En el año 2021 apenas empezábamos a levantar cabeza tras el mortal golpe que asestó a la humanidad el covid-19, cuando en Colombia y en algunas partes del mundo, empezaron a arder las calles y plazas por la protesta social y el levantamiento violento de unos y otros.
Unos, con razón, hartos por el acoso de la indolente desigualdad y el hambre multidimensional que los azota, decidieron protestar mientras que los otros, aprovechaban las circunstancias para delinquir, haciendo y deshaciendo durante el estallido social.
En ese momento, el entonces fiscal general, “muy acomedido”, aprovechaba la escena enloquecedora de un país a media marcha para asomarse, de vez en cuando, anunciando acciones penales e investigaciones, como el día en que, muy amenazante y bravucón, apareció y le dijo a quienes protestaban bloqueando vías con sus vehículos, “me les quedo con los camiones”-
Desde la época de Néstor Humberto Martínez en la Fiscalía, no había visto otro abuso de poder utilizando la acción de extinción de dominio, en este caso, para convertirla en herramienta disuasiva para acabar la protesta que se estaba devorando el país.
Por otro lado, en hechos aislados al estallido social, en un acto de persecución y masacre, durante el año 2021 fueron asesinados 171 líderes sociales, según Indepaz. Delitos de todos los calibres campeaban en aquellas épocas sin control, por ejemplo, en el mismo año 2021, en junio, se conoció por el medio de comunicación revista Semana, cómo es que una casa se usaba de forma clandestina, para perpetrar secuestros, torturas, tráfico de drogas, hurto, prostitución y fiestas ocultas en épocas de restricción social por la pandemia.
Sin embargo, a pesar de que autoridades como la fiscalía de aquella época, pudieron conocer los hechos que se cometían en aquel lugar, no hubo la más mínima acción del fiscal Barbosa para ministrar justicia a las víctimas o al menos, iniciar la acción de extinción de dominio sobre el tenebroso sitio, ese sí, usado para delinquir.
Las denuncias públicas formuladas por las víctimas de esa espeluznante casa de lenocinio, mujeres invisibles en ese entonces, no fueron oídas por la supuesta “fiscalía histórica” de Francisco Barbosa, seguramente, tal vez me equivoque, pero creo que esa omisión se daba porque el clamor provenía de mujeres humildes dedicadas a la prostitución en estratos bajos.
Lo cierto es que esa impunidad, esos oídos sordos del fiscal, les permitieron a las cabecillas de la banda de torturadores y secuestradores llegar a Medellín y expandir su reinado de terror, tanto que, por fortuna, alias Dulce María y Miguel Ángel, recientemente fueron capturados y judicializados por quemar, torturar y hurtar a otras víctimas, damas de compañía o mujeres dedicadas en otro nivel y de otra forma, a una prostitución más costosa.
A mediados de 2021, Datexco y W Radio realizaron una encuesta que señaló que la Fiscalía con un 71 % de imagen negativa, apenas era superada por el Congreso de la República
Volviendo a aquel tiempo, a mediados de 2021, Datexco y W Radio realizaron una encuesta que señaló que el ente investigador era una de las instituciones con la peor favorabilidad del país, con un 71 % de imagen negativa, apenas superada por el Congreso de la República.
Entonces surgió un gran repudio hacia el fiscal, pero apareció para él, una bizarra oportunidad de redención, pues todo el país y los medios de comunicación se estremecieron con esa escena de terror puro en la que, un Caín, además de asesinar a su hermano, también había acabado con la vida de su propia madre.
Cuando en enero del 2022 el hoy aspirante a precandidato presidencial, Francisco Barbosa, consiguió que uno de sus delegados obtuviera la aceptación de cargos de aquel Caín, entonces emergió sin ningún freno, el petulante fiscal general que venía apabullado por las encuestas, asegurando públicamente en aquella época y sin respeto por las víctimas que siguen clamando justicia; que en sus manos habría resuelto el caso Colmenares en 20 días.
Su pedantería indomable fue tanta que, frente a varias preguntas realizadas, el fiscal Barbosa, mandó a estudiar al gran periodista Juan Diego Alvira y de pasó con sobradez, pidió respeto a la prensa cuando se le cuestionó por la velocidad aplicada por su fiscalía para unos casos y el abandono total para otros.
¿Por qué el caso de unas prostitutas de estrato bajo, secuestradas y torturadas, así como el de muchos de los lideres sociales masacrados, no eran igual de importantes para la fiscalía de aquella época, como sí lo fue el caso de Mauricio Leal?
La dolorosa respuesta que encuentro frente a tal incógnita, la verdad de a puño que salta a nuestra vista sobre aquella justicia selectiva y mediática, esa justicia de los indefensos usada para combatir encuestas, es que todo dependía de una cosa y sola una cosa, el rating.
Ojalá, que no nos vuelva a suceder algo así con Barbosa…
@hombrejurista