Una nueva realidad demográfica ya se instaló en Colombia. Uno de los saldos, en las décadas por venir, es el peso, cada vez más importante, de la población mayor.
Los cambios en la estructura poblacional son claros. En 1960, se presentaban, anualmente, más de 45 nacimientos y morían unas 11 personas por cada mil habitantes. Un país de niños, jóvenes y adultos jóvenes, cuya población aumentaba año tras año. Los mayores de 65 años representaban solo algo más del 3 %. La esperanza de vida al nacer (siempre mayor para las mujeres) se ubicaba entre 60 y 65 años.
Hoy, el cuento y las perspectivas son totalmente diferentes. Comenzando con los mayores de 65, que hoy representan el 9% y que en el 2050 serán el 20% de la población total. La tasa de nacimientos se desplomó, la mortalidad de los menores de 5 años ídem y la esperanza de vida al nacer está hoy entre 75 y 80 años.
Hacia 2050 la población total comenzará a disminuir porque nacerán menos personas de las que fallecen, de modo que a finales del siglo habrá 46 millones de habitantes, después del pico de unos 57 millones en 2050. Y los mayores de 65 representarán algo más de la tercera parte de la población total.
No solo se transforma la estructura poblacional del país, sino que el fenómeno también plantea importantes preguntas sobre el papel y la relevancia de los adultos mayores en nuestra sociedad. Dentro de la complejidad de la problemática, solo me quiero referir a algunos prejuicios que deben ser desmontados.
Uno de los más arraigados consiste en la creencia de que los adultos mayores sufren limitaciones cognitivas significativas. Muchos asumen erróneamente que el envejecimiento está inevitablemente asociado con el deterioro mental. Sin embargo, investigaciones han demostrado que los mayores mantienen una agudeza mental notable y cuentan con grandes capacidades de aprender y adaptarse a nuevas situaciones. La neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones, no desaparece con la edad.
De forma complementaria, otro prejuicio común se refiere a la idea de que los adultos mayores son incapaces de aprender o cambiar. Esta percepción, además de no reflejar la realidad, es desalentadora. Adultos mayores han demostrado ser excelentes aprendices, desarrollando nuevas habilidades en áreas como la tecnología, el arte y el emprendimiento. La experiencia acumulada a lo largo de los años puede incluso facilitar el aprendizaje en ciertos contextos.
El concepto del envejecimiento productivo se refiere a la idea de que los adultos mayores pueden y deben participar activamente en la vida social, económica y cultural. Este enfoque no solo beneficia a los individuos mayores, sino que también enriquece a la sociedad en su conjunto. Los mayores pueden aportar su conocimiento, experiencia y habilidades en diversas áreas, incluidos el emprendimiento y su participación voluntaria en actividades comunitarias.
La reciprocidad es clave; al proporcionar apoyo a las generaciones más jóvenes, los adultos mayores también reciben beneficios emocionales y sociales
Es crucial crear redes de apoyo social que fomenten su participación activa. Las redes pueden incluir programas comunitarios que ofrezcan oportunidades para el aprendizaje continuo, actividades recreativas y espacios para compartir experiencias. La reciprocidad es clave; al proporcionar apoyo a las generaciones más jóvenes, los adultos mayores también reciben beneficios emocionales y sociales.
En general, en lugar de adoptar una actitud asistencialista que limite su participación, debe reconocerse el valor de los mayores como miembros activos y productivos de la sociedad.
Se requiere diseñar y poner en marcha políticas públicas inclusivas que promuevan oportunidades educativas y laborales. Debemos trabajar en campañas de sensibilización que desafíen los prejuicios existentes y celebren las contribuciones únicas que los adultos mayores pueden ofrecer.
Los mismos adultos mayores deben promover la creación de redes intergeneracionales y demostrar que “loro viejo sí aprende” en materia de apropiación de las tecnologías de las comunicaciones. Que no son sujetos pasivos receptores, sino actores creativos y productivos.
En Colombia la Fundación Saldarriaga Concha lidera, desde el sector privado, la construcción de propuestas para la población mayor y de ejecución de proyectos en formación y emprendimiento, entre otros. Parte vital de las acciones debe basarse en los buenos datos, disponibles en la nueva plataforma + 60. Es la iniciativa más seria de acopio de información acerca de los adultos mayores en el país, clave para la articulación de actores comprometidos con las nuevas realidades y desafíos derivados de la nueva realidad demográfica.
