El alcalde de Riohacha, Genaro Redondo, desde que inició su mandato ha liderado una campaña sobre hablar bien de Riohacha, para que a nivel nacional e internacional logren ver a la ciudad con otros ojos. Al parecer, el burgomaestre le imprime el precepto bíblico que “la palabra tiene poder”, pues la hizo pública por primera vez el 2 de febrero, día de la Virgen de los Remedios y la ha reiterado en septiembre en la vigilia religiosa de la celebración de los 479 años de Riohacha.
Hablar bien de una ciudad puede tener ciertos beneficios en términos de percepción y moral, pero no es suficiente por sí solo para resolver problemas profundos y estructurales como la calidad de los servicios públicos, la pobreza o la pobreza extrema.
La mejora de la calidad de vida requiere acción concreta. Esto incluye inversión en infraestructura, mejoras en los servicios públicos, programas de desarrollo económico y políticas sociales que aborden la pobreza y la desigualdad. Sin recursos y acciones efectivas, las mejoras tangibles son difíciles de lograr. Es fundamental que el alcalde y los concejales sean transparentes sobre los desafíos que enfrenta la ciudad y que trabajen en colaboración con los residentes para encontrar soluciones.
Ignorar los problemas reales puede socavar la confianza pública y empeorar la situación a largo plazo. Las estrategias para mejorar una ciudad deben basarse en un análisis detallado de las necesidades y problemas específicos. Esto implica recopilar datos, realizar evaluaciones de necesidades y desarrollar planes de acción claros con objetivos y medidas de éxito.
Esta campaña enfrenta y es necesario que caracterice los efectos psicológicos de la mayoría de los habitantes frente a la ciudad de Riohacha como de un individualismo extremo, desarraigo social, anomia y ausencia de sentimientos de reciprocidad y de pertenencia social. La baja autoestima colectiva, la continua queja por los servicios públicos, la movilidad y el espacio público reflejan la falta de sentido de pertenencia.
Es un sentimiento valorativo de lo qué somos como ciudad, del conjunto de los rasgos físicos, ambientales y paisajísticos que configuran nuestro entorno. Esto es importante porque es la manera de percibir y valorar el hábitat que moldea nuestro nivel de vida.
La baja favorabilidad del alcalde Redondo, similar a la de su predecesor, muestra que los riohacheros no tienen confianza en su primera autoridad ni en su Concejo Distrital; menos en los servicios públicos de la ciudad, especialmente el acueducto y el alcantarillado.
Se han acostumbrado a la falta de empleo, a la informalidad, a una baja calidad de vida, a las aguas residuales en las calles y a la carencia de agua potable y continúa en las residencias y a los basureros que dan un aspecto denigrante en diferentes partes de la ciudad.
La capital es una simple reunión de casas que se agrupan geográficamente como barrios, urbanizaciones e invasiones sin ningún tejido que hilvane la ciudadanía, llena de muchos habitantes sin vínculos afectivos con su entorno.
Los mismos indicadores del sentido de pertenencia nos muestran cómo en Riohacha el multiculturalismo no ha calado; la tolerancia es precaria, muy poca movilidad social y expectativa de futuro por falta de oportunidades, muy poca participación e integración.
El sentido de pertenencia se ha definido como un sentimiento de arraigo y de identificación de un individuo con un ambiente determinado. Abraham Maslow ubica la pertenencia en el segundo escalafón de la pirámide de las necesidades humanas. Establece que cuando las psicológicas y de seguridad se satisfacen, emergen las necesidades de amor, afecto y pertenencia.
Esta urgencia de pertenecer está asociada a patrones emocionales, procesos cognitivos y comportamientos. Construidos sobre la base de las prácticas cotidianas y desarrollados en espacios urbanos. Por lo tanto, el sentido de pertenencia es un sentimiento personal e íntimo y al mismo tiempo oficial y colectivo, ya que se basa en la memoria y el simbolismo compartido en una comunidad.
Todo lugar definido por unos límites constituye el espacio existencial donde habitan las personas y los grupos. Estos aspectos de la ciudad están amenazados por una variedad de procesos agudos que la desorganizan, sin importar lo densas y urbanas que parezcan; estas amenazas incluyen extremas formas de desigualdad e informalidad, violencia urbana, servicios públicos mediocres, sistemas precarios de circulación y movilidad, percepción de inseguridad.
Al parecer el alcalde Genaro Redondo no se ha tomado el tiempo para escuchar y, tal vez, entender el discurso vehemente de la ciudad o quizás haya olvidado cómo escuchar, por no decir cómo entender. O tal vez sus preocupaciones distan de hacer de Riohacha una ciudad sana y sostenible como ha predicado desde su campaña.
En resumen, hablar bien de una ciudad puede ser parte de una estrategia más amplia para mejorar la situación, pero no puede reemplazar la necesidad de acciones concretas y sostenibles para abordar los problemas reales. La mejora efectiva de una ciudad requiere un enfoque integral que combine comunicación positiva con políticas y acciones prácticas.
Aunque es importante mantener una actitud positiva, es igualmente crucial abordar los problemas de manera constructiva. La comunicación debería enfocarse en los pasos que se están tomando para mejorar la situación, en lugar de simplemente presentar una imagen idealizada que no refleja la realidad.
