Golpizas a ladrones: Una práctica social a reflexionar

Golpizas a ladrones: Una práctica social a reflexionar

Por: Cesar Suárez
junio 03, 2015
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Frente a las imágenes y vídeos que han circulado por redes sociales en estos días, registrando las fuertes golpizas de las que han sido objeto algunos ladrones en Bogotá, quisiera poner a consideración algunas reflexiones, varias de las cuales seguramente merecen ser abordadas con mayor profundidad en otras circunstancias:
1) Si se asume que en la actualidad hay tres principios de regulación en la sociedad: El Estado, el mercado y la comunidad, el “linchamiento de los ladrones” se puede leer de la siguiente manera: Tanto la Comunidad y el Estado pierden terreno progresivamente, en tanto el Mercado lo gana. Ello quiere decir que:
a. El modelo social vigente requiere y forja una comunidad cada vez más frágil, donde el tejido social sea cada vez más débil y escaso, ello como una forma de exacerbar el individualismo (principio básico del modelo económico actual).
b. El golpear a un ladrón es presentado por los individuos como una forma de “justicia” y “defensa” de la propiedad privada individual, esgrimiendo además argumentos de “garantizar el bienestar individual y colectivo”.
c. El anterior punto lleva a reconocer, una vez más, la evidente pérdida de terreno que afronta el Estado moderno occidental, el cual emerge en el S. XVI sobre la defensa de la propiedad privada, la administración de la justicia y el brindar seguridad a sus ciudadanos. Así, nos encontramos con un Estado débil, con fuertes problemas de legitimidad y con unas instituciones insuficientes e inoperantes ante los nuevos requerimientos sociales.
2) ¿Por qué se lincha a un ladrón que “roba unos pocos pesos” y no a los que roban el erario público? Es una pregunta también cargada de matices, pero por ahora sólo diré que está muy relacionado a los puntos a y b ya mencionados. Se le entrega mayor importancia la propiedad individual que a los bienes comunales -no nos pensamos y comprendemos como Comunidad-.
Además de tener escasa reflexividad sobre los procesos estructurales del país -un hecho ligado a la formación política que nos acompaña-. Es paradójico encontrar que la mayoría de la gente considere que golpear a un ladrón es una solución al problema, una forma de “cambio” y de “correctivo”, pero asumen que el sistema político y económico no está presto a cambios, es inamovible e inmutable, haciéndose común escuchar frases como: “Vivimos en un país corrupto, no hay nada que hacer…”; “Aquí siempre han robado los mismos…”
3) Por otro lado, el linchar a los ladrones, como una forma de asumir la justicia “por las propias manos”, no es una práctica nueva en nuestra sociedad. Es una conducta que simplemente emerge a la opinión pública por estos días, así como esporádicamente salen otras conductas sujetas a problematizar (violencia intrafamiliar, niños quemados con pólvora, ataques con ácido, conductores ebrios, etc.). Lo que cambia en esta ocasión es la forma como desde las redes sociales se está convocando y generando círculos de opinión para que dicha práctica se masifique.
4) Revisando los comentarios que han aparecido por redes sociales, cerca del 70-80% de las personas avala una golpiza (ya sea fuerte o suave). Denotando un estado de desprecio por la vida, donde los “castigos” propuestos llegan a competir con las formas de tortura más denigrantes de la condición humana, propias de la inquisición.
5) ¿Es la violencia una forma de modificar conductas? Para ello tocaría revisar algunas investigaciones o estudios previos, sobre todo en campo de la psicología social. Es probable que algunos ladrones le cojan “miedo” a robar, cojan “escarmiento”, pero ello no soluciona problemas como la desigualdad o la inequidad, fácilmente aquel sujeto excluido y marginado puede optar por la práctica de otra actividad ilegal (micro tráfico; extorsión; trata de blancas). Pero también es probable que algunos ladrones extralimiten sus formas de robo, acudiendo a una mayor violencia, al uso o porte de armas más letales, entrando así en un círculo vicioso de violencias.
6) En momentos como este, el concepto de justicia comunitaria emerge, ubicando a esta como una institución de Derecho Consuetudinario, que permite sancionar las conductas reprobadas de los individuos pero sin la intervención del Estado, sus jueces y su burocracia, sino directamente dentro la comunidad de individuos en la que las autoridades naturales de la comunidad hacen de equilibrantes entre las dos partes enfrentadas.
Sin embargo para que esta se dé es necesario que haya administración de justicia y que haya comunidad; si falta alguna de las dos se estará entrando a otro tipo de situación. No será justicia comunitaria si el ámbito social en el que se inscribe no tiene dinámicas de identidad y pertenencia.
Según Ermo Quisbert, la justicia comunitaria es un sistema autogestionado, dado que los propios participantes implantan las normas que se les aplican. Es además consensual, ya que no se rige por el principio de mayoría sino por el de consenso. Sin embargo, tales premisas no se presentan en las golpizas a los ladrones, ya lo dije anteriormente, en ciudades como Bogotá el tejido social, la Comunidad, es muy débil, por ende el principio de justicia comunitaria se hace inaplicable de buena manera en lo inmediato.
7) Por último, todos sabemos lo complejo que es desarrollar cambios de conciencia y de cultura, que los cambios ideológicos están catapultados por cambios en las condiciones de vida. Pero también sabemos el malestar que el “lumperproletariado” genera en la sociedad. Para aquellos que trabajamos por fortalecer procesos de cambio, transformación social y paz, sobre todo en la periferia de la Ciudad, nos queda como tarea definir cuál es nuestra respuesta concreta de acción ante ello, la comunidad lo demanda y tendrá que estar inmersa en nuestra propuesta de Ciudad.
Una tarea nada fácil, pero en la que debemos empezar a avanzar con rigurosidad, por ahora puedo decir que desde la organización en la que trabajo comprendemos que la seguridad está ligada íntimamente al cumplimiento pleno de los derechos sociales…
Pdt. Muchos aseguran que vivimos en una cultura violenta, ella es una apreciación también cargada de complejidades. No se puede desconocer que hemos forjado una patria en medio de fuertes círculos de violencia y que salir de ellos no será fácil, pero tampoco podemos quedarnos en respuestas tan llanas y facilistas como “por naturaleza somos violentos” o son “manifestaciones de irá”. Aún más cuando se encuentra que los grandes círculos de difusión y construcción de opinión pública (novelas, noticieros, comerciales, iglesias, escuelas, etc.) siguen profundizando en modelos de violencia, venganza y “revanchismo”. Ante ello, avanzar en la construcción de Paz se hace bastante complicado.
Pdt. 2: Una análisis más profundo de la situación requiere revisar el contexto en el cual se desarrollan aquellos sujetos que optan por “robar”, pues sin entrar a justificar y validar el hurto, no se puede negar en ningún momento las condiciones de desigualdad, pobreza, marginalidad y segregación en la que se desarrollan el grueso de aquellos “ladrones linchados”. Y como reflexionaría una compañera, por qué no se han dado intentos de linchamiento “(…)a gerentes de Saludcoop o de Caprecom, q han matado más gente que el mismo conflicto armado, por cuenta del robo de los Dineros de la Salud!!!!”.

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