió baleado el 3 de diciembre de 1993, mientras huía de las autoridades, en medio de un operativo que en su contra montaron el Bloque de Búsqueda, los Pepes y el MAS (Muerte a secuestradores), este último formado por los Ochoa Vásquez, una década atrás, en 1981, cuando el M-19 secuestró a Martha Nieves Ochoa Vásquez, hija de don Fabio Ochoa, quien en vez de pagar los 1200 millones de pesos por su liberación creó una organización (MAS) para a la que le doblo esa oferta para dar con su paradero.
La ambición de poder de Fabio Ochoa
Una vez libres los tres hermanos Ochoa, a don Fabio le volvió el buen ánimo que había perdido con la puesta tras las rejas de sus tres varones. Con una incalculable fortuna amasada durante sus vidas de narcos, empezaron a invertir en lo que bien sabían: tierras, reces, caballos y en los restaurantes Margaritas que había montado su padre en Bogotá y Medellín. En esa época don Fabio ya había dejado atrás su afición a presentarse en todas las ferias equinas. Tomó la decisión de no volver a feria alguna y vender todos sus caballos de paso fino porque en 1994 la Federación de Asociaciones Equinas lo inhabilitó por dos años para participar en las competencias de caballos por haberle pegado un puñetazo a un juez que tomó una decisión en contra de una de sus yeguas.
El haber sido el menor del clan Ochoa significó para Fabio siempre haber estado a la sombra de sus hermanos. Ellos eran sus patrones en el negocio de la cocaína. Por su juventud, Fabio siempre fue visto como una ficha menor dentro de la organización, al punto que él, a diferencia de los dos mayores nunca trabajó de la mano de Pablo Escobar, quien solo se entendía con Jorge Luis, el único hombre a quien Pablo Escobar Gaviria llamaba “patrón”.
La necesidad de conocer el poder fue lo que llevó a Fabio Ochoa Vásquez a volver al narcotráfico un año después de salir libre. En 1997 Fabio Ochoa se unió con el pesado cartel mexicano del Milenio, liderado por Emilio Valencia Barragán, y empezó a mandar coca de Colombia a México, con destino final Estados Unidos. Un año después La DEA y el FBI puso sus ojos en la nueva ola de cocaína que estaba inundando a Estados Unidos. Las investigaciones los llevaron a Fabio Ochoa como líder desde Colombia. Entre Estados Unidos y la policía montaron la Operación Milenio y en octubre de 1999 se dio la captura de 30 narcotraficantes, incluido el menor de los hijos de don Fabio Ochoa.
Después de estar un poco más de un año preso en Bogotá, el entonces presidente Andrés Pastrana firmó la extradición de Fabio Ochoa, quien se convirtió así en el único del clan en pagar una amplia condena por traficar toneladas de cocaína a Estados Unidos. Después de purgar una condena de 25 años, Fabio Ochoa Vásquez recuperó su libertad en la tarde de este 23 de diciembre a gozar de su vida al lado de su familia porque la cuentas con la justicia ya quedaron saldadas.