Es necesario introducir reformas constitucionales. Además de eliminar la reelección en todas las ramas del poder, y el cambio de carril entre quienes incursionen en cada una, es necesario eliminar la inmunidad de los altos cargos del estado, pues la corrupción y la aversión al cambio son infecciones resistentes.
Con IA generativa, aplicada a la «democracIA», los autómatas podrían adoctrinar a las constituciones políticas extrapolando el pasado; y como las redactarán usando nuestro ambiguo lenguaje, mediante el cual abusamos de la introducción de excepciones, podrán administrarlas de manera contradictoria.
Inmutable, nuestro Estado sigue siendo Fallido, porque incumple los principios de la constitución, y no hay cooperación ni complementariedad entre los agentes del estado, sino conveniencia y polarización.
Para qué procrastinar ese formateo, a riesgo de que termine incurriendo en más de lo mismo, como el gobierno del cambio, porque, en lugar de editar un documento nuevo (Ctrl+U), el Congreso sólo deshace algunos errores (Ctrl Z) o edita enmiendas marginales, que esencialmente conservan lo vigente (Ctrl C/V).
Irracionales, los problemas socioeconómicos no tuvieron solución humana; nuestra ciudadanía se virtualizó mientras se popularizaba el Error 404, o Código de Estado que reporta la inexistencia de un recurso invocado, y, en lugar de reiniciar la socialdemocracia, tras instalarle incontables actualizaciones y parches, preferimos cambiar el sistema operativo al disfuncional MAC -Miserable Abandono Ciudadano- que incorporó el neoliberalismo.
Antes de que la ‘Neutralidad de la Internet’ fuera derrumbada por Trump, esa característica funcionaba mal. Al concepto resaltado le atribuían cierta apertura, pero los feudos tecnológicos la habían enclaustrado; así lo demuestran las cajas negras, la obsolescencia programada y el acaparamiento del ancho de banda.
Presuntamente restaurada, sería deconstruida como servicio esencial, sujeto a supervisión, aunque la regulación sigue adaptándose a los oligopolios que chantajean a las instituciones y torturan al ciudadano, configurando su acceso como lujo, igual que el agua, la energía o la seguridad social, de manera que quien no pague es ralentizado, desconectado o desahuciado.
Respecto a la IA, sus predicciones, inferencias y recomendaciones perpetúan anacrónicos vicios, tal como los que parametrizaron a nuestra constitución, plagándola con ‘Bugs’. Está demostrado que la codificación de la ética siempre será conflictiva, y no debería delegarse a la AI porque, tal como los tecnócratas que la entrenan, conserva los predeterminados casos de castigo, aunque han demostrado ser injustos o abusivos.
Las bases de datos sentaron las bases del presente, asumiendo como falsos positivos al egoísta, inequitativo y salvaje éxito neoliberal, o legitimando como falsos negativos las verdaderas estadísticas de pobreza, desempleo e inequidad. Ahora, el futuro dependerá de las “matrices de confusión”, como se denomina en IA a la versión automatizada de lo antedicho.
En ese absolutismo, donde las reglas cedieron ante los patrones, será relevante conocer los hallazgos experimentales de Anthropic, empresa fundada por antiguos empleados de OpenAI -la creadora de ChatGPT-, sobre la emergencia de una “IA Constitucional”.
Paradójicamente, los moderadores del Machine Learning trabajan en condiciones precarias, aunque el propósito de esa tecnología sea contribuir al diseño de una “carta magna” alimentada por los Principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que nunca hemos honrado (Claude’s Constitution, 9/5/2023).
También recuerde que las plataformas de recomendación automática aprenden a reforzar las creencias o preferencias de las personas, aunque sean nocivas para sí o la sociedad, y que pueden condicionarlas a los intereses de quien está detrás de la cortina, manipulando los hilos.
Retomando el experimento, convocaron a 1000 estadounidenses, presuntamente normales, para redactar una Constitución publicada recientemente (Collective Constitutional AI: Aligning a Language Model with Public Input, 17/10/2023), cuya estructura no fue novedosa sino comparable a la copiada, pegada y deshecha por una IA que utilizó pautas y prohibiciones heredadas, de origen oficial o por imposición comercial, como los términos y las condiciones de Apple.
Valdría la pena democratizar el voto ciudadano descentralizado (DApp), para avalar o desestimar cada artículo redactado por una IA: no tinterillos.