Con mucha frecuencia se escucha sobre lo que es adecuado en la crianza de los hijos. A veces es bueno ver el otro lado de la moneda: lo que no se debe hacer porque es un error y no le sirve a nadie ni siquiera a los padres. Primero que todo, no debemos ser débiles, ni inseguros, sino asertivos. Debemos hacer lo que decimos ya sea frente a una situación positiva o negativa, es decir: si prometemos un premio hay que entregarlo igual que si prometemos una consecuencia negativa. A los niños les sirve mucho tener papás que sepan para donde van, que sean seguros y sepan ejercer sus derechos sin violentar a nadie. Los niños, en el fondo, se defraudan cuando sienten y perciben a sus padres asustados e inseguros. Tampoco les sirven los padres agresivos e intransigentes. Cumplir y hacer cumplir las reglas del hogar es clave para la buena crianza.
El segundo error es la falta de comunicación. Siempre hay que estar dispuestos a escuchar a nuestros hijos sin emitir juicios para que ellos en el futuro nos hablen de lo que les preocupa. Nada más grave que cerrar los canales de comunicación con un hijo. Se pierde cualquier oportunidad de tener una influencia benéfica en sus vidas, así como la resolución conjunta de problemas y llegar a acuerdos. En estos tiempos, sin comunicación con los hijos, se pierde la posibilidad de darles la fuerza con la cual enfrentar este nuevo mundo.
Darles muchas posibilidades u opciones ante las situaciones es un error común en los padres. La respuesta invariablemente está en las escogencias limitadas, ejemplo: “¿Te quieres poner el vestido azul o el verde?, ¿Quieres comer pera o manzana? Los niños se confunden cuando la posibilidad de escogencia es múltiple y además reciben el mensaje erróneo de que tienen exceso de poder. Muchos padres se pasan de democráticos y esto, para muy poco sirve. Es mejor a veces decirles claramente que “esto es” lo que van a hacer. Otro error es que con frecuencia los padres caen en la costumbre de amenazar y no de advertir. Es importante advertir o avisar que vamos a salir en cinco minutos y cumplirlo. ¡Nada que desprestigie más a un padre que amenazar y no cumplir! Pierde credibilidad ante los hijos a una velocidad vertiginosa. A los hijos les gusta que les avisen, que les adviertan de las consecuencias, pero no quedar atrapados en falsas amenazas como: “la próxima vez que salgas tarde no vas con nosotros” y la próxima vez si va. ¡Hay que evitar esto a toda costa!
Como padres nos hace falta decirles a nuestros hijos lo que hacen bien. Los niños necesitan palabras de aliento, palabras positivas, halagos y palabras estimulantes. Si hacemos una reflexión vemos que se nos olvidan a veces las felicitaciones o los cumplidos.
Falta de asignación de responsabilidad a los hijos, y el pésimo hábito de “comparar” a un hijo con su hermano u otros niños
Entre las carencias de los padres están también por lo general, falta de rutinas o sea falta de estructura y claridad en las actividades diarias, excesiva permisividad, la falta de asignación de responsabilidad a los hijos, y el pésimo hábito de “comparar” a un hijo con su hermano u otros niños. Esto crea resentimientos y rótulos innecesarios, que se vuelven obstáculos a lo largo de su vida para lograr metas o sueños.
Estos errores son los más frecuentes y es importante tomar nota de ellos para no perpetuar lo que no sirve. Al fin y al cabo, se trata de que cada generación sea mejor. Con padres cuidadosos que entienden que el error es una excelente oportunidad de aprender, tendremos mejores hijos y por lo tanto mejores personas.