Durante la pandemia de COVID-19, los enfermeros y profesores en Colombia emergieron como figuras clave para el mantenimiento de la salud y la educación en un contexto crítico. Sin embargo, el análisis de sus condiciones socioeconómicas antes, durante y después de la pandemia revela una continuidad en las problemáticas estructurales que afectan a estas profesiones, señalando una desconexión entre el reconocimiento simbólico que se les otorgó y las mejoras reales en sus condiciones laborales.
En el caso de los enfermeros, el contexto pandémico exacerbó una ya conocida escasez de personal en el sistema de salud colombiano, con menos de 10 enfermeros por cada 10,000 habitantes, muy por debajo de las recomendaciones internacionales que sugieren un mínimo de 100 enfermeros por cada 10,000 habitantes (Ministerio de Salud, 2024). Este déficit estructural obligó a muchos profesionales a asumir extensas jornadas laborales y a enfrentarse a una sobrecarga física y emocional sin precedentes, todo ello en un escenario de precariedad contractual y bajos salarios que apenas alcanzaban para cubrir sus necesidades básicas. Si bien se implementaron estrategias puntuales para ampliar la contratación de personal durante la emergencia sanitaria, estas medidas fueron de carácter temporal, sin generar un impacto sustancial en la mejora de las condiciones laborales o en la profesionalización del sector (Berbesi, 2024).
En el presente, en 2024, las condiciones laborales de los enfermeros no han mejorado de manera significativa. El salario promedio sigue siendo bajo, oscilando entre 2 y 2.8 millones de pesos mensuales, y las contrataciones temporales continúan siendo la norma en un sistema que prioriza la reducción de costos operativos sobre la estabilidad laboral. Esta situación ha propiciado un fenómeno de emigración masiva de profesionales de la salud hacia países como España, Alemania y Canadá, donde se ofrecen salarios competitivos, bonificaciones y oportunidades de desarrollo profesional. Este éxodo no solo pone en riesgo la sostenibilidad del sistema de salud en Colombia, sino que también refleja un modelo que desvaloriza el trabajo esencial que realizan estos profesionales (CES, 2024).
Por otro lado, los profesores enfrentaron desafíos igualmente significativos durante la pandemia. La transición a la educación virtual exigió un esfuerzo adicional para adaptar metodologías pedagógicas, aprender nuevas tecnologías y mantener la calidad educativa en un entorno marcado por la desigualdad en el acceso a dispositivos y conectividad. Sin embargo, este esfuerzo no se tradujo en un incremento en la remuneración o en el reconocimiento social. En cambio, los profesores siguieron enfrentándose a salarios bajos, inestabilidad laboral y una falta crónica de inversión en infraestructura educativa. Estos factores perpetúan una percepción negativa de la docencia como una profesión de bajo estatus, a pesar de su papel crucial en la formación de capital humano y en la promoción del desarrollo social (García & Torres, 2023).
El reconocimiento simbólico otorgado a estas profesiones durante la pandemia, expresado en términos como "héroes", se puede interpretar como un paliativo emocional que enmascara la realidad de sus condiciones laborales. Este discurso, aunque bien intencionado, no identifica las causas estructurales de la precariedad en ambas profesiones. En el caso de los enfermeros, la narrativa heroica durante la pandemia no se tradujo en inversiones sostenidas para fortalecer el sistema de salud, mientras que en el caso de los profesores, el retorno a las clases presenciales tras la pandemia no incluyó reformas significativas para mejorar su bienestar económico o profesional (Kennedy, 2020).
La raíz de esta desconexión se puede rastrear en factores históricos y culturales profundamente arraigados en la sociedad colombiana. Tanto la enfermería como la docencia son profesiones que históricamente han sido invisibilizadas, influenciadas por estereotipos de género y una falta de valorización en términos económicos y sociales. La enfermería, tradicionalmente asociada con roles de cuidado, ha sido sistemáticamente desvalorizada en un sistema médico jerárquico que privilegia a los médicos sobre otros profesionales de la salud. De manera similar, la docencia, especialmente en niveles básicos y medios, ha sido percibida como una profesión de bajo impacto económico, a pesar de su importancia en la construcción de una sociedad equitativa y educada (Academia Nacional de Medicina, 2024).
Para finiquitar, las condiciones socioeconómicas de los enfermeros y profesores en Colombia reflejan una continuidad en la desvalorización de estas profesiones, a pesar del reconocimiento simbólico que recibieron durante la pandemia de COVID-19. Es necesario que las políticas públicas se orienten hacia la implementación de reformas estructurales que mejoren sus condiciones laborales, incluyendo salarios dignos, estabilidad contractual y acceso a oportunidades de desarrollo profesional. Solo mediante un enfoque integral y sostenido se podrá garantizar que estas profesiones reciban el reconocimiento y apoyo que merecen, tanto en términos simbólicos como materiales.
Referencias
- Berbesi, D. (2024). Informe sobre las condiciones laborales del personal de salud en Colombia. Universidad CES.
- García, J., & Torres, L. (2023). Desafíos en la educación durante y después de la pandemia: una perspectiva latinoamericana. Revista de Educación y Sociedad, 15(3), 45-60.
- Kennedy, A. (2020). COVID-19 y el rol de las enfermeras en la atención de salud global. International Nursing Review, 67(4), 310-315.
- Ministerio de Salud. (2024). Estadísticas del personal de salud en Colombia. Bogotá: Imprenta Nacional.
- Academia Nacional de Medicina. (2024). Historia y desafíos de la enfermería en Colombia. Revista de la Academia Nacional de Medicina, 12(1), 15-25.