El profesor Jaime Bernal Cuellar, en su acostumbrada bienvenida en la U. Externado nos contaba que su rutina consistía básicamente en leer 16 horas al día; levantarse por un café y volver a seguir leyendo. No en vano hacía parte del ABC del Derecho Penal -Aldana, Bernal y Cancino- que eran conocidos en Colombia por sus memoriales sencillamente demoledores. El primer ranking que leí sobre los mejores del país en Penal hace muchos años, ya lo encabezaba Cancino; otro lector voraz; de hecho, la revista Dinero destacaba que ni siquiera un derrame cerebral había logrado minar la inteligencia prodigiosa del jurista.
Hace unos días la BBC de Londres mostraba entre sus noticias al dueño de Tik Tok y decía que se ha convertido en el hombre más rico de la China. En la noticia hacían énfasis en que es una persona reacia a los medios, pero que en las pocas entrevistas que había dado, precisaba que su idea había surgido cuando se dio cuenta que en el metro de Shangai la gente ya no leía el periódico sino que permanecía cautiva con el celular. Increíble ver como nuestro letargo vuelve millonarios a los chinos. Cada vez nos cuesta más apartarnos del celular; memorizar un número o una dirección es una proeza.
¿Será que dentro de unos años somos capaces de recordar ese verso elemental de Machado? Creo que muchos batimos el récord de tiempo de Bernal pero en el número de horas que pasamos clavados en el celular. Dudo que viendo videos de 30 segundos logre entender a Hezel o a Garofalo. Hace 60 años Aldous Huxley desde su biblioteca con una vela escribía: “llegará un momento en el que adoraremos unos aparatos que nos brinden satisfacción pero que sin saberlo limitarán nuestras capacidades”.