La reciente decisión de fusionar la Facultad de Ciencias Sociales (FACISO) y el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo (CIDER) en la Universidad de los Andes ha generado un malestar profundo entre estudiantes y docentes del CIDER.
Esta medida, tomada a puerta cerrada y socializada apenas dos semanas antes del cierre del semestre, parece diseñada, según miembros de la comunidad, para imponer un cambio abrupto sin brindar garantías reales a la comunidad académica.
El CIDER, con más de 40 años de trayectoria, se ha destacado como un espacio interdisciplinario único en el país, su enfoque técnico y práctico lo convierte en un referente para quienes buscan abordar los desafíos del desarrollo desde perspectivas que van más allá de las ciencias sociales tradicionales. A diferencia de FACISO, el CIDER reúne a profesionales de diversas disciplinas, como arquitectos, ingenieros, geógrafos, abogados, politólogos y sociólogos, entre otros, que provienen de distintos lugares del país; este carácter multidisciplinar, combinado con su tecnicismo, es lo que lo hace atractivo para quienes buscan herramientas concretas para el desarrollo, y precisamente lo que está en riesgo con esta fusión.
Tal vez le interese: Aunque puntea en la mayoría de los rankings, los Andes no es la universidad con mayor reputación
Para varios miembros de la comunidad uniandina, la integración con FACISO no refleja esta diversidad: mientras que esta se centra en disciplinas tradicionales de las ciencias sociales, el CIDER ofrece un enfoque integral que combina conocimientos técnicos y sociales para enfrentar los desafíos del desarrollo. Para quienes se oponen, esta diferencia es fundamental y no puede simplemente ignorarse bajo un modelo académico para no recoge la riqueza de perspectivas que caracterizan al CIDER.
Por otro lado, las quejas tienen que ver con cómo se hizo el proceso. Voces consultadas afirman que el proceso de socialización de esta fusión no solo fue intempestivo, sino también inconsistente ya que durante un almuerzo improvisado, las directivas intentaron tranquilizar a los asistentes asegurando que se mantendrían los programas, la planta docente y las líneas de trabajo del CIDER, sin responder a las dudas planteadas, pero estas promesas se desmoronaron rápidamente: al día siguiente se conocieron presuntos despidos de profesores y testimonios de docentes a quienes se les propone dejar sus actividades en el posgrado para dictar clases de pregrado en áreas ajenas a su especialidad.
Tal vez le interese: Gracias a los Andes, Bogotá se metió entre las mejores ciudades del mundo para estudiar
Aseguran, además, que la duplicación de su carga académica y la reasignación de materias en FACISO comprometen no solo la calidad de la enseñanza, sino también la capacidad de estos docentes para continuar con líneas de investigación y consultoría que han sido fundamentales para el CIDER.
La desaparición del CIDER, en esencia, no es solo una pérdida para la Universidad de los Andes, sino para el país, pues de ser como aseguran quienes se oponen a su evidente fusión, el enfoque interdisciplinar del CIDER ha permitido abordar problemáticas complejas del desarrollo con una mirada integral, preparando a líderes y profesionales capaces de diseñar soluciones innovadoras.
Los miembros de la comunidad uniandina que no están de acuerdo creen que al fusionarlo de manera tan impositiva, la universidad corre el riesgo de sacrificar un espacio académico invaluable en aras de intereses que aún no se han explicado con claridad.
*Con información obtenida gracias a Clara Elisa Eraso Trujillo, colaboradora de nuestra sección Nota Ciudadana.