¡Un canto alegre
de palabras cortas!
Para decir con elllas
tantas cosas vistas
y desvirtuar
con el sonido regio
cualquier vestigio negativo
de tristeza
al caminar
como no lo manda ningún canon:
el paso firme y lento
de quien disfruta la mañana
y la frescura que regala
el viento convertido
en brisa suave y fresca
de verano.
Salir de la rutina de uniformes,
mirar la calle en su amplitud
y retratar con la mirada
el verde natural escaso,
las pocas flores que se atreven,
el rojo preferido
en los letreros quitasoles,
los pálidos azules
a dos horas del levante
y la abundancia de amarillos
que ruedan
recogiendo el pasajero,
a quien las horas tempraneras
se vuelven cortas de minutos.