Viajar para cuidar el mundo. Esa podría ser la frase introductoria de uno de los tantos libros que podría escribir Hervé, nuestro guía amazónico. Sus viajes no le han dado millas en ninguna aerolínea, cada territorio lo ha recorrido con la fuerza de sus piernas porque lo que para él importa es “el recorrido, los olores, la gente, todo aquello que no se puede contar, de lo que sólo se puede aprender. Así como yo aprendí la humildad en el Amazonas.” Y cómo no, si recorrió el río en su bici bote.
En plena era de internet, donde tenemos la idea de poder acceder a cualquier lugar del planeta con un click, Hervé nos recuerda el valor de las antiguas travesías y del actual valor para tener un verdadero encuentro con la naturaleza, esa que no es sólo una tarjeta postal.
Su opción es cuidar y vivir el Amazonas. Reivindica una singularidad de este territorio de frontera que lo define muy bien: “Aquí todo el mundo es extranjero, si ustedes se mueven unos metros ya lo son. Eso hace que sea un lugar amable con quienes son diferentes. Llegan igual personas desplazadas del pacífico o travestis del interior de Colombia o de Perú y encuentran su sitio. No me siento extranjero, me hago llamar ‘el suizo’ para que me identifiquen.”