Hoy hace exactamente 50 años inauguré, con la ayuda de un puñado minúsculo de colaboradores voluntarios que encabezaba Elba Leonor Ortiz Casas, la eterna secretaria general de la Universidad del Valle, el IV Congreso de Narrativa Hispanoamericana. Recogí plata con totuma entre algunas empresas y la Licorera del Valle, que gerenciaba el docto y mesurado Bernardo Ortiz ,me dio lo que faltaba.
Hoy hace 50 años llegaron a Cali, a la Universidad del Valle y al Museo La Tertulia, un grupo brillantísimo de escritores hispanoamericanos, convocados por quien esto escribe. Yo no hacia parte de las roscas marxistas ni le pedía permisos a la señores de París ni a Luis Aragón, Neruda y García Márquez. Respondieron a mi invitación, que yo recuerde, 69 escritores, entre ellos Mario Vargas Llosa, Jorge Edwards, Agustín Yáñez, Fernando Alegría, Luis Rafael Sánchez, Cristóbal Garcés Larrea, José Miguel Oviedo, Ramón Solís, Clarice Linspector, Ligia Fagundez Téllez, Antonio Di Benedetto y Edmundo Valadés. El éxito de esa convocatoria, que aplastó las triquiñuelas marxistas que minimizaban mi obra literaria y le ponían palos a la carreta, me permitió en los años siguientes, con distintos patrocinios, traer a Manuel Puig, a Juan Rulfo, a Camilo José Cela y hasta llevarlos a Medellín, donde el alcalde Jorge Valencia Jaramillo me dio todo el respaldo.
Llegaron 69 escritores, entre ellos Mario Vargas Llosa, Jorge Edwards, Agustín Yáñez, Fernando Alegría, Luis Rafael Sánchez, Cristóbal Garcés Larrea, José Miguel Oviedo...
Viéndolo a medio siglo de distancia, no alcanzo a entender todavía de cual tezón estaba hecho y de qué valentía me nutría para enfrentar a las vacas sagradas de los comunistas de Paris o a las cagonas intelectuales de Bogotá. Era una época con bríos y con gentes provincianas que creían en la aventura de jóvenes como yo. Visto desde hoy ese mítico escaparate de colección parece increíble haberlo realizado. A lo largo de mi vida me han dado garrote y gloria por hacer cosas así, pero ni la una ni la otra me han mareado. Tal vez fui capaz porque he sido y seguiré siendo hasta mi muerte el Gardeazábal de siempre.