A propósito de los 500 años de Santa Marta: Celebrar o conmemorar

A propósito de los 500 años de Santa Marta: Celebrar o conmemorar

La invitación del MinCultura, Juan David Correa, de conmemorar los 500 años de Santa Marta pero no a celebrarlos ha generado variadas reacciones

Por: Hermes Tovar Pinzón, historiador, profesor emérito Universidad Nacional
septiembre 10, 2024
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A propósito de los 500 años de Santa Marta: Celebrar o conmemorar

La invitación que ha hecho el señor ministro de Cultura, Juan David Correa a conmemorar los 500 años de la fundación de la ciudad de Santa Marta y no a celebrar este hecho histórico, ha generado la reacción del señor alcalde de Santa Marta y de la Academia de la Historia del Magdalena. Con una y otra postura se reabre un debate global, sobre si ciertos acontecimientos fundamentales para una nación, se deben celebrar o conmemorar. Así ocurrió con la celebración del V centenario del descubrimiento de América y con la Revolución Francesa que dejaron una abundante bibliografía sobre estos acontecimientos.

Es indudable que la postura del Señor Ministro es sensata y nada tiene que ver con ofensas contra la región ni contra sus habitantes y menos contra la historia. Los puntos de vista de quienes quieren celebrar posiblemente desconocen los antecedentes de la fundación de Santa Marta y la relación de los fundadores con la población que encontraron. Habría que determinar si la ciudad fue fundada en 1525, año en que Rodrigo de Bastidas capituló con el rey la gobernación de Santa Marta, o si fue 1526, pues apenas el 28 de mayo de este año, Bastidas se embarcó en secreto y a media noche en Santo Domingo llevando “muchos malhechores”, “delincuentes” y personas que tenían deudas con su Magestad. Entonces, ¿la ciudad se fundó con la Capitulación o con el acto ritual propio de la fundación de ciudades?

Con estos bandidos Bastidas se propuso fundar la ciudad de Santa Marta y con 140 sujetos asaltó la Isla de Carex, en la provincia de Cartagena, para robar y quemar el lugar y llevar indios para ser vendidos a los traficantes de seres humanos. Esclavista, como lo fueron el mismo Colón, el Padre de las Casas, Ojeda y muchos “humanistas y sabios” de la España del siglo XVI. Bastidas como fundador de Santa Marta se convirtió en una pesadilla para sus compañeros por su violencia, engaños, robo de metales preciosos y crímenes. Por ello fue objeto de una conspiración entre sus socios que optaron por coserlo a puñaladas. Protegido por un soldado, su eliminación no fue posible y huyó a Santo Domingo donde murió. ¿Es a este rufián, a quien hay que homenajear y festejar, por desfalcador de los recursos de la corona, por asaltante, por ladrón y justiciero de sus compañeros y por esclavista, criminal y enjaulador de indios?

¿No sería más sabio, conmemorar la tragedia de los habitantes de su ciudad y gobernación, quienes fueron víctimas de la esclavitud, la violación y el asalto? Se supone que fueron los esclavos negros quienes sufrieron maltratos de sus amos. Es cierto. Sin embargo, ellos llegaron con los españoles para contribuir a cazar indios, violar indias y velar por el bien de sus amos. Cuando el etnocidio indígena despobló regiones enteras fue necesario el tráfico de esclavos negros, a fines del siglo XVI. Y no hay que olvidar que el negro era un bien de capital que el amo debía cuidar mientras el indio era un bien de uso que no tenia valor y se podía despilfarrar.

La esclavitud indígena, estuvo vigente, no solo en el siglo XVI sino durante todo el periodo colonial. Los indios eran capturados y vendidos en los mercados de las Antillas para ser remesados a España. O esclavizados y llevados a las pesquerías de perlas. Obligados a sumergirse en el fondo del mar, muchos morían con los pulmones reventados. La guerra contra las comunidades de la Sierra de Santa Marta, contra los nativos de las tierras secas de la Guajira y contra los Chimilas en las llanuras del sur de la ciudad fue una constante que ha perdurado hasta el presente. ¿Y es esto lo que vamos a celebrar? ¿Un etnocidio?

O será mejor conmemorar un acontecimiento que deberá ser objeto de investigación acerca de los traumas ecológicos y humanos que conllevaron a la fundación de economías de saqueo como el oro, las maderas, las perlas y los nativos. Y paralelo a ello, la guerra espiritual que nos llevó a imitar y no a crear, la guerra contra los saberes médicos de las mujeres, que derivó en el desamparo médico, la imposición del castellano que fundó el analfabetismo y la extinción de diversas lenguas indígenas. Al final, conmemorar es hacer memoria. Y celebrar es festejar. Y necesitamos más ciencia que diversiones.

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