Muchas veces mezclar temas no es del todo correcto, la mayoría de veces terminan mal interpretando la expresión que uno quiere dar. Pero no hay mejor pretexto que un partido de fútbol para mezclar temas, para bien o para mal todos le prestan atención al tema.
Y es que todos esperábamos que en el superclásico del jueves por la copa libertadores, los dos conjuntos argentinos, salieran con toda al campo, River a liquidar el juego y Boca por la hazaña en casa: remontar el marcador adverso de hace 8 días en el Monumental de Núñez. Sorpresa la de todos, cuando esa espera se fue convirtiendo en desesperación por hinchas incautos que por “querer ayudar a su amado club”, terminaron prácticamente condenándolo.
Pero no fue solo la actitud de la hinchada xeneize lo que marcó el inicio del segundo tiempo: atacando con gas pimienta la salida del camerino de River. Actitud deplorable por cierto. Fue también la actitud de jugadores del equipo local –los líderes, para colmo– que en el momento de solidarizarse con los compañeros del otro equipo, irreverentemente se organizaron en el campo de juego como para seguir el encuentro. No es todo. También al momento de la salida del estadio, tras el, esperado, enardecido ataque de los hinchas de Boca; los jugadores del club no hicieron un acompañamiento para evitar agresiones, todo lo contrario: enaltecieron, y con aplausos, felicitaron a los hinchas.
Espectadores de todo el continente asumieron una posición de repudio ante la postura de los xeneizes frente a sus compañeros de River. Y así lo manifestaban en las redes. Por otra parte, otro tanto de la población criticaba a los espectadores del partido por su interés en tan banal tema. Pero, ¿no tienen en cuenta que banales son la mayoría de acciones del hombre? Al parecer no, pero si seguimos esa máxima que, con el tiempo, han modificado: “El fútbol es el opio del pueblo”, sin dudarlo diría que estoy de acuerdo.
Pero, en el fondo del asunto, saliéndonos del espectáculo que debió ser el encuentro de la noche de jueves, es imposible no tener en cuenta las actitudes, tanto, de la hinchada como de los jugadores; que, en última instancia, no sería más que un reflejo mismo de lo que ocurre en la sociedad. Sí, esa banalidad llamada: fútbol, nos trajo el mejor espejo de la situación social. No solo de Argentino ¡eh! O ¿es que en Colombia nadie intenta pasar por encima de nadie? ¿o no intentan sabotear los competidores para tratar de salir adelante, en campaña electoral por ejemplo?
En definitiva, existen escenarios donde los valores de la sociedad se ven reflejados, otros en los cuales debemos sembrar la semilla para que esos valores se modifiquen, y, por último, los escenarios en los cuales debemos hacer prevalecer los valores de bienestar social. Justamente tratando esos valores, el balance será positivo en cuanto a resultados, no solo en el fútbol –y sus actitudes–, sino en un importante campo como la política. Y eso, nos ayudaría a cambiar un poco más la expresión de Lucas Caballero, en cuanto al fútbol y la política: “… por fuerza debo referirme a estos dos temas que entre nosotros tienen en común que ambos se juegan con los pies.”