A lo largo de la historia, el liderazgo en las comunidades humanas ha experimentado una evolución, reflejando las características que corresponden a la época que las rodea.
La humanidad pasó por una etapa en la que fue orientada alrededor de mitos por los brujos, chamanes, sacerdotes de religiones primitivas, etc., unos iniciados que podían entende secretos y recibir mensajes que través de ritos manejados por ellos mismos enviaban unos poderes sobrenaturales.
La evolución del orden social llevó a que se impusiera por encima de ellos el poder de quienes detentaban las armas, y el de los militares pasó a ser un nivel jerárquico superior y con mayor función dirigente ante la población.
Las luchas por el poder vinieron a conformar un nuevo tipo de personaje para dirigir las sociedades, y con el juego de la política la nueva clase de los políticos dedicados a participar en él pasó a ser el núcleo central de la dirigencia de los países.
Con el desarrollo de la formación de estructuras más evolucionadas, con conceptos de Nación, de Estado, de Gobierno etc. se protocolizó un nuevo referente de ascendencia sobre el funcionamiento de las sociedades: el Derecho y las Leyes. Así los abogados pasaron a representar una nueva élite o capa superior de la sociedad.
La creciente importancia de la economía en el desarrollo de las naciones y la vinculación entre las personas y los Estados alrededor de las actividades económicas, llevo a que los economistas fueran quienes dirigieran los destinos de las naciones.
Las generaciones actuales vemos como hoy en día el mundo se mueve al ritmo que dictan los comunicadores en sus diversas modalidades
Las generaciones actuales vimos el desarrollo tecnológico de las comunicaciones con el crecimiento de su influencia desde la radio, después la televisión , el Internet, las redes etc., y vemos como hoy en día el mundo se mueve al ritmo que dictan los comunicadores en sus diversas modalidades.
El objetivo de los periódicos como empresas nacidas para vocerías de intereses políticos, no fue inicialmente el suministrar información sino el divulgar o defender propuestas en ese campo. Entre nosotros desde las épocas de Manuel del Socorro Rodríguez hasta las confrontaciones entre la ‘Gran Prensa’ liberal y conservadora (El Tiempo y El Espectador, y La Republica y El Siglo) el periodismo fue un reducto de trincheras partidistas. La necesidad económica de que fueran sostenibles las convirtió en empresas que además de ser poderosas fueran rentables.
En paralelo se generaron diferentes variantes de modalidades para cumplir el objetivo de llegar al público con lo que se llamaron la prensa amarilla o la prensa roja, que descubrieron, como empresas con ánimo de lucro, que podían tener éxito económico mediante la explotación del morbo de las personas a través de la difusión de escándalos, chismes y noticias truculentas que se volvían elementos de fácil venta para los consumidores.
Así hoy las grandes empresas de comunicación son entidades de condición privada como instrumento de intereses particulares, y de naturaleza capitalista, con la necesidad de ser rentables; la información que ofrecen al público es tan solo un medio para desarrollar lo que es su naturaleza y no el objetivo mismo de su existencia.
Los ‘Medios ‘ ya constituidos como primer poder de cualquier sociedad se volvieron quienes fijan la agenda de las preocupaciones de los ciudadanos, quienes condicionan y califican lo que es interés público, quienes imponen su criterio a los poderes constituidos, en fin quienes manejan o manipulan al ciudadano que se comporta y depende inevitablemente de lo que le presentan.
Los órganos de divulgación gubernamentales por razones obvias están comprometidos con los intereses de los gobiernos. Y el intento de controlar el exceso -eventualmente el abuso- de poder de los medios privados es parte esencial de las obligaciones del gobernante. Entre el ejercicio sin limitaciones específicas del poder de los medios y su intento siempre parcialmente exitoso de imponerse sobre los gobiernos se crea el conflicto entre los gobernantes y los comunicadores, característico de la época.
El modelo de la BBC (British Broadcasting Company) como empresa estatal autónoma e independiente para divulgar información, se menciona como referente de la necesidad de órganos similares. Pero prácticamente en ninguna otra parte existe.
Como en el fondo esto no es más que la lucha por el podet real, entra el que siempre ha estado de ese lado: el poder económico. Ha estado detrás del poder político, y ha logrado empoderarse detrás del poder mediático.
La novedad es en alguna medida la personalización y figuración en ambos campos de los dueños de la riqueza. La presencia en los campos mediáticos y políticos de los multimillonarios parecería predecir que los dueños de las grandes riquezas van a ser los líderes que asuman el relevo ya francamente ejerciendo como primer poder. Trump es un ejemplo, pero también lo fueron Bolsonaro en Brasil , Silvio Berlusconi en Italia, Giammatei en Guatemala o Rodrigo Duterte e Filipinas.
La decadencia de las expectativas en organizaciones mundiales o internacionales hace que no parezca lógico esperar liderazgo a ese nivel. El poder tiende a quedarse en manos de figuras nacionales.
Cada vez será menos raro ver a dueños de fortunas metidos ya directa o por interpuesta persona haciendo presencia y mostrando su poder en los escenarios donde se toman las decisiones públicas.