La humanidad, obvio, tiene muchas dolencias físicas, es natural. Lo que no se compadece es que para acompañar la sopa y el seco, nos muestren uñas negras, flemas rojas y verdes, y nos “tranquilicen” con el remedio para los gases que nos producen nuestros excesos.
El primer comercial grotesco que tuvimos en Colombia, que yo recuerde, fue el de un laxante que mostraba la caricatura de un inodoro como con paperas, pero multiplicadas a la n potencia, que se quejaba de estar “atoradito”. ¿Recuerdan? ¡Qué cosa tan horrible! No le dejaron mucho a la imaginación y no duró mucho, pero dejó huella. Lástima que no lo encontré para quienes no lo vieron, pero les comparto este video que hallé durante mi búsqueda en el que una estreñida le canta al retrete y este le contesta cómo hacer para encontrarse; háganme el bendito favor.
A esta belleza le siguió el de los gases, en radio y televisión. Eso me recuerda la conversación con un colega que en un corte de comerciales me dijo: “Oye, ¿te has dado cuenta de los problemas gástricos que tenemos los colombianos; de lo flatulentos que somos? Estamos inundados de publicidad ofreciendo productos contra los gases; somos unos pedorros”.
Y qué me dicen de los comerciales de las flemas. Le muestran a uno cómo se forman, cómo crecen, el recorrido que hacen, les ponen ojitos y sacan a un cristiano tosiendo hasta casi escupirlas; pero llega la medicina del caso y las va diluyendo. ¡Francamente!… No digo que sea fácil publicitar estas cosas, pero ¿será que la creatividad no ha dado para más?
No es que esté mal promocionar productos medicinales que alivien ciertas cargas que por ratos nos da la naturaleza, el problema es la hora y la forma como se emiten los comerciales y las cuñas. Hoy, cada que usted se está tomando un cuchuco delicioso, o un sancocho de pescado, o comiéndose una sobrebarriga en salsa, o una ternera a la llanera, o una carne oreada, o lo más delicioso que hay donde usted vive, le sale un comercial de televisión con una uña en primerísimo primer plano, que se va negreando mientras le explican que son hongos, que provienen de no sé dónde, que los produce no se qué porquería, que son incómodos, que tienen cura y que para eso existen tales gotas o cremas. A esas alturas, usted tiene en su pantalla un pie asqueroso y cero ganas de seguir con su comida.
Siendo tan explícito todo esto, me queda la preocupación de cuándo comenzarán a publicitar de esta manera enfermedades de transmisión sexual. ¿Será que nos van a mostrar llagas, granos y pipís como mazorcas a causa de la infección?
Estamos llegando a un grado de crudeza tal, que hay que mandar a estos creativos a asesorarse un poco de las empresas que venden toallas higiénicas, que encontraron la forma de venderlas sin mostrar ropa manchada, ni imágenes desagradables, sino situaciones cotidianas con sugerencias sutiles de qué usar para no pasar vergüenzas.
Empresarios y publicistas, ¡por favor no más suciedades a la hora de comer!
¡Hasta el próximo miércoles!
