Liberar la expectativa

Liberar la expectativa

La importancia de no esperar nada para que la vida nos sorprenda

Por: Helena Restrepo
mayo 15, 2015
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Liberar la expectativa
Imagen Nota Ciudadana

La primera vez que escuché con atención este concepto estaba estudiando medicina alternativa y me parecía un imposible, más en el contexto del que les hablo, atender un paciente y no esperar ningún resultado. Aun así, intentaba comprender la importancia de su aplicación sin poder lograrlo en muchos casos. Liberar la expectativa es dejar el camino libre al campo de las infinitas posibilidades para que nos sorprenda más allá de lo que esperamos obtener. En el ámbito de la medicina alternativa, que no va directamente a la materia sino a lo sutil del ser humano, liberar es permitir al otro que exprese en una zona amplia todo su potencial, incluido el de sanar de la mejor manera para él. Y es que cuando creemos saber cuál es el mejor resultado posible, es probable que nos estemos equivocando y limitemos que se dé el mejor resultado real. Sanar no es necesariamente lo que creemos, una persona enferma con una comprensión de lo que le pasa y de la importancia de ese impase en su camino, de lo que le enseña, puede estar sana aunque su enfermedad persista. Sin embargo, adoptar esta visión no es fácil para la mayoría de los seres humanos.

Después de algunos años de trabajar en lo mismo y no poder entregar del todo la expectativa, la vida me sorprendió con otro asunto totalmente distinto. Conocí a un hombre con un programa radial en la emisora cultural de la Universidad de Antioquia, que me invitó a cantar unas canciones a capela en su programa “Defensa de la Palabra”, el señor Gustavo Zuluaga, más conocido como El Hamaquero. Me ha gustado cantar y no me niego a una invitación como esa. El programa era de literatura y la poesía era la reina. Un amigo y poeta uruguayo, Antonio Curís, a través del cual conocí al Hamaquero, me indicó llevar libros de poesía al programa para que complementara el canto con alguna lectura. En mis épocas universitarias cargaba Salvo el crepúsculo de Cortázar, pero a estas alturas de mi vida, encontrar un libro de poesía en mi biblioteca era una tarea complicada. Con algo de susto, se me ocurrió llevarme mis viejas agendas guardadas y empolvadas donde escribía las memorias de mis días, a mis amigas les gustaba lo que yo escribía, pero leerlo en público era otra cosa, yo no llamaría a lo que tenía guardado precisamente poesía. Cuando El Hamaquero me vio con ellas, me preguntó: “¿Usted qué trae ahí?” Yo le expliqué, esperando que él leyera cualquiera de los textos antes del programa. El Hamaquero me dijo que era cosa mía, él no me iba a decir si algo era bueno o malo. Incluso sin escuchar lo que tenía escrito, me invitó a publicar un libro. Me decía: “¿Para qué va a dejar todo eso guardado?... ¡Publique!, ¿Qué importa si le compran o no el libro?... saque 20 libritos y se los vende a su familia, a sus amigos, les queda de herencia a los hijos”. El cuento me empezó a calar.

Entrar al programa y cantar las canciones que me gustaban fue una cosa sencilla, leer de mis agendas fue un salto al vacío frente al que no pude evitar un poco de pánico mezclado con una emoción intensa. Después del programa, El Hamaquero me insistía con el libro y me ofrecía su ayuda, él ha incentivado a muchas personas desconocidas como yo, a publicar sin la parafernalia que se requiere con editoriales, cada uno lo hace con sus propios recursos, y de su mano, sin ninguna expectativa. Fue entonces cuando viví el significado de liberar la expectativa, se trata de hacer lo que te motiva disfrutando del camino, sin esperar llegar a ninguna parte. De no guardarte los proyectos, los sueños, ningún plan, por miedo a que no pase nada extraordinario con ello. De entregar y compartir tu ser, todo lo que tienes para dar por el placer de darte. De esta manera cualquier cosa que ocurra te sorprende y te alegra, incluso lo más pequeño. De esta manera el ego se sale del camino, no puede controlar los resultados, que es lo que le gusta. Así vivimos la plenitud del presente y nos entregamos al río de la vida sin pensar en el mar, confiados en que lo importante es gozarse el río, y claro, puede ser que el inmenso mar aparezca en el horizonte… ¡Que nos encuentre con los ojos llenitos de asombro!

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