Las pequeñas centrales hidroeléctricas juegan un papel clave en la generación de energía limpia, pero también tienen el desafío de operar de manera sostenible frente a fenómenos climáticos como El Niño. Este evento meteorológico que se presenta regularmente está caracterizado por un aumento de las temperaturas y una alteración de los patrones de lluvia, afectando los recursos hídricos de los ecosistemas.
En Colombia, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) estima que 2,9 millones de personas están en alto riesgo de sufrir los impactos del fenómeno en los departamentos de las regiones Caribe, Andina y en el norte de la Pacífica.
Ante los efectos de El Niño, una de las principales estrategias de las hidroeléctricas es fortalecer la protección y restauración de los ecosistemas que las rodean. Los proyectos de reforestación en las cuencas hidrográficas no solo ayudan a reducir la erosión del suelo, sino que también mejoran la calidad del agua almacenada. Además, una vegetación saludable en estas áreas facilita la captación de lluvias y promueve la retención de agua en el suelo, creando un ciclo más sostenible de recursos hídricos.
El sector hidroeléctrico también impulsa programas de conservación de la biodiversidad, trabajando en conjunto con comunidades locales y organizaciones ambientales para proteger las especies nativas. Un ejemplo de ello es San Bartolomé, compañía que opera dos pequeñas centrales hidroeléctricas en el departamento de Santander. La empresa realiza un seguimiento continuo de sus actividades e impactos a través de monitoreos de calidad de agua superficial. Estos monitoreos son elaborados semestralmente para las plantas de San Bartolomé y Oibita, lo que garantiza que la operación se mantenga dentro de los más altos estándares ambientales.
Otro aspecto en el que estas hidroeléctricas han avanzado es en la recolección de agua lluvia durante los periodos de precipitación, la cual es almacenada en sus instalaciones. Esta práctica les permite reducir su dependencia de las fuentes hídricas concesionadas para el consumo propio, además de contar con reservas estratégicas para enfrentar las épocas de sequía que afectan las fuentes hídricas por periodos prolongados. Según datos del Gobierno Nacional, El Niño duró siete meses y seis días entre 2023 y 2024.
Los fenómenos como El Niño afectan directamente los recursos hídricos, por lo que es necesario estar preparados y ser conscientes de este tipo de afectaciones para garantizar la conservación de las fuentes de agua. Por ejemplo, en San Bartolomé se reduce la capacidad de operación o, en algunos casos, se detiene por completo, cuando ocurren estas afectaciones y el nivel del caudal del río es inferior al valor establecido por la normativa.
Según Julián Niño, Coordinador Social, Ambiental y de Comunicaciones de San Bartolomé, “Para preservar los ecosistemas acuáticos y garantizar el acceso al agua para las comunidades locales, mantenemos un caudal ambiental adecuado que protege la vida en los ríos y lagos de la región. Adicionalmente, realizamos un monitoreo constante de la fauna, abarcando especies clave como anfibios, reptiles, aves y mamíferos, asegurando que la biodiversidad sea una prioridad. Actualmente, estamos desarrollando una propuesta de compensación forestal, dirigida a la CAS, enfocada en la restauración y conservación de las áreas forestales en los predios de San Bartolomé”.