La reunión de la COP16 en Cali, entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre, tiene una dimensión internacional, una nacional y una local. La internacional es un asunto técnico de difícil comprensión para el ciudadano corriente. Es un tratado multilateral sobre biodiversidad biológica, firmado por 196 países, que nace de la Cumbre de la Tierra convocada por las Naciones Unidas en Rio de Janeiro en 1992. Lo que la suscitó fue la preocupación universal por el deterioro del medio ambiente, del cual la protección de la naturaleza es una parte esencial. Todos los países miembros de las Naciones Unidas han ratificado el tratado, menos Estados Unidos.
Esa preocupación es ante todo una responsabilidad de los países que son autónomos para dictar normas de protección del medio ambiente. Sabido es que los grandes países que más contaminan, China, India, Rusia, están más ocupados en impulsar el crecimiento económico que en garantizar un aire limpio para sus ciudadanos. Una idea fundacional detrás de los dos tratados que nacieron de la Cumbre de la Tierra, el de Cambio Climático y el de Biodiversidad, cuyos firmantes se reúnen cada dos años, es crear compromisos nacionales para alcanzar metas de descontaminación ambiental y de protección de la naturaleza, establecer que quien contamina pague por ello, con dineros que puedan ser utilizados en programas ambientales y quien se lucra de la biodiversidad comparta los beneficios.
En resumen, el tratado tiene tres objetivos principales: la conservación de la biodiversidad, el uso sostenible de sus componentes, y la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de los recursos genéticos, lo cual es mas fácil decirlo y firmarlo que hacerlo. Las metas que se han establecido a lo largo de las 15 reuniones sobre biodiversidad que ha habido, especialmente las 24 establecidas hace dos años en Montreal, son un vasto catálogo de buenas intenciones con las cuales nadie estaría en desacuerdo. La COP16 busca evaluar el cumplimento de esas metas y reajustarlas si es del caso. El gran logro de estos tratados, más allá del gigantesco aparataje burocrático que movilizan, es haber contribuido a crear la poderosa conciencia internacional que hoy existe de la necesidad de proteger el medio ambiente para que el crecimiento económico sea sostenible y en armonía con los recursos naturales, escasos por definición.
La dimensión nacional se la da la circunstancia de que Colombia es un país de una gran diversidad biológica, animal y vegetal, y es parte de la cuenca amazónica que es el pulmón del mundo
La dimensión nacional se la da la circunstancia de que Colombia es un país de una gran diversidad biológica, animal y vegetal, y es parte de la cuenca amazónica que es el pulmón del mundo, con mas de 6 millones de kilómetros cuadrados, amenazada por todos sus costados. La protección de la Amazonía es vital para el futuro del planeta, requiere inmensas cantidades de dinero y una planeación cuidadosa para evitar su progresiva destrucción causada por la colonización. El hecho de que en la agenda gubernamental esté a la cabeza el tema de la descarbonización, con todo y sus controversias, le da a Colombia autoridad moral y política para ser la sede de ese evento. La riqueza biológica es un tema complejo. Dicen los expertos que esa riqueza lleva a que cada una de las especies que la conforman no sean muy numerosas, por tanto, su explotación irresponsable las convierta en especies amenazadas de extinción. Debe haber un protocolo de protección para cada una de ellas, lo cual hace que el trabajo de los biólogos sea indispensable y no terminen inventariando una desaparición genética.
La dimensión local, significa un resurgimiento de Cali como ciudad hospitalaria, grata y con la capacidad para organizar grandes reuniones internacionales, que han estado en el pasado limitadas a eventos deportivos. La logística de una reunión como la COP16 es enorme, pues no solo se trata de la reunión en recinto cerrado de los funcionarios acreditados por las Naciones Unidas, que serán mas de 12.000, sino de muchas asociaciones relacionadas con el tema provenientes de diversos países que aprovechan la oportunidad para hacer oír su voz. El alcalde de Cali Alejandro Eder ha tenido la buena idea de que toda la ciudad participe para dar a ese tema especializado un carácter educativo y popular, y que la ciudad se vista de fiesta, con su música y alegría. No es para menos celebrar el cuidado de la belleza del mundo en que vivimos en su diversidad y sus potencialidades, de lo cual Cali es un ejemplo.
