El haber disparado la bala que mató al capo de capos cambió para siempre la vida del teniente Hugo Aguilar. Era el 8 de diciembre de 1993 cuando se vio a un policía sonriente al lado del cadáver Pablo Escobar. Había caído en el tejado de la casa en Medellín donde se escondía. Su historia había terminado pero la del Hugo Aguilar apenas comenzaba.
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A los pocos años de haber salido de la policía Aguilar ya era candidato a la alcaldía de Suaita, el pequeño pueblo de Santander donde nació en 1952. No ganó en esa oportunidad, pero en 2001, con el aval del partido de derecha Convergencia Ciudadana, fundado por el exsenador santandereano Luis Alberto Gil, condenado por parapolítica en 2008, el expolicía empezaría el ascenso al poder con un cargo en la asamblea de Santander a la que llegó con más 17 mil votos, los cuales logró con el financiamiento y la ayuda de paramilitares.
Lo que apareció como un acto heroico la realidad lo fue nublando. No pasó un año desde aquel 2 de diciembre de 1993 y empezaron los comentarios de pasillo sobre su posible relación con los hermanos Rodríguez Orejuela, líderes del Cartel de Cali; los también hermanos Castaño, don Berna y Macaco, exjefes de las Autodefensas Unidas de Colombia. Y aunque por aquellos años no pudieron comprobarle nada, antes de acabarse el año 1.994 el entonces director de la policía, el general Rosso José Serrano, le pidió la baja. Hugo Aguilar se tuvo que retirar de la policía con el rango de teniente coronel.
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Fue muchos años después del retiro, en 2006, siendo gobernador de Santander, que el presidente Álvaro Uribe le entregó el rango de coronel en una ceremonia que no dejó de ser polémica. Para entonces ya llevaba dos años como gobernador de Santander, a donde llegó, según la justicia, con la ayuda de los paramilitares del Bloque Central Bolívar por lo que terminaría condenado y pagando cárcel.
Durante estos casi 20 años logró amasar un enorme poder en Santander y convertirse en uno de los jefes políticos de la región, poder con el que ha logrado no solo no soltar los hilos políticos del departamento sino heredárselo a sus hijos Richard y Mauricio que también se subieron a la silla de gobernador.
El primero fue el menor de ellos, Richard Aguilar, quien se posesionó en 2012 luego de recoger sus banderas en 2011 cuando el coronel buscaba su segundo periodo cómo gobernador, pero se le atravesaron la Procuraduría de Alejandro Ordóñez, que lo suspendió e inhabilitó por 20 años, y la captura y posterior condena a 9 años de cárcel por sus relaciones con los jefes del bloque paramilitar Central Bolívar, relación que Aguilar mantuvo en silencio por 22 años y del que solo habló en la Jurisdicción Especial para la Paz, en la que está pidiendo pista desde diciembre de 2019 para buscar rebajar la pena.
Las verdades de Aguilar en la JEP que enredan a muchos otros
En la primera audiencia frente a los magistrados de la JEP, que se dio en enero de 2024, Hugo Aguilar empezó confesando lo que siempre había negado: su cercanía con los más temidos jefes paramilitares de los años 90. Confesó también que las AUC financiaron su campaña a la gobernación y que ellos habían obligado a los votantes de los pueblos donde mandaban para que los votos para la gobernación de 2004-2008 fueran suyos.
Aguilar conoció a Carlos Castaño y a Don Berna en 1992 mientras buscaba a Pablo Escobar por cielo y tierra. Era miembro del Bloque de Búsqueda, un grupo élite formado por policías y militares que ordenó crear el presidente César Gaviria después de que el narcotraficante paisa se burlara de él y de su gobierno. Escobar se entregó el 19 de junio de 1991, se hizo detener en La Catedral, una cárcel de lujo construida por él mismo, y un mes antes de cumplir un año recluido se escapó por una de las paredes falsas de su cárcel.
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La orden de reunirse con los jefes paramilitares del momento se la dio el general Miguel Maza Márquez, director del extinto Departamento Administrativo de Seguridad –DAS– al entonces jefe del Bloque de Búsqueda, coronel Hugo Martínez Poveda. Maza Márquez, condenado por su participación directa en el crimen del entonces candidato presidencial Luis Carlos Galán Sarmiento, le dijo a Martínez Poveda que los hermanos Castaño y otros paramilitares exsocios de Escobar tenían información privilegiada sobre ubicación y movimientos de Pablo Escobar, el hombre por el que el gobierno de César Gaviria ofrecía una recompensa de 5 mil millones de pesos que al día de hoy serían unos 64 mil millones de pesos.
La ética del coronel Martínez Poveda no le permitió reunirse con los paramilitares, pero no le alcanzó para prohibir aquella cita como comandante del Bloque de Búsqueda, la cual se dio en la escuela de suboficiales de la policía Carlos Holguín en Medellín. Quien recibió personalmente a Carlos Castaño y a don Berna fue el teniente coronel Hugo Aguilar acompañado del mayor Danilo González. Ahí empezó una relación de trabajo con un único objetivo, matar a Pablo Emilio Escobar Gaviria, el jefe del Cartel de Medellín. Fidel y Carlos Castaño decidieron colaborar con el Bloque de Búsqueda porque sabían que Escobar ya había dado la orden de asesinarlos.
A la nueva alianza entre policías y paramilitares también se unieron los hermanos Rodríguez Orejuela, jefes del Cartel de Cali, enemigos y competidores de Escobar en el negocio de la cocaína. Este grupo al que se le sumaron otros paras y otros narcos fue conocido como Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar). Aguilar confesó ante la JEP que él fue quien le dio el nombre a esta alianza criminal, que logró su objetivo el 2 de diciembre de 1993.
Los 5 mil millones desde hace 30 años que le cambiaron la vida
La millonaria recompensa que el gobierno estaba dando por la captura de Pablo Escobar se la entregaron al Bloque de Búsqueda. Se la repartieron, según contó Aguilar ante la JEP, entre los 23 integrantes del escuadrón. Lo mismo ocurrió con las recompensas que el gobierno ofrecía por la captura o muerte de alias Pinina, el sicario preferido de Pablo Escobar y por la de Gustavo Gaviria, el primo del patrón.
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Según Hugo Aguilar, su patrimonio viene de estas recompensas y de la pensión que tiene como policía. Pero para la fiscalía que también sigue investigándolo por enriquecimiento ilícito, su relación con los paramilitares también tuvo que ver en el crecimiento de su fortuna, la cual calcularon en su momento en más de 15 mil millones de pesos, en la que hay unas 33 propiedades, entre las que hay casas, apartamentos, fincas, carros de lujo.
Los señalamientos de corrupción que cercan al coronel
En la actualidad, mientras la JEP decide si acoge o no al coronel, la justicia lo investiga ahora por corrupción en la construcción del Parque Nacional Chicamocha, parque que se levantó durante su gobernación con el que le entregó contratos a personas cercanas de los paramilitares y también a guerrilleros del ELN. Sobre Hugo Aguilar hay 24 procesos judiciales abiertos. Hugo Aguilar sigue apoyando políticos y financiando campañas, como la de Héctor Mantilla a la gobernación que terminó perdiendo contra el actual gobernador Juvenal Díaz, que en el pasado también contó con su apoyo. El Clan Aguilar sigue vivo en Santander pero cada vez con mucha menos fuerza, una caída que empezó al mismo tiempo que su gloria.