La propuesta del expresidente César Gaviria de que todos los partidos se unan para escoger un candidato único que enfrente al candidato del Pacto Histórico en las elecciones presidenciales de 2026 no tiene futuro. Primero, porque una coalición de ese estilo no se ha hecho nunca antes, aunque la idea se presente como un recurso de emergencia para una eventual salvación nacional. Segundo, porque el sistema de dos vueltas presidenciales en un régimen multipartidista como el nuestro, les da a candidatos que no tienen una intención de voto dominante la oportunidad de pasar a la segunda vuelta, posibilidad a la que ningún partido va a renunciar. Tercero, y lo más importante, porque si el candidato del Pacto Histórico pasa a la segunda vuelta, lo cual es más que probable dado que tendría algo así como el 30 % de la intención de voto (6 millones de votos), el presunto candidato de la salvación nacional será automáticamente el otro sin necesidad de mayores coaliciones previas, quienquiera que sea.
Los expertos en prospectiva, que es una ciencia adivinatoria del futuro, para lo cual construyen escenarios probables, posibles o catastróficos, dirían que para el grueso del mundo político el escenario catastrófico es la continuidad del Pacto Histórico en el poder. No parece según las cuentas electorales que ello pueda suceder. Es probable que el Pacto Histórico luego de algún procedimiento de consultas escoja un candidato del corazón del petrismo. Ese candidato, quienquiera que sea, tendría un puesto asegurado en la segunda vuelta presidencial pero una dificultad insuperable para alcanzar los 11 millones de votos que se requieren para ganar la presidencia, dada la impopularidad del gobierno que registran las encuestas. El resto del mundo político y por supuesto, la opinión pública, que es la que elije, rodearía al otro candidato, quien sería el próximo presidente. O sea, un escenario catastrófico para el petrismo. Un harakiri.
La dinámica que crea ese escenario pulveriza la iniciativa del expresidente Gaviria porque ni el candidato de la derecha, quienquiera que sea, ni los muchos candidatos de centro, que salen siempre hasta debajo de las piedras, ni los “outsiders” al estilo del ingeniero Hernández, que de Dios goce, van a renunciar a disputarse el otro puesto de la segunda vuelta, que sería la carta de triunfo, porque una regla de oro de la política es que no hay gobierno de baja popularidad que pueda garantizar en elecciones libres la continuidad de su partido en el poder. Solo que no es muy creíble que el presidente Gustavo Petro, que conoce como el que más la opinión pública, vana, vaga y ondeante, vaya a regalarle ese escenario al establecimiento que tanto critica.
Otro escenario probable es que haya una alianza entre la izquierda gubernamental y la centro izquierda, alrededor de un nombre que arrastre tanto los votos del petrismo como los de parte de la opinión pública, que le permita alcanzar la cifra mágica de los 11 millones de votos. Para ello, una consulta popular amplia sería necesaria. En esa consulta reside la posibilidad de una continuidad del Pacto Histórico en el poder, como socio de una coalición más moderada en sus propuestas de cambio, para ver si así salen adelante.
El hecho tozudo es que en las filas del Pacto Histórico no hay un candidato que tenga ni siquiera remotamente la trayectoria y el atractivo político que tuvo Gustavo Petro hace dos años
El hecho tozudo es que en las filas del Pacto Histórico no hay un candidato que tenga ni siquiera remotamente la trayectoria y el atractivo político que tuvo Gustavo Petro hace dos años. Solo Álvaro Uribe, su eterno contradictor, que se le parece tanto en el fondo en la manera de hacer política, pudo en su momento dada su alta popularidad hoy bastante desvanecida por los años, la capacidad de imponer como su sucesor a Juan Manuel Santos, popularidad que le alcanzó también para imponer al sucesor de Santos. Pero éste claramente no es el caso.
Así que el escenario catastrófico para muchos de la continuidad del Pacto Histórico en el poder, con un sucesor de la entraña del movimiento, tocaría descartarlo en los términos en que lo hacen los expertos en prospectiva. El escenario, también catastrófico, de la llegada de la derecha al poder, depende del albur de que se gane la rifa del puesto en la segunda vuelta. Y el escenario de un candidato del centro izquierda, apoyado por Petro, que gane la elección no sería del todo improbable.