Dice el papa Francisco en su alocución del 18 de diciembre del 2019: El pesebre es un evangelio doméstico. La palabra pesebre significa literalmente "comedero", mientras que la ciudad del pesebre, Belén, significa "casa del pan". El pesebre que hacemos en casa, donde compartimos comida y afecto, nos recuerda que Jesús es el alimento, el pan de vida (cf. Jn 6,34). Es Él quien alimenta nuestro amor, es Él quien da a nuestras familias la fuerza para seguir adelante y perdonarnos.
El pesebre nos ofrece otra enseñanza de vida. En los ritmos de hoy, a veces frenéticos, es una invitación a la contemplación. Nos recuerda la importancia de detenernos. Porque sólo cuando sabemos recogernos podemos acoger lo que cuenta en la vida. Solo si dejamos el estruendo del mundo fuera de nuestras casas nos abrimos a escuchar a Dios, que habla en silencio. El pesebre es actual, es la actualidad de cada familia. Ayer me dieron una foto de un belén especial, uno pequeño, llamado: "Dejemos descansar a mamá". Allí estaba la Virgen dormida y José con el Niño, que hacía que se durmiera. Cuántos de vosotros tienen que repartir la noche entre marido y mujer por el niño o la niña que llora, llora, llora, llora.
La transcribo literalmente porque esa relación entre el pan (la comida que es amor, la lealtad, la solidaridad y el cuidado), la casa del pan que no es otra cosa que el hogar, el lugar del techo, el lecho y el pan, máxima expresión del amor (en todas las especies) y la alusión a la familia actual, mejor dicho las familias actuales, aquellas de todo tipo y diversidad, enmarcada en una imagen que el mismo papa llamó “dejemos descansar a mamá” es el mejor regalo que puedo ofrecer en navidad.
Si bien la alocución papal y la imagen misma de esa pareja, un señor viejo con una adolescente a quien salva del deshonor sería motivo de una buena columna, hoy, este día de diciembre, quiero resumir la intención que mi voz siempre tiene: ya es hora de que los San José acepten que la maternidad sin la paternidad es un trato violento contra mujeres e infantes.
Que si no participan del cuidado y la crianza están haciendo mucho daño a su prole que el resto de su vida sabrán de su vacío, de ese abandono que jamás se repara y engendra a su vez más desidia y descuido con el Otro, incluso hasta ser capaz de exterminarlo sin culpa alguna por aquello de la “fratría y la patria” en compensación a su dolor profundo. Además se están perdiendo una faceta de la vida única e irrepetible que los hará madurar y entender que no están solos en el mundo y que no son, muy a su pesar, los reyes de la creación. Que no vienen de una costilla sino de un óvulo, un útero, una vagina y una teta pletórica de leche lista para alimentarlos.
No es banal que un líder religioso de una iglesia patriarcal como la católica reconozca la diversidad de las familias, un hecho nuevo al que apenas el mundo se asoma con asombro
No es banal que un líder religioso de una iglesia patriarcal como la católica reconozca la diversidad de las familias, un hecho nuevo al que apenas el mundo se asoma con asombro; se refiera al derecho al descanso que tenemos las mujeres para reparar el desgaste de la triple jornada impuesta para la comodidad masculina; a la sobrecarga de la maternidad –“llora, llora, llora, llora”, dice, cuando habla de ese reclamo necesitado y constante de un ser en situación de dependencia total; y como si fuera poco, usa lenguaje no sexista cuando dice “el niño o la niña” en reconocimiento a la inclusión, imperativo de los nuevos tiempos de la humanidad. Eso es política: la distribución del cuidado, la responsabilidad en la vida privada que siempre es también compromiso con lo público. Quien no cuida en la casa no cuida en la calle.
A cada persona que vea esta imagen espero que le recuerde a su propia madre y a su propio padre y se conmueva con su mensaje de cuidado amoroso, que nos señala nuestra interdependencia, otrora considerada una falencia, una grieta amenazante, cuando no es más que el principio de todas las cosas buenas de ser parte de esta naturaleza generosa, inconmensurable. Una feliz navidad y un buen año 2025 les deseo, colmado de comida y afecto cada día. Voy a descansar en compañía de mis amores. Gracias a la vida. Nos vemos en enero, si las diosas y las hadas así lo consideran.
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