Recuerdo, con admiración, la postura de perdón de Constanza Turbay frente al asesinato de su madre y dos hermanos a manos de las Farc Perdonar no significa olvidar ni implica un llamado a la impunidad. El perdón, según Constanza, beneficia, en primer lugar, a las víctimas.
Muchos desconocen o han olvidado la actitud de Constanza Turbay frente a los victimarios. Rodrigo Turbay fue secuestrado por las Farc el 16 de junio de 1995 y asesinado tras 22 meses de cautiverio. Diego Turbay, presidente de la Comisión de Paz de la Cámara, fue asesinado el 29 de diciembre de 2000 junto a su madre, Inés Cote, durante un ataque en medio del proceso de diálogo entre el gobierno Pastrana y las Farc.
En un momento histórico en La Habana, Iván Márquez, dirigente de las Farc que posteriormente se apartó del proceso, le pidió perdón a Constanza. Ella aceptó su solicitud de perdón. Su disposición no implica impunidad; por el contrario, resalta la necesidad de justicia y verdad en cualquier proceso de paz.
La postura de Constanza es un llamado a la reflexión: ¿debemos promover la venganza o buscar el perdón? Ella ha afirmado que el odio es un veneno que consume al que lo siente. Al optar por el perdón, ha dicho que no solo sanan sus propias heridas, sino que también contribuye a la paz en un país profundamente dividido.
El significado de esta postura es profundo. En un contexto en el que la violencia ha sido la norma, el perdón se presenta como una alternativa viable para construir un futuro más pacífico. La decisión de Constanza Turbay nos invita a cuestionar nuestras propias reacciones ante el dolor y la injusticia. En lugar de perpetuar ciclos de venganza, podemos elegir el camino del entendimiento y la reconciliación.
Algunos sectores han cuestionado su decisión argumentando que podría trivializar el sufrimiento y permitir que los perpetradores eviten la justicia. Sin embargo, muchas víctimas del conflicto han apoyado su posición, reconociendo que el perdón puede ser crucial para sanar heridas y avanzar hacia una paz duradera.
Montarnos en el rencor y la venganza no tiene sentido; solo perpetúa ciclos de dolor y sufrimiento
En Colombia, hay innumerables víctimas que han sufrido las consecuencias del conflicto armado: asesinatos de miembros de la Unión Patriótica, desapariciones forzadas y secuestros, desplazados, han dejado cicatrices profundas en la sociedad. Montarnos en el rencor y la venganza no tiene sentido; solo perpetúa ciclos de dolor y sufrimiento. El verdadero camino hacia la sanación pasa por el perdón, que permite a las víctimas no solo liberar su propio dolor, sino también contribuir a un futuro más pacífico para todos.
La historia de Constanza Turbay es un faro de esperanza en un mundo atrapado en ira y rencor. Su viaje hacia el perdón recuerda que, aunque el dolor es real y profundo, también existe la posibilidad de sanar y avanzar hacia un futuro en paz.
