No vayan a caer en la ingenuidad de creerle al gobierno ahora que salieron con el cuento de que hay que priorizar la seguridad por sobre la paz. Eso es un embuste del tamaño del mundo.
Por eso quiero dejar claro qué quiere decir eso de las “lágrimas de cocodrilo” que menciono en el título de esta columna.
“Lágrimas de cocodrilo” es una expresión que se usa para describir emociones falsas o fingidas. En otra época las llamábamos “hipócritas”. Generalmente pretenden engañar mostrando actitudes de tristeza o arrepentimiento que buscan manipular a la gente. La frase proviene de la antigua creencia de que los cocodrilos derraman lágrimas mientras devoran a sus presas, no por compasión, obviamente, sino como una reacción estrictamente fisiológica.
Creerle a Gustavo Petro que siente algún grado de tristeza o arrepentimiento por el crecimiento del control territorial criminal sería tan ingenuo como creerle al cocodrilo que efectivamente siente pena alguna por sus víctimas mientras las devora con los ojos encharcados de lágrimas.
De un momento a otro les dio por decir que ahora sí van a bombardear. De un momento a otro los bombardeos sí les parecieron buenos. Ahora sí salió directamente Gustavo Petro a decir que bombardearon un campamento del Clan del Golfo y que hay una cantidad de muertos. Ahora sí salieron a decir que van a bombardear a las Farc de Iván Mordisco. Ahora sí salieron a decir, contrario a todo lo que venían diciendo, que si es necesario están dispuestos a bombardear hasta el nido de la perra.
¿No les llamó la atención, esta semana, cuando salieron con el cuento de que los ceses del fuego les habían fracasado?
O mejor, no fue el cuento de los ceses del fuego bilaterales sino el “reconocimiento” de que habían fracasado en ese intento.
¿Vieron? Puras lágrimas de cocodrilo.
¿Cuál que fracasaron unos ceses del fuego que nunca fueron verdaderos?
Desde cuando Gustavo Petro sorprendió al país con su trino del 31 de diciembre de 2022, hace dos años, recién llegado a la Casa de Nariño, a las 10 de la noche, mientras todo el mundo se alistaba en familia para recibir el Año Nuevo, trino en el que anunciaba que acababa de firmar cinco decretos que llamó de “cese del fuego bilateral”. Fueron cinco decretos mentirosos, falsos en su contenido, en los que les ordenaba a las FF. AA cesar su obligación de perseguir a las organizaciones criminales, por cuenta de un cese del fuego con dichas organizaciones, con las cuales ni tan siquiera se había sentado a tocar el tema del cese del fuego. Esto es lo más corrupto y criminal que haya hecho algún gobierno en el campo de la seguridad contra el país.
¿Con qué cara vienen ahora a decir que les fracasaron los ceses del fuego, cuando la verdad es que esos ceses del fuego nunca existieron?
¿Vieron? Puras lágrimas de cocodrilo. Es que dicen muchas mentiras.
¿Recuerdan cuando hace unos años, en medio de las negociaciones de La Habana, se inventaron el cuento de que en los procesos de paz hay una tensión inevitable entre la paz y la justicia, y que entonces debíamos prepararnos para “tragarnos un sapo” a cambio de que la paz fuera posible?
Van a intentar ahora justificar que durante estos dos años no hayan hecho más que cederle regiones enteras al control territorial criminal por cuenta de una Paz Total que ha sido para la milicianización
Ahora se están inventando el cuento de que la Paz Total supone otra tensión, también inevitable, entre la paz y la seguridad. Y con ese cuento van a intentar ahora justificar que durante estos dos años no hayan hecho más que cederle regiones enteras al control territorial criminal, por cuenta de una Paz Total que nunca ha sido para la paz sino para la milicianización y por cuenta de unos ceses del fuego que nunca fueron ceses del fuego sino la trampa para paralizar a las FF. AA en su tarea de perseguir al crimen y proteger la seguridad de las regiones.
Sobre este tema de la mayor gravedad tendremos que seguir haciendo muchas preguntas, pero en este momento hay una que es imprescindible: ¿qué de nuevo ocurrió que haya hecho que Petro y sus funcionarios hayan salido a las carreras a inventarse bombardeos y a inventarse nuevas narrativas dizque para priorizar la seguridad sobre la paz?
Pues lo único que uno ve como algo nuevo que haya ocurrido, y que los tiene paniqueados, es la llegada del nuevo gobierno de Estados Unidos. Por lo que uno ve, parece que van a salir los funcionarios de la embajada que han sido tan permisivos con Petro y con las 300.000 hectáreas de coca y con las negociaciones del control criminal de la migración del Darién y con la dictadura de Maduro y con el Cartel de los Soles y con el Tren de Aragua que se les metió a Estados Unidos y con las torturas a los miles de detenidos después del robo de las elecciones a María Corina.
¿Vieron que no es porque Gustavo Petro y su gobierno sientan tristeza o arrepentimiento por la milicianización, que se ha multiplicado exponencialmente, sino porque están que no saben qué hacer cuando el nuevo gobierno gringo les haga preguntas tan incómodas que no tengan qué responder?
¿Vieron? Puras lágrimas de cocodrilo.
Inclusive hay quienes, con razón, piensan que las nuevas lágrimas de cocodrilo se deben a que Petro se quiere meter a disputarle a otros sectores políticos la bandera de la seguridad, ahora que la seguridad vuelve a aparecer en las encuestas como la preocupación más grande de los colombianos.
De todas maneras, ¿Será que este país va a ser tan pendejo de comerse el cuento de la tensión entre la seguridad y la Paz Total, y por ahí derecho de comerse las nuevas lágrimas de cocodrilo? Aquí no ha habido ninguna tensión entre seguridad y Paz Total. Lo que ha habido aquí es una premeditada y perversa estrategia de milicianización contra la democracia.