Toda una serie de empresarios tiene en sus listas de asalariados a gángsters que solucionan sus problemas sindicales.
ROBERT F. KENNEDY (El enemigo dentro, Reinbeck, 1967, p. 149)
Debes recordarlo: no es lo que eres lo que cuenta, sino lo que la gente cree que eres.
PATRICK J. KENNEDY
Claro que es un gran trabajo; pero no conozco a nadie que pueda hacerlo mejor que yo.
J. F. KENNEDY
El Cine-Club Al Filo del Tiempo, que se emite desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, tras cumplir cuatro años de actividades continuas (19.oct.24), cierra este año sus labores con un tributo al actor y productor francés Alain Delon (1935-2024) por vía del filme Borsalino (1970), de Jacques Deray, del cual quedó una secuela: Borsalino & Cía., que en el caso del original cobra una extraña vigencia dados los vínculos entre la CIA gringa y la mafia marsellesa (1), como se verá a lo largo de este ensayo sobre una obra en la que los gángsters son tan petulantes como ostentosos, tal cual lo son ciertos políticos en la vida real. Claro, no sin disimularlo, para que nadie vaya a pensar que son tan bandidos o malandros (términos, ambos, distintos a ladri o ladrones), tan hombres de honor como los mafiosos, a la vez tan jactanciosos como protectores de los débiles: claro, los políticos son jactanciosos, pero nunca protectores del débil, como se puede ver en todo país cuando pasan las elecciones.
Para sustentar lo que se dirá en adelante, aparte del filme citado Borsalino, bastan tres textos: 1. El libro base del filme, Bandidos en Marsella (1959), de Eugène Saccomano, que figura como novela, pero es no-ficción (2). 2. Marsella bajo la heroína, la Conexión Francesa (1945-1975), de Alfred McCoy (3): de ahí, el filme The French Connection (1970, Partes I y II), de William Friedkin, aunque esté basado en otra no-ficción (1969) de Robin Moore. 3. La CIA y la mafia marsellesa. Los socialistas, los Guérini y la CIA (Partes I y II). Lo clave del filme de Deray con Saccomano es que, aparte de reportarle 30 mil francos, todos los medios de la época se apasionaban con Guérini, uno de los últimos auténticos mafiosos de Marsella; luego recordó a los mafiosos Paul Carbone y François Spirito, pero, como no podía citar nombres propios, en el filme son François Capella (Belmondo) y Roch Siffredi (Delon). En los créditos, su libro se cita de forma errónea ‘como una novela’, según él mismo sostiene.
Julliard publicó un tiraje de 25.000 ejemplares. Delon descubrió el libro durante el rodaje de La piscina, con él y Romy Schneider, y uno de los capítulos lo sensibilizó, el de los jóvenes mafiosos citados, pintorescos/espectaculares y ostentosos, como dice el filme, interesados en chicas y drogas y a los que no se les debería molestar. Igual que el editor, c. 2007 la Paramount, con los derechos bloqueados, sólo le dio a Saccomano 30 mil francos pues no le ha reconocido las regalías que exigió, hecho que Julliard quiere resolver. Deray no le pidió colaborar en el guion que fue escrito a ocho manos por figuras como Jean-Claude Carrière, Jean Cau, J. Deray y C. Sautet. A propósito, una adaptación muy libre que juega con la época, los personajes y la Historia, salvo, eso sí, con la de la mafia marsellesa y sus nexos con la CIA. Libro y filme conservan el perfil de los protagonistas, la atmósfera llena de pesadez y densidad, las ideas encontradas de Capella y Siffredi y los líos entre ellos que trascendieron.
Sí, hasta llegar a decir que nunca más actuarían juntos, según el productor asociado a Delon, Pierre Caro. Aunque al inicio iba a titularse Carbone and Spirito, debido a objeciones sobre el uso de nombres de mafiosos reales, pasó a ser Borsalino por la firma que fabrica sombreros estilo Fedora desde fines del XIX e incluye su distintivo modelo citado, cuya época dorada fue la de entre 1920 y 40, que está dentro del marco temporal del filme. En efecto, Borsalino se inicia en Marsella, hacia 1930. El gángster Siffredi sale de la cárcel y busca a Lola, su ex amante, al cabo la halla junto a Capella, pelea con éste para luego volver a ser amigos y crear una sociedad (así no funcionen ni en la cama, decía mi papá) que arregla carreras de caballos y peleas de boxeo, por premios de igual modo deliberados o mafiosos. Lo que lleva al espectador a sumirse ya en su atmósfera torcida/manipulada por la codicia, la belleza, la moda y la vanidad humanas, o sea, idéntico escenario al que entonces dominaba en el mundo.
Hecho que coincide con el mapa socio/político que en 1960 mostraba la mal llamada Nouvelle Vague o Nueva Ola francesa, que, por un lado, venía de la expresión anglo New Look que se refería a moda, juventud y belleza y a todo lo que fuera moderno o estuviera a la orden del día: la que Françoise Giroud puso de moda en L’Express a propósito de asuntos ajenos al cine; y, por otro, no fue escuela ni movimiento, sino ‘una simple tendencia’, como diría A. Astruc, creador de la camèra-stylo o la cámara que filma en modo esfero que escribe. Se trae esto a colación, porque, como el Boom de la literatura latinoamericana, la Nueva Ola fue dentro del cine una explosión alimentada con el fuego de la explotación económica y, en particular, por los intereses personales de Carmen Balcells travestidos de altruismo hacia los autores sudacas y de otras latitudes, y la Agencia Literaria que lleva su nombre en asocio con Andrew Wylie, agente gringo, el más poderoso e influyente del mundo y apodado El Chacal.
No por sus métodos terroristas, como los que se achacan al venezolano así llamado, Carlos Ilich Ramírez (5), sino por sus tácticas de negocio, las que conducen a llamarlo más bien La Hiena. Tres ejemplos: en 1995, Martin Amis dejó a su agente Pat Cavanagh con el que llevaba más de dos décadas, por mediación de Wylie y enseguida éste informó haber logrado un adelanto del autor citado por USD$ 500 mil para publicar su novela La información. En jul.2010, Wylie puso en acción un nuevo negocio para publicar libros electrónicos, Ediciones de La Odisea: los primeros 20 títulos se lanzaron el 21.jul con disponibilidad exclusiva en Amazon. En 2020, Wylie, agente de Louise Glück, gestionó un contrato para que otra editorial la publicara en español, distinta a Pre-Textos que la traducía y publicaba desde 2006, mucho antes de que la fuera dado el Nobel en el año 2020: ello implica que Pre-Textos deje de publicar los textos de la poeta y destruya los libros en bodega, hecho que La Hiena exigió.
Los asuntos en Borsalino quizás sean menos cultos, en todo caso igual torcidos/mafiosos: Rinaldi, abogado que cuida los negocios de los dos jefes de la mafia en Marsella, Marello y Poli, contacta a éstos y sugiere que Capella y Siffredi controlen por todos los medios, sofisticados o violentos, no importa, los mercados del pescado en la ciudad. Entonces, las especies sanas son infiltradas con uno que otro pescado podrido, los mafiosi hacen ruido, las comadres se alebrestan, y cuando el mal ya está hecho, sueltan cajadas de gatos que acaban con las existencias, mientras Siffredi y Capella miran risueños los resultados y sacan a Marello de costado. Una cátedra sobre lo que no debiera serlo, pero que en tantas latitudes se repite hasta hoy por cuenta de mafiosos que ostentan y rezuman poder, al modo de ciertos políticos montañeros que siguen a su san Pablo de turno como quien da a entender que ese es el camino, la verdad y la vida, cuando no es más que la muerte, la mentira, el túnel sin luz.
Tal como ocurría en Marsella desde las décadas de 1920 a 40 y luego durante la ocupación nazi hasta llegar a la presidencia del anticomunista por definición, Ch. de Gaulle, favorito de los EE.UU, es decir, de su gobierno, y, en particular, de la CIA. El hecho no admite discusión cuando se sabe que el corso Paul Venture Carbone y su socio François Lydro Spirito, fueron los primeros narcos de Europa: los primeros en traer opio de Asia, cocinarlo en Marsella y ya vuelto heroína enviarlo a EE.UU, lo que surtió como efecto la tristemente célebre French Connection y, de paso, según consenso entre historiadores de la mafia, el primer laboratorio clandestino de drogas de Europa, ubicado en una villa abandonada de Bandol, cerca de Marsella. Los mismos que después de traficar con 34 Ton de queso parmesano traído de Génova y que compraron por unos pocos francos, a partir de 1936 se metieron de frente en la GC española, al sabotear a los franceses que querían hacer llegar armas a los republicanos.
También, al burlar el bloqueo del gobierno francés: así, fletaban barcos en Amberes, los llenaban de armas y enviaban a Tarragona, donde surtían de esa forma a los fascistas que combatían a los socialistas. El Generalísimo, de hecho bien comunicado con Marsella, había instalado allí una oficina de espionaje. Un titular del diario Ce Soir lo confirmaba el 4.ago.37: Franco tiene un centro de espionaje en la ciudad. Y el comunista L’Humanité: Marsella es un nido de espías fascistas. Hacia el segundo lustro de los 20 del XX, la dupla corsa/italiana era bien reputada en Marsella: allí establece su base de operaciones tras su aventura gringa con el siciliano Lucky Luciano, a quien, de contera, los gringos expulsan de EE.UU, regresa a Italia y cae en Nápoles, bajo el mote de bandido, y muere por infarto, como muestra el filme homónimo de F. Rosi (1973). Ambos se lanzaron rápido a extorsionar a gran escala: bares, hoteles, cabarets, burdeles, tiendas de ultramarinos, comerciantes de frutas y verduras.
Gracias a tales ingresos, más los del narcotráfico, fundaron burdeles en Túnez, El Cairo y Argentina, con lo que su fortuna se incrementó de modo exponencial. Fue así como Carbone y Spirito lograron dominar el medio mafioso francés y derivaron en los Emperadores de Marsella. Todo terminó en el invierno de 1943, cuando un grupo de la Resistencia francesa explota un convoy con soldados nazis y colaboracionistas cerca de la frontera suiza, en Chalon-sur-Saône: entre los heridos estaba el corso Paul Venture Carbone, el más famoso gángster de Francia. Atrapado entre una masa de fierros, tiene el vientre destrozado y una pierna amputada. Aun así, durante su larga agonía, no deja de hablar con los demás heridos y les cuenta chistes para animarlos. Cuando uno de ellos le recuerda: ‘Ahora sí que se acabó, Venture’, el mafioso, entre la resignación y el desangre, dice: ‘C’est la vie’. Frase que, a propósito, mi hijo Santiago tiene en su WhatsApp, pero, por su vitalismo, no por P. Carbone.
No por la vía tanática de Carbone, quien murió el 16.dic.1943 en el hospital al que se le llevó: caía así el único dúo de Emperadores conocido, el formado por Carbone y Spirito y al que se debe el concepto de narcotráfico, punto de partida del filme de Deray sobre el texto de Saccomano. Aquí hay que regresar hasta 1913, cuando en un bar de Alejandría, Egipto, tres cafishios se jactan de haber secuestrado a un rival francés (corso) apodado Venture, quien es llevado al desierto, enterrado hasta el cuello, la cabeza untada de miel, para que sea comido por las hormigas o el sol lo calcine poco a poco. Otro pillo franco/tano llamado François Lydro Spirito escucha al trío y sale en busca de Carbone, recorre el desierto y demora 48 horas en hallarlo agonizante. Enseguida, pactan una alianza que durará tres décadas. Lo que ni el más osado imaginó fue los efectos que para el mundo tendría dicho trato entre dos rufianes de poca monta, pero de suprema ostentación, la que tumba más que un pésimo olor.
Lo anterior puede resultar también de poca monta, si se lo pone al lado de la cruda historia de la CIA y la mafia marsellesa y, más allá, sobre los socialistas, los Guérini y la CIA, hecho indesligable de lo que por vía de A. McCoy omite Deray en Borsalino. Con unos mafiosos, eso sí, algo sobreactuados, pero que no le restan un ápice de credibilidad/verosimilitud al relato, tanto cinematográfico como periodístico, que se trae a colación. Antoine y Barthelemy Guérini son los mafiosos franceses que no sólo van a emular los Carbone y Spirito de no-ficción, sino que se van a asociar con los alcaldes de Marsella al mismo tiempo que por vía clandestina con la CIA. Luego, vendrá el tráfico de heroína hacia EE.UU y por ahí derecho el respaldo gringo a los distintos gobiernos galos, como pasó con Charles de Gaulle (6). Algo que la prensa occidental jamás ha dicho de forma abierta: más bien la ha ocultado/enterrado, a favor de ciertos presidentes que con su silencio (la ley Omertà) han servido a sus intereses.
Y en Colombia, v. gr., desde Lleras R. hasta Duque M., con una historia de narcotráfico que se remonta a 1930, de acuerdo con el exprofesor de la U. N. Eduardo Sáenz Rovner en su libro Conexión Colombia, aunque él extienda el fenómeno apenas hasta los 90 (7). No se olvide que después vinieron Uribe, Santos y el citado Duque: con los dos primeros se dio inicio y fin al Plan Colombia y en el caso del último fue evidente su alianza con Ñeñe, Popeye y Cayita, narcos que le ayudaron a comprar votos y a asegurar su presidencia, como ya Lehder/Escobar lo hicieran con López M., R. Gacha con B. Betancur, los Rodríguez O. con Samper P.: todo ello se infiere de La lista negra colombiana de Jimmy Carter (8). Allí se dice que ‘la persona más conocida de la lista’ […] ‘está vinculada al narcotráfico a través de su sobrino Aníbal Turbay Bernal’, quien, según el informe, está asociado a narcos que podrían elegir a jefes de organismos de seguridad pública criollos si J. C. Turbay resultaba presidente.
Por ello, es muy interesante remitirse al informe final de la Comisión de la Verdad, en torno al narcotráfico, toda vez que surge algo muy revelador que siempre se ocultó: en la Unidad de Investigación de Activos Financieros (UIAF) apenas se registran cuatro investigaciones sobre lavado de activos y narcotráfico con respecto a políticos y funcionarios públicos entre 2015 (Santos) y 2020 (Duque), según hallazgos de la Comisión, que hoy sostiene sin rodeos: Las élites colombianas han tenido un doble discurso frente al narcotráfico con la ‘guerra contra las drogas’, focalizándose en las guerrillas y el campesinado cocalero, mientras mantienen relaciones con los traficantes de cocaína. El modelo de acumulación de capitales a partir de la cocaína ha sido amplio en el país y, en algunos casos, tan frecuente y profundo, que se ha convertido en un atentado a la democracia y a la independencia de las instituciones: ¡ojo!, si en verdad hubiera democracia o independencia de las instituciones. (9)
Aunque en feb.2016, cuando se cumplían 15 años del Plan Colombia, Santos y Obama anunciaron un nuevo capítulo, Paz Colombia, ya en 2006 el ELN refirió su rotundo fracaso en un comunicado difícil de refutar: “El Plan Colombia fracasó como respuesta represiva y contrainsurgente, porque la pretensión de contener la rebeldía popular se sustenta en el uso del terrorismo de Estado. En consecuencia, la ‘seguridad democrática’ de Uribe muestra su carácter absurdo, pues prioriza la represión para imponer la justicia social, propia del neoliberalismo, y es a todas luces antidemocrática”. (10) Ante la desaparición de Carbone y Spirito, en Francia ocurría lo mismo: la represión era prioridad para imponer la justicia social a los menos favorecidos y claro a los obreros, pues la alianza entre socialistas y comunistas sólo duró hasta 1946, lo que obligó a otra alianza entre conservadores y mafia a fin de obtener el poder político a toda costa: una coalición de izquierda pone a Gaston Deferre en la alcaldía.
Deferre era jefe del PS. Al romper con éste el PC francés adelanta una campaña independiente y elige su propio candidato a la alcaldía en noviembre. Entonces, como freno a los comunistas surge la nueva fuerza policial: Compagnies Républicaines de Sécurité (CRS), que deriva en el azote de la mafia marsellesa. Formados durante los combates por la Liberación, ago.44, cuando la mayoría de los policías municipales desapareció (otrora notorias ayudas), las CRS fueron conminadas a restablecer el orden público, capturar a colaboracionistas, perseguir el contrabando y reprimir el mercado negro. Muchos de sus oficiales se reclutaron entre los resistentes comunistas y llevaron a cabo su tarea de modo muy eficaz para sosiego del hampa. Otoño del 47: entre batallas callejeras y reveses electorales, la intervención secreta de la CIA alejó al PC del poder y sentó una definitiva redistribución del naipe político en Marsella. Al romper el PS con el PC, los Guérini fueron ‘árbitros’ irrefutables del bajo mundo en la urbe.
Aunque todo esto lo omiten Saccomano y Deray, e incluso el Delon productor, Borsalino acaba por sacar a flote toda la mierda de la cloaca política. Cuando Capella y Siffredi logran controlar el mercado de pescado, zafándose de Marello, devienen presas de la codicia y parten por el de la carne: entonces, incendian el matadero que controla Poli y éste busca que los liquiden, pero aquéllos lo matan primero a él, mientras El Bailarín se encarga de asesinar al abogado de Marello y Poli. En otras palabras, aunque no se vea por ningún lado a la CIA en el filme, sí se evidencia la tercerización de la violencia, la desaparición, la muerte, como en cualquier lugar donde la mafia opere pues, se sabe, los diversos clanes mafiosos emplean una serie de ‘códigos de honor’, entre ellos el más urgido: la Omertà o ley del silencio: No he visto ni oído nada, entonces nada digo. Capella y Siffredi son una réplica de los gabelotti o recaudadores de impuestos del siglo XIX que manejaban las propiedades de los aristócratas.
A cambio, recibían un porcentaje por cada cosecha, así que para incrementar sus ganancias dividían las tierras en parcelas y las arrendaban a campesinos, los que a su vez les daban otro porcentaje de la cosecha obtenida. Así, los gabelotti cumplían la (anti)función social de mediar entre dueños de la tierra y campesinos, pero al volverse cada vez más poderosos cayeron en la red de la corrupción, igual que los Guérini con los burdeles y Capella y Siffredi con el pescado, la carne y la otra carne, la de mujer; como aquéllos, se adueñaban de forma indebida de pastos para el ganado y a la vez organizaban grupos de abigeo; además, como de ellos dependía abastecer de comida a las urbes, se hacían proclives a extorsionar/especular en el mercado. En conclusión, los gabelotti son precursores directos de los mafiosos y su modo non sancto de hacer negocios y, como los políticos, de oprimir/someter a los pueblos sin que éstos se den cuenta de lo que hacen con ellos, como se ve en el ejemplo de Borsalino.
Una vez asesinado el mediador en derecho, así actuara torcido, Rinaldi, François y Roch se erigen nuevos capos del bajo mundo marsellés. Temiendo próximas peleas con su socio, Capella decide dejar Marsella, pero al intentarlo recibe una balacera y muere en brazos del amigo al que pretendía dejar atrás. Los otros capi di tutti capi, los Guérini, durante dos décadas tomaron medidas que tenían fuerza de ley al interior de la delincuencia organizada. El choque se inició de modo muy inocente en las elecciones municipales del 19 y 26.oct.47 y a escala nacional el nuevo partido anticomunista del Gral. de Gaulle, Rassemblement du Peuple Français (RPR) o Manifestación del Pueblo Francés (RPR), logra un éxito electoral sin precedentes en todo el suelo nacional. Los godos reactivados de Marsella logran escaños suficientes en el concejo municipal como para echar a un lado un alcalde comunista y elegir otro conservador. El acto inicial de la nueva administración fue igual a uno de Milei hoy. (11)
El de aumentar las tarifas del transporte municipal, decisión en apariencia inatacable, por utilizar como pretexto el agravamiento del déficit financiero, medida con efectos imprevistos por sus rasgos populistas. Los ajustes no los paga ‘la casta’ (Milei) sino la clase trabajadora (Francia). Igual, los ajustes de producción/dirección y actuación en Borsalino no los cubren Alain Delon ni Pierre Caro ni Jean-Paul Belmondo, sino que los pagan los espectadores pues, en conclusión, Borsalino terminó resintiéndose por los choques al interior del rodaje entre actor y productor, Delon, productor ejecutivo, Caro, y actor, Belmondo, celoso de su lugar en los créditos. El filme en sí, adolece de ciertas fallas en la representación de los personajes, construcción narrativa, soporte histórico e ignorancia deliberada del nexo entre gobiernos de la época y CIA, participación de la mafia en el narcotráfico, primero, con la exportación de la heroína, luego de la cocaína y, obvio, del comercio sexual a escala nacional e internacional.
Si se mira cómo los gángsters del filme solucionan sus problemas delincuenciales, puede decirse que Bob Kennedy respiraba por la herida al afirmar que toda una serie de empresarios paga a gángsters que solucionan sus líos sindicales, toda vez que él mismo y John F., su hermano, tenían por costumbre recurrir a la caja menor del Sindicato de Transporte, liderado por J. Hoffa, para obtener dinero a fin de conseguir votos negros en el Sur a partir del chantaje travestido de solidaridad con los afroamericanos. Como cuando usaron USD$ 160 mil, para pagar la fianza de 2.500 negros detenidos y luego, por reclamar, a Hoffa no se le volvió a ver: fue desaparecido. Así que Bob y JFK encarnan a su pesar lo que ya dijera su padre acerca de que no es el ser lo que cuenta, sino lo que los demás creen que alguien es. Los tres, también a su pesar, caen en la órbita de la jactancia/ostentación y petulancia, como cuando Jack decía que el gran trabajo de ser presidente nadie podría hacerlo mejor que él o que los tres juntos.
Borsalino, más que un filme histórico es de época, saturado de moda, belleza, vanidad y juventud, como de mafiosos tan petulantes y ostentosos como JFK, el mismo de Jack y su pandilla, que junto a su hermano Bob, el FG, mató a MM, pero se ignoró de modo deliberado, según el libro MM Investigación sobre un asesinato, de D. H. Wolfe, quien dice que por presiones de la mafia, JFK vivía preocupado por el problema de [MM] (12). Ambos, nada tienen que envidiar a Capella y Siffredi, porque una cosa es ejercer poder y otra ser Gobierno y más allá tener el Poder. El que ya conduce a Handke: Lo que me irrita y me incapacita para llevar una existencia política no es la aversión a la violencia sino la aversión al poder. El poder, en tanto puede permitirse convertir la violencia en ritual consigue que esta aparezca como razonable; mi repugnancia ante la violencia razonable del poder es inconmensurable; concibo a casi todos los poderosos como hombres informes y faltos de vida. ¿Algo por decir?
Para que no haya dudas sobre JFK como proxeneta o explotador de mujeres basta citar al autor de la biografía sobre MLK (13) (a quien en la Casa Blanca intimidó e invitó a deshacerse de sus amigos comunistas, que no lo eran, Levison y O’Dell), Marshall Frady, quien revela los oscuros, pero claro, nexos de JFK con las mujeres y la mafia y escribe que en sus archivos Hoover, el eterno director del FBI, no descuidó incluir a la Casa Blanca, de JFK; estaba al tanto del flirteo de éste con Judith Campbell, amante del jefe mafioso de Chicago, Sam Giancana, padrino de Sinatra; romance con unos resortes políticos terribles pues éste se metió en una trama, de casi 800, de la CIA para matar a F. Castro y, lo que implicaba más peligro para la seguridad nacional, la relación de JFK con una alemana oriental (de la que MM sabía y podía…), sobre la que recaían sospechas de espionaje (14). En caso de que se hiciera saber sobre los flirteos del presidente, así fuera a ciertos senadores, los resultados serían la debacle.
Aunque parezca extraño, para terminar, la (falta de) conducta de JFK, y demás políticos que copiaron su modus vivendi, resulta una mímesis de la mafiosa de los Carbone y Spirito y los hermanos Guérini reales, Capella y Siffredi ficticios, y permite inferir que los vínculos entre todos ellos y el narcotráfico no es una fantasía, sino algo por completo afincado en la vida real de los pueblos: otra cosa es que el vínculo entre política/delito/corrupción (15) se limpie a punta de prensa con marca de lagarto, sapo o camaleón, como la que se percibe en Borsalino así no aparezca y todos los despistados se sientan de fiesta, carnaval o baile de disfraces, pero no dejen huella alguna de que, en efecto, han estado por ahí; y lo peor llenado sus bolsillos antes de salir del aquelarre del desvío de dineros, del lavado de activos, de prostitutas y asesinatos sabidos pero nunca confirmados. Borsalino es un retrato colectivo de los mafiosos ostentosos que el narcotráfico prohijó y de sus ahijados en la política (JFK) y el arte (Sinatra).
A Santiago y Carito, en vísperas del viaje que cambiará sus vidas para siempre y su visión sobre el mundo.
A Marthica, renuente a la petulancia y a la ostentación como pocas más y activa militante de la humildad.
A Ma. del Rosario y Valentina, exponentes como nadie de vivir la vida cual obra de arte, música y alegría.
Notas, enlaces y bibliografía:
(1) https://mpr21.info/la-cia-y-la-mafia-marsellesa-los/
(3) https://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb370446343
(5) Quien se declaró ‘un revolucionario de profesión’ en 2011 y en 2021, a sus 72, fue condenado en París a una tercera cadena perpetua por ‘actos terroristas’ durante las décadas de 1970 y 80.
https://elpais.com/internacional/2011/11/07/actualidad/1320664700_806120.html#?rel=mas
(6) Íbidem, Nota 1, la CIA y la mafia marsellesa.
(10) https://cedema.org/digital_items/1704
(12) WOLFE, H. Donald. Marilyn Monroe Investigación sobre un asesinato. Emecé, Bs. Aires, 1999, 415 pp.: 300 a 305.
(13) https://rebelion.org/docs/240588.pdf
(14) FRADY, Marshall. Martin Luther King. Mondadori, Barcelona, 2003, 287 pp.: 120-121.
(15) ENZENSBERGER, Hans M. Política y delito. Seix-Barral, Barcelona, 1968, 313 pp.: 80 a 114.
FICHA TÉCNICA: Título original: Borsalino. Castellano: Borsalino. País: Francia / Italia. Año: 1970. Gén.: Noir / Mafia / Gángsters. For.: 35 mm; color; 125 min. Dir.: Jacques Deray. Guion: Jean-Claude Carrière / Jean Cau / Jacques Deray / Claude Sautet, basados en el texto de no-ficción Bandidos en Marsella (1959), de Eugène Saccomano. Prod.: Alain Delon / Henri Michaud. Fot.: Jean-Jacques Tarbès. Mon.: Pablo Cayatte. Mús.: Claude Bolling (piano mecánico). Prod.: Adel Productions / Marianne Productions / Mars Film Produzione. Dist.: Imágenes Paramount. Estreno: 20.may.1970. Link del filme: https://co.video.search.yahoo.com/yhs/search?fr=yhs-sz-002&ei=UTF-8&hsimp=yhs-002&hspart=sz¶m1=2625233262&p=borsalino+pel%C3%ADcula+1970&type=type80260-2133086105#id=2&vid=225e893e3455d591e95e03f2660b683b&action=click
* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y jazz, catedrático, corrector de estilo, traductor y, sobre todo, lector. Colaborador de El Magazín EE, 2012; columnista, 2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por MLK: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre MZO y su novela Changó, el gran putas, lo lanzó UFES (20.feb.21). Invitado por Pijao Eds. al Encuentro Nal. de Narrativa vista desde las Regiones (Ibagué, 1º a 4 nov.23) Invitado por la UFES al Congreso Literatura, Soberanía Nacional y Multipolaridad (Vitória, 25.nov.23). Autor en ARC, Rebelión, Magazín de EE, Las2Orillas y traductor/coautor, con Luis E. Soares, en dichos medios. Director del Cine-Club Al Filo del Tiempo, que se emite desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños. E-mail: [email protected]