La “solución final” es el plan que implementaron los nazis para dar una “respuesta razonable” al 'problema judío'. Es decir la eliminación paulatina de las comunidades hebreas en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
La dirigencia del III Reich así lo decidió en 1942 en la conferencia de Wannsee, un hito que marcó el preludio del holocausto. Porque sin duda alguna el propósito de los nazis era eliminar por completo “la raza judía”. De este modo se construyeron los campos de concentración y exterminio donde se llevaría a cabo la macabra “solución final”.
No sin antes reservar a los más fuertes y sanos para destinarlos a los trabajos forzados hasta que murieran por el agotamiento y los más inútiles directamente gasearlos en las cámaras de gas y a los hornos crematorios para no dejar huella de su existencia.
Los judíos eran considerados por el nacional socialismo de como intrusos, unas razas inferiores degenerada y peligrosa máximos responsables de la propagación del comunismo y la entrada de EE.UU en la guerra.
Además, culpables de la crisis económica y los problemas sociales políticos y culturales de Alemania, y quizás lo peor, se les responsabilizaba de la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial. Los nazis fanáticos antisemitas en su locura se propusieron eliminar ¡11.000.000 de judíos! (para purificar el mundo siguiendo los principios de una limpieza étnica (eugenesia).
Para que solo prevaleciera una raza aria superior y poderosa. Primero había que separarlos de la población autóctona alemana en guetos rodeados de muros y alambradas donde sufrían el hacinamiento, el hambre, las enfermedades y los más brutales castigos. Se supone que “El trabajo (esclavista) los haría libres” –Como los ocupantes sionistas también se lo advertían unas décadas después a los palestinos de los territorios ocupados.
Pero tras finalizar la Segunda Guerra Mundial no tardaron mucho los supervivientes del holocausto en emigrar clandestinamente a la “tierra prometida” localizada, según la Torá, en la Palestina bajo el Mandato Británico. La verdadera intención no era otra que fundar un estado sionista (Eretz Israel del Éufrates al Nilo) con el apoyo de las potencias mundiales en pleno corazón de Oriente Medio.
Pero ya desde el siglo XIX la migración judía iba tomando posiciones en esta zona geográfica históricamente perteneciente a la soberanía Árabe. Una provocación intolerable que definitivamente marcaría el futuro de la región.
Por esta razón después de la proclamación del Estado de Israel en 1948 estalló la guerra Árabe-Israelí donde los sionistas comenzaron el proceso de ocupación bajo el principio filosófico de “Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” (formulado por Israel Zangwill) y que todavía no ha culminado. Los nativos palestinos sufrieron la misma suerte que los judíos europeos bajo el yugo nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Se les expulsó de sus tierras, de sus ciudades y pueblos, se les confiscaron sus propiedades y perseguidos y despreciados los confinaron en campos de refugiados o guetos. Era el preludio del más espantoso y cruel holocausto que sistemáticamente los viene aniquilando. Que incluso lo supera en sadismo y crueldad al que provocaron los nazis.
Y es por ello que después de tantos levantamientos, batallas, intifadas y actos heroicos combativos no es de extrañar que se haya lanzado la sorpresiva operación suicida “Diluvio de Al Aqsa” el 7 de octubre del 2023, por parte de los milicianos de la resistencia sunita de Hamas.
Una respuesta lógica ante tanta torturas e iniquidades; un desesperado grito de rabia después de soportar 76 años de agonía. ¿Gaza tenía que resignarse a su drama cuando sus hermanos árabes firmaban los acuerdos de Abraham con Israel?
Como casualmente sucediera en el Gueto de Varsovia en 1943 cuando los judíos se levantaron contra las SS nazi - rebelarse no para salvarse, sino para demostrar que pueden morir luchando con dignidad- y haciendo un paralelismo el comandante de Hamas Yahya Sinwar asume el papel de Mordejai Anilevich, el líder de la sublevación judía.
No hay ninguna esperanza para consolidar un futuro de paz y libertad en la zona porque se han violado todas las resoluciones de la ONU sobre la descolonización y autodeterminación. Fracasaron los “Acuerdos de Oslo” y las conversaciones secretas llevadas a cabo por parte de la ANP con Tel Aviv.
Es inútil seguir insistiendo porque todas las resoluciones diplomáticas estrepitosamente han fallado. A sabiendas que de antemano en el Consejo de Seguridad de la ONU prevalece el derecho a veto de los países aliados de Israel.
La reacción del sionismo ha sido sanguinariamente satánica a la hora de aplicar la operación “Espadas de Hierro” o, mejor dicho, la “solución final” bajo la batuta no ya de Adolf Eichmann o Himmler sino de Netanyahu y sus halcones. Su objetivo: arrasar la red de túneles y eliminar a los milicianos de Hamas aunque haya que exterminar a toda la población civil.
En todo caso también los norteamericanos llevaron a cabo el mismo método durante la Segunda Guerra Mundial al lanzar las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki con el fin de rendir al Imperio del Japón que se resistía a claudicar.
En el lenguaje sionista los verbos más conjugados son destruir “lehashemamid” demoler “leharos”, asesinar “retzah”. ¡Qué más da! si los gazatíes son “razas inferiores o subhumanos” que merecen ser fumigados con fósforo blanco.-siguiendo los preceptos de los racistas judíos Jaim Weizmann y Najum Sokolov.
Son “terroristas hijos de shaatan (demonio) y su destino es el gehenom (infierno)” Tras un año de agresión genocida la matanza ya supera los 42.000 muertos, aunque las cifras verdaderas superan los 190.000 muertos, porque hay que sumar a los heridos, desaparecidos, los fallecidos por falta de atención médica o carencia de medicinas, por inanición, hambre o enfermedades.
No es una exageración afirmar que más del 80% de la Franja de Gaza ha sido reducida a las cenizas y no ha quedado piedra sobre piedra. Este es el resultado de la lluvia de fuego que envió como castigo el ángel exterminador al mejor estilo de Sodoma y Gomorra.
La sentencia de Adonai es irrevocable. Sin compasión han descuartizado la Franja de Gaza donde desde helicópteros, cazas F15, F16, drones, submarinos y fragatas se lanzaron miles y miles de toneladas de bombas, misiles y munición de diverso calibre.
El poderosísimo ejército sionista dirigido por los descendientes del holocausto nazi no les ha temblado la mano a la hora de condenar a la población civil Palestina al corredor de la muerte. Sin ningún pudor asumieron el papel de sepultureros.
Nos tememos que la Franja de Gaza seguramente sea declarada un camposanto. Todavía hay muchísimos cadáveres que se hallan enterrados debajo de los escombros y que lamentablemente han sido devorados por los perros y las ratas.
La economía israelí tras un año de conflicto bélico se encuentra en una espantosa crisis aunque se mantiene a flote gracias a las ayudas que recibe por parte de sus EE.UU y la UE. Este lobby jamás les dará la espalda y seguirá inyectando millones y millones de dólares para su rescate.
Puesto que movilizar a miles de soldados del ejército y los reservistas que se dedicaban a actividades productivas ha paralizado el normal funcionamiento de las fábricas y las industrias.
Israel en un estado de guerra permanente tiene que enfrentar los feroces ataques del “eje de resistencia” –“enemigos de la civilización occidental y el mundo libre”.
¿Quién es el que alimenta al monstruo sionista? ¿Quién es el proveedor de los arsenales armamentísticos y de munición?
Porque no es solo Israel el culpable de esta perversa operación de exterminio sino que también participa activamente los EE.UU, la UE y la OTAN en total contubernio contra del pueblo palestino. Para los “cruzados sionistas” -de honda raigambre islamófoba- los palestinos son “bestias terroristas” y hay que impedir que por ningún motivo las nuevas generaciones empuñen las armas. De ahí que el infanticidio haga parte de su estrategia.
El método elegido para pacificar Oriente Medio es “la solución final” (pitron sofi) y no solo se está aplicando sistemáticamente en Gaza, sino en los territorios palestinos ocupados por Israel en Cisjordania, en el Líbano, en Siria, Irak o el Yemen.
Esto no tiene vuelta de hoja porque son los hechos consumados y ni siquiera las votaciones mayoritarias en la Asamblea General de la ONU han logrado forzar un alto el fuego. No hay condena que valga. ¿Y la Liga Árabe? Muy bien, gracias. Disfrutando de grandes banquetes en hoteles cinco estrellas.
Israel realmente es un estado más de la Unión Americana. Por eso la OTAN-EE.UU envían tropas a la región (hoy suman 50.000 soldados) para reforzar la seguridad en Oriente Medio y proteger a su aliado sionista. Occidente está de acuerdo con sus métodos criminales porque Israel tiene todo el derecho a defenderse de sus enemigos.
EE.UU, Alemania, Francia e Inglaterra son los principales valedores de esta infernal carnicería. Y todo se justifica en nombre de la paz y seguridad del mundo civilizado.
El complejo industrial militar americano obtiene millonarias ganancias económicas sembrando la muerte y la destrucción por todo el globo terráqueo. Porque hoy la humanidad vive una fiebre de rearme jamás conocida.
La Franja de Gaza la han convertido un campo de tiro donde se experimenta con las últimas novedades de armas de destrucción masiva (con un alto desarrollo de tecnología punta) Por activa o por pasiva muchos países occidentales participan en este genocidio, países que por otro lado se jactan de ser defensores de los derechos humanos.
Porque, por ejemplo, en Gaza explotan bombas Made in Spain, porque en Gaza se fusila y se masacra al pueblo con balas Made in Spain. En España existen varias bases militares (Morón y Rota) de los EE.UU-OTAN que se utilizan como escala los aviones de transporte o recalan los navíos de guerra que se dirigen a Oriente Medio cargados de armas y municiones en sus bodegas.
De hecho se ha producido un bloqueo naval del Mediterráneo Oriental en el que EE.UU-OTAN ha desplegado ocho escuadrones de ataque, cruceros de misiles, destructores, portaviones y hasta submarinos nucleares.
Todos en estado de alerta y listos para intervenir en el momento en que el “eje de la resistencia” ponga en peligro la soberanía del Estado de Israel. Esta es una zona de gran inestabilidad y está en juego la paz y seguridad de la civilización occidental. Es prioritario garantizar el abastecimiento petrolífero y el gas que son vitales para la buena marcha económica de los países capitalistas.
No se vislumbra ningún signo de paz en el horizonte porque solo se ha sembrado el odio y la venganza. La memoria colectiva del pueblo palestino jamás olvidará este martirio que quedará eternamente marcado a fierro candente en sus conciencias- Tremenda cobardía aniquilar a miles de bebés, niños, adolescentes, hombres, mujeres o ancianos desarmados e indefensos. Un imperdonable crimen de lesa humanidad comparable al provocado por los nazis contra los judíos en la “Shoá” o el Holocausto.
El 80% de la franja de Gaza ha sido demolida (destruyeron los edificios gubernamentales, las escuelas, las bibliotecas, las universidades o los hospitales) y más de 1.500.000 personas desplazadas a la fuerza. Esta es otra Nakba donde familias enteras escapan de los bombardeos y el fuego cruzado intentando refugiarse en Rafah.
No hay electricidad ni gasolina ni agua ni saneamiento (la basura se acumula por miles de toneladas y se desbordan las cloacas) Los supervivientes hacinados en campos de refugiados servirán de conejillos de indias para los experimentos de ingeniería social. Reducidos a ser mendigos que suplican un plato de comida que religiosamente reparten la ONU-UNRWA y de las ONGs.
Las viudas y los huérfanos tendrán que masticar su desconsuelo en silencio embriagados por un mar de lágrimas.
El plan de Netanyahu para Oriente Medio promueve (con el patrocinio de EE.UU y la UE) la firma de la paz entre Israel y Arabia Saudita que marcará el más grande acuerdo histórico desde el final de la Guerra Fría. Un nuevo Oriente Medio como potencia mundial.
Los “Acuerdos de Abraham” ya formalizaron las relaciones diplomáticas entre Israel, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. Marruecos y Sudán también se sumaron al acuerdo. Acuerdos que servirán de base para una paz general en toda la región.
Los países árabes sunnitas (Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Bahréin, Egipto, Jordania) además de los sunnitas y cristianos del Líbano, los sunnitas de Siria o los sunnitas de Irak) son históricamente enemigos de los chiitas y pasivamente cómplices de Israel.
Es imposible la creación de dos estados como propugnan la mayoría de los países miembros de la ONU. Los partidos ultranacionalistas y ultra ortodoxos –mayoritarios- representados en el parlamento israelí (Kenesset) se oponen a dicha partición y muy por el contrario se reafirman en el plan sionista (Dalet) de limpieza étnica.
Heretz Israel se reserva el derecho de admisión a la tierra prometida y jamás la van a compartir con “extranjeros” (palestinos) “El establecimiento de un estado palestino en el corazón de la “tierra sagrada de Yahveh” supondrá un peligro existencial para Israel”
La reconstrucción de Gaza tal vez se alargue varias décadas (¿50 años?) y al parecer ya está decidido que se constituya un protectorado bajo la supervisión de la Liga Árabe en el participe principalmente Arabia Saudita, los países del Golfo Pérsico en cooperación con la ONU, la Unión Europea o la USAID. Los jeques árabes están decididos a invertir miles de millones de dólares para crear una “nueva Dubái” en el Mediterráneo Oriental.
La segunda parte de la operación “solución final” sionista aplicada en Gaza ahora se viene desarrollando en el Líbano con una brutal campaña de tierra quemada o tierra arrasada que tiene la misión de aniquilar por completo a Hezbollah.
Quizás dentro de poco pasemos a una tercera fase que previsiblemente sea un ataque masivo que planean la IDF contra las infraestructuras estratégicas de Irán o las centrales nucleares como respuesta a los ataques con misiles balísticos lanzados por la Guardia Revolucionaria de Irán el pasado día 1 de octubre. La capacidad de disuasión de Israel depende de la demostración de fuerza y según ellos todavía está por venir lo peor.