La palabra ‘democracia’ ha venido adquiriendo el sentido de un valor superior ante el cual todo cuestionamiento toma carácter de herejía. Se ha convertido en un fundamentalismo peor que el de cualquier religión.
Lo que sucede es que se ha confundido el sentido de esa palabra que implica un valor en sí, con un sistema político de gobierno que busca -como casi cualquier otro- el bienestar de los gobernados.
Se dice que la palabra existe y viene desde los griegos por su raíz etimológica. Y en efecto la palabra existía para describir el ideal o modelo en el cual los voceros de los ‘demos’ -que representaban al pueblo porque eran una especie de juntas de barrio o juntas de acción comunal- se reunirían y ejercerían la autoridad gubernamental.
Como es obvio no existía una Constitución, ni una estructura de pesos y contrapesos con poderes ejecutivos, legislativos y judiciales, los órganos de control, etc.
La palabra democracia vino a aparecer por primera vez con el sentido que le damos en el léxico actual cuando Alexis de Tocqueville fue enviado a nombre de la Revolución Francesa a hacer un estudio sobre la esclavitud en Estados Unidos, país que en ese momento tenía el número de esclavos más grande del mundo. Sorprendido por lo interesante del modelo de gobierno describió lo que vio y le puso a su investigación el título De la democratie en Amerique, denominación que no tenía prácticamente ningún antecedente en relación a la historia norteamericana.
En ningún texto de la independencia o de los fundadores se menciona tal palabra. La guerra no fue motivada por la búsqueda de un modelo de gobierno y no pretendía sino remplazar al del monarca inglés. Pero ni Washington, ni Jefferson, ni Madison ni ninguno de los creadores del modelo de gobierno americano lo llamó ‘democracia’.
La idea de la división de poderes venía desde Montesquieu, y republicanismo fue el nombre que se dio a las alternativas a la monarquía soberana con la creación de instancias que limitaban su poder. Con el nombre de monarquías republicanas se redujo el poder de los reyes ingleses y más tarde el de los españoles, y un sobrino de Napoleón Bonaparte llegó a ser soberano pero como presidente de la República y no como heredero al trono.
Tampoco el resto las independencias americanas con Bolívar o San Martín, etc. fueron luchas por la ‘democracia’ ni aparece eso en las arengas de la época.
Ni en los levantamientos sociales de la mitad del Siglo XIX o en los procesos de integración de Italia bajo Garibaldi o de Alemania bajo Bismarck se usa esa palabra como propósito de los nuevos regímenes políticos.
La idea o sentido de la palabra aparece -sin que ésta aparezca- en el discurso de Lincoln al proponer que el ideal es un ‘gobierno del pueblo, para el pueblo, y con el pueblo’ pero en ninguno de sus discursos -sea el famoso de Gettisburg o el de la declaratoria de libertad de los esclavos- utiliza tal nombre.
Con el concepto de ‘destino manifiesto’ Teodoro Roosevelt concretó el propósito de ser un poder hegemónico como misión de los Estados Unidos. En realidad era solo darle un nombre al expansionismo que había caracterizado los gobiernos anteriores, desde la apropiación de los territorios indígenas , con la anexión y despojo del Norte de México, la compra de Florida y Luisiana y la proclama de la Doctrina Monroe bajo la cual resto de América debía quedar bajo la tutoría norteamericana, lo que incluyó el desmembramiento de Colombia apoderándose del canal de Panamá.
Decia Roosvelt en 1904: “
“Si una nación demuestra que sabe actuar con una eficacia razonable y con el sentido de las conveniencias en materia social y política, si mantiene el orden y respeta sus obligaciones, no tiene por qué temer una intervención de los Estados Unidos. La injusticia crónica o la importancia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir que, en consecuencia, en América o fuera de ella, la intervención de una nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adhesión de los Estados Unidos a la Doctrina Monroe (basada en la frase «América para los americanos») puede obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder de policía internacional”.
Y Wilson en 1920: “
“... Yo pienso que todos nosotros comprendemos que ha llegado el día en que la Democracia está sufriendo su última prueba. El Viejo Mundo simplemente está sufriendo ahora un rechazo obsceno del principio de democracia (...). Éste es un tiempo en el que la Democracia debe demostrar su pureza y su poder espiritual para prevalecer. Es ciertamente el destino manifiesto de los Estados Unidos de realizar el esfuerzo para que este espíritu prevalezca”.
La gran paradoja es que solo después del poder adquirido con la victoria en la Primera Guerra Mundial aparecería la palabra ‘democracia’ para presentarla como contrapropuesta al modelo de la Unión Soviética. Antes no se usaba esa palabra para describir un modelo de gobierno pero desde entonces se le ha dado la categoría de un valor superior, al identificarlo con el concepto de Democracia; es decir, se atribuyó al ‘sistema democrático’ el monopolio del propósito de defender la búsqueda de la igualdad de oportunidades, de la dispersión y repartición del poder y de las riquezas entre toda la población.
El agotamiento del ‘sistema democrático’ es hoy un hecho reconocido e irrefutable, manifiesto en la corrupción
El desarrollo de las entreguerras y el papel preponderante durante la Segunda Guerra Mundial hicieron que la guerra fría asumiera la terminología de ‘defensa de la democracia’ para tratar de imponer ese modelo de gobierno, es decir con el nombre de ‘democracia’ difundir el sistema de gobierno que usan los norteamericanos.
El agotamiento del ‘sistema democrático’ es hoy un hecho reconocido e irrefutable, manifiesto en la corrupción, falta de transparencia, debilitamiento de las instituciones y manipulación de la desinformación . Hoy se habla de ‘democracias autoritarias’, de ‘pseudodemocracias’ y hasta Putin se proclama como una ‘democracia soberana’. Esto porque conservando las reglas del sistema democrático se puede llegar a un orden absolutamente contrario al objetivo que contiene la palabra Democracia. La ‘defensa de la democracia’ es solo la defensa del camino hoy fallido para mantener ese ‘sistema democrático’ cuyos ‘daños colaterales’ son la concentración del poder y de la riqueza cada vez como característica más marcada. Resultó que hoy lo que menos se acerca a la Democracia en cuanto a valores y objetivos es el ‘sistema democrático como modelo de gobierno.