El regreso empoderado de Armando Benedetti a trabajar al lado del presidente Petro, tras reconocer que está en tratamiento de drogadicción y después de haber protagonizado un episodio de violencia contra su esposa Adelina Guerrero en Madrid, descontrolado por el alcohol y la cocaína, plantea la necesidad de entender un fenómeno cada día más generalizado.
Difícil una persona con más conocimiento y experiencia tratando casos de adictos enfrentados a una disfuncionalidad social que el Dr. Miguel Bettin, PhD en psicobiología y con 30 años de trabajo individual y comprometido en procesos sociales, lidiando con personas que se proponen salir del infierno de la droga y el alcohol, pero que no lo logran, sometidos a recaídas permanentes en que la embarran nuevamente.
Y es precisamente el tema que desarrollan en esta conversación Miguel Bettin y Juan Manuel Ospina.
JMO: Doctor Bettin, porque hay esta especie de explosión de la droga.
Miguel Bettin. El consumo de la droga ha acompañado al ser humano; ha consumido sustancias que le alteren sus niveles de consciencia. Una de los grandes cambios que hubo, digamos, en el siglo pasado es que los consumos tradicionales, o sea, ritualísticos, es decir, la droga estuvo asociada a usarla cuando los grandes ejércitos se iban a enfrentar a otros para llenarse de valentía, a usarla cuando se estaban haciendo rituales religiosos o mágicos.
Pero digamos con el advenimiento del capitalismo fuerte, salvaje, si se quiere decir, y con la, con todas las revoluciones del siglo pasado, el consumo de drogas se generalizó, se desritualizó y empezó a darse en cualquier contexto con cualquier objetivo. Y ahí empezamos a tener el consumo de drogas en los años 20, después el consumo de drogas en los años 60, con todo el fenómeno hippie, y después el consumo de drogas ya en los años 90, que son tres grandes momentos del consumo de drogas. Y llegamos a nuevos consumos de drogas como son la sintética, el fentanilo por ejemplo.
Y en países como el nuestro el problema de la droga es sui-generis porque Colombia es a su vez el más grande productor de cocaína, pero también un gran consumidor, siendo esta una de las drogas con mayor poder adictivo; y además somos grandes exportadores, así que cualquier solución tiene que ser a la colombiana.
JMO: Y cuál sería esa solución a la colombiana. Y no olvidemos la marihuana que está en furor.
MB: Sí, no nos olvidemos de la marihuana, porque somos un gran productor de marihuana. Y ahorita le voy a contar un poquito lo que está pasando con la marihuana, que es realmente un fenómeno. preocupante, sin que a esto se le incluya ningún ápice de moralización. Esto no puede darse en una persona como yo que lleva más de 30 años trabajando con personas con problemas de droga o trabajando en políticas de violencia; yo he trabajado mucho con gobiernos, he sido asesor en temas de violencia porque eso ha sido parte de mis estudios.
La asociación entre droga y violencia en Colombia es total. El fenómeno de violencia en Colombia no se puede entender sino se entiende el problema de la droga. Y eso es parte de lo que se ignora. Yo miro con gran preocupación cómo se rasgan las vestiduras periodistas, economistas y políticos haciendo el análisis la realidad colombiana, dejando de lado el problema de la droga, solo lo tocan desde la perspectiva de cada una de sus disciplinas. Pero no tocan el problema de las drogas desde el punto central. Las drogas son un problema porque generan adicción.
Si no generaran adicción, que significa que la persona ha perdido la capacidad de autorregularse, no sería tan grave el problema. La droga captura a las personas, que su cerebro queda secuestrado a los 14 años, es un cliente del vendedor de drogas para toda la vida. El fenómeno adictivo es lo que determina todo.
JMO: No hay drogas inofensivas.
MB: Así es. Lo que hay es un ser humano con un cerebro proclive a la adicción, proclive a generar un comportamiento que lo secuestra frente a cosas; se da la ludopatía, las apuestas ahora desde los celulares y nos volvemos adictos a sustancias que generan 40 veces más placer que la comida o el sexo, como puede ser la cocaína.
Esa es la explicación de porqué un ser humano, brillante, capaz, buena persona, termina hundido en una adicción. No es debilidad, no es inmoralidad, es sencillamente una relación química que se produce entre esa sustancia y un cerebro proclive a desarrollar esa adicción.
JMO: No todo cerebro es proclive a desarrollar esa adicción.
MB: Al contrario, todo cerebro es proclive a desarrollar una adicción; es algo que convive con nosotros: el magistrado de la Corte Suprema, el profesor universitario, el médico que lo operó hace tres días, el piloto de una nave en la que usted se embarcó, ahí están los adictos. Están en todos los lugares, haciendo correr riesgos a las personas que se ponen a disposición de ellos.
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